El mundo digital ofrece diversas oportunidades para los artistas. Les permite conocer herramientas de vanguardia para la creación de imágenes y fenómenos artísticos, y en la actualidad es uno de los territorios más relevantes para el mercado del arte contemporáneo. Pero no todo es color de rosas: el acceso masivo a las herramientas de inteligencia artificial también conlleva una tendencia a la estandarización en las estéticas de la virtualidad. Desde hace tiempo se repiten modelos o formas de hacer que consumen la frescura y la innovación inicial.
Conscientes de esto, Julián Brangold y Frenetik Void buscan luchar contra la hegemonía visual que se reproduce en la Internet y dar cuenta de otras posibilidades para concebir obras de arte. PsiPsiKoko es su último gran proyecto, un universo que combina obras digitales con videos y fotografías. La galería Aura Fábrica fue el hogar para esta exposición del 26 al 27 de octubre, que da cuenta de un proyecto colaborativo aún más grande entre Brangold -artista interdisciplinario- y Frenetik Void -artista digital pionero y referente del criptoarte-.
La iniciativa comenzó con un intercambio entre los artistas. “Arrancó como un juego de armar stickers horribles con personajes raros usando herramientas de inteligencia artificial, una llamada Dall-e y la otra Midjourney -cuenta Brangold en conversación con Indie Hoy-. Los stickers se podían entender como pequeños collages digitales que nos mandábamos todo el tiempo por WhatsApp”. En paralelo a esto, crearon su primera obra colaborativa: una vaca virtual que se pudo ver durante los días que duró la exposición.
A partir de esta colaboración, se focalizaron en la AI Midjourney para producir sus obras. Esta tiene una función llamada “blend” que permite ingresar de dos a cinco imágenes al modelo de inteligencia artificial, luego este hace una síntesis y las condensa en una sola imagen. Así, los artistas descubrieron que si mezclaban imaginarios opuestos se generaban estéticas para ellos inesperadas y difíciles de clasificar: podía ser la foto de una persona junto a la de una cabra y en el medio la de una torta. Todo esto daba por resultado una criatura híbrida entre los tres elementos y que les servía tanto como pieza artística y un manifiesto de la necesidad de innovar en la producción digital contemporánea.
La diversión, la intuición y el juego fueron los elementos iniciales para crear PsiPsiKoko, un universo donde la lógica desaparece a medida que uno posa sus ojos en las imágenes infinitas que componen las obras. En Aura se pudieron ver dos instalaciones del proyecto: la representación de una sala de estar escalofriante y el mural de una ciudad fantástica pero también oscura que se podía transitar en el medio de un césped artificial. Ambas secciones desplegaron una serie de fotografías digitales donde se representaban fusiones entre humanos con animales y objetos del común cotidiano, combinaciones que lograban generar tanto desagrado como fascinación.
La estética generada por IA tiene un grado de azar, pero también de intencionalidad. Para los artistas, fue de vital importancia generar imágenes que puedan leerse más allá de los parámetros de belleza establecidos por la virtualidad. Los imaginarios abyectos y la incomodidad visual resultaron ser valores fundantes para la cosmovisión de PsiPsiKoko, una comunidad de tinte animalístico que remite a la manufacturación de monstruos que plantea la novela La isla del Doctor Moreau de H.G. Wells. En el libro, hay un gran debate sobre la naturaleza de la sociedad humana y su caprichosa jerarquía sobre otras especies. Algo del clásico literario de 1885 podría vincularse con el mundo de Brangold y Frenetik Void, ya sea en la vivisección de humanos y animales o en los científicos que jugaban a ser dioses durante el siglo XX.
Como si se trataran de cirujanos perversos, los artistas construyeron un universo que se corre de las lógicas complacientes del arte y que tiene como misión visibilizar la potencia de la imagen virtual a partir de un uso consciente de las inteligencias artificiales. En el vínculo entre lo humano y lo virtual es donde PsiPsiKoko ensaya un manifiesto sobre la equidad entre lo orgánico e inorgánico: no se trata tanto de dejar a la IA crear todo por sí sola, sino de guiarla con intenciones indirectas y difíciles de traducir.
En PsiPsiKoko se pueden rastrear guiños visuales que remiten a artistas como Flavia Da Rin, Marcelo Pombo e incluso a Miguel Harte, tres referentes argentinos de las transformaciones del cuerpo y las mutaciones extrañas. También se lo puede vincular con el trabajo de la canadiense Beth Frey, conocida por sus obras hechas con inteligencia artificial y que diseñó el arte para Hit Parade, el último disco de Róisín Murphy. En los artistas mencionados se puede ver un interés por crear rostros deformes y generar escenarios fantasmales para sus personajes, una constante en la muestra de Aura.
Pareciera que Julian Brangold y Frenetik Void diseñaron un mundo traumático para la humanidad, una señal del futuro catastrófico que se viene o de un capricho azaroso creado en algoritmos y electricidad. La materia visual de PsiPsiKoko se podría comparar con los postulados de Donna Haraway sobre el devenir de la humanidad: humanos y animales vinculados entre sí para dar lugar a nuevas especies cruzadas, lejos de las jerarquías que imponen los estados y el especismo. La posibilidad de una geografía donde todos los seres vivos están conectados, ya no por su belleza, sino por su seductora fealdad.