Desde que tiene memoria, Quuimey se recuerda a sí mismo como un fanático de los videojuegos y de la PC, una pasión que le transmitió su padre durante la infancia. La rutina era bien simple: volver del colegio y jugar al Doom o al Half-Life, juegos que hoy podrían pensarse bajo el lente de lo vintage, pero que fueron una parte de la educación de toda una generación de adolescentes. Este universo pixelado escondía una nueva manera para vincularse con las imágenes de Internet: ser consumidor y creador a la vez. Gracias a este encuentro con la tecnología, Quuimey se convertiría en diseñador 3D y creador de visuales para artistas como Dillom, Saramalacara, Ca7riel y Paco Amoroso.
Quuimey nació un 1 de septiembre de 1998 en Buenos Aires. Desde chico se vio influenciado por el arte: su padre es profesor de guitarra y su madre enseñaba expresión corporal. Como no podía quedarse solo, los acompañaba a sus clases y se veía expuesto a teorías sobre música, artes visuales y toda clase de saberes referidos al cuerpo y al movimiento. Mientras iba a la escuela, realizaba en paralelo talleres especializados en la relación entre el arte y las emociones humanas, interpelado por un enfoque más íntimo que apuntaba al desarrollo de herramientas de autoconocimiento.
Otro lugar importante fue el IVA, un colegio de arte que cursó en paralelo a la secundaria. “Ahí aprendí a tocar el bajo, para luego tocar por unos años en una banda llamada Los Canoeros -recuerda el diseñador en conversación con Indie Hoy-. También desarrollé algunas de mis amistades más importantes. Creo que gracias al IVA y a mis amigos pude pasar de ser una persona muy introspectiva y reservada, a alguien más extrovertido. Me dio una mayor facilidad para conocer nueva gente”.
Al terminar el secundario, Quuimey experimentó durante tres semanas un infierno: una carrera de diseño gráfico y publicidad en una institución privada. La dinámica no le gustaba y necesitaba algo más, un estímulo para sacarlo del agotamiento mental que le había dejado la escuela técnica. “Hubo un momento de mi vida en el que pasaba 18 horas fuera de casa, taller a la mañana, colegio a la tarde, a veces con extracurriculares, más taller de IVA. Fue agobiante y supe que era algo que no me interesaba repetir nunca más”, cuenta.
Poco a poco comenzó a estudiar por su propia cuenta, investigando en YouTube o en foros de Reddit. Quuimey pertenece a una generación que experimenta la curiosidad como si se tratara de shocks eléctricos que lo incentivan a explorar. Su mente necesita de constantes estímulos y en Internet encontró una fuente de saberes infinitos. En sus imágenes hay un interés por crear mundos ficticios que absorban al espectador, como sucede con los videojuegos. El retrofuturismo de los años noventa y la estética pop del 2000 son algunas de sus referencias a la hora de crear, junto con la influencia del artista de efectos especiales Ian Hubert, famoso creador de imágenes de ciencia ficción a partir de modelado 3D.
“Considero que mis obras suelen estar acompañadas de pequeñas referencias al arte que reina en las redes sociales, de fuerte impacto y fáciles de leer. Si bien trabajo mucho este efecto, también me interesa generar una búsqueda de aquello que es lindo, de la alta producción y del detalle minucioso”, afirma Quuimey. El diseñador desarrolla así un estilo contemporánea, fresco y original, pero con un anclaje sólido en la técnica y la composición.
Quuimey no se siente cómodo con la categoría de artista: afirma que busca ser un artista 3D, pero que por ahora es un diseñador 3D. También considera que su hacer es una mezcla de necesidad económica y repulsión a la rutina, los trabajos formales y la educación tradicional. Siempre tuvo la necesidad de “hacer algo más” con su vida y separarse de esa experiencia de orden y disciplina que significó su paso por la escuela secundaria. Su trabajo encaja muy bien con este presente donde uno se encuentra haciendo tantas cosas en simultáneo que no hay tiempo para categorizarse.
Con tan solo 24 años Quuimey tuvo el lujo de diseñar visuales para los shows en vivo de Dillom. Regina Cei, directora visual del concierto, lo convocó para darle una impronta a tres canciones del disco Post Mortem: “Side”, “Piso 13” y “Rili Rili”. Las tres escenas se dividen entre un sótano oscuro, la casa de “Rili Rili”, un bosque con un ascensor al infierno y el mismo infierno al que Dillom se somete en “Side”. “Las tres escenas mantienen una estética fotorrealista medio fantástica. En una primera instancia, me interesa copiar la realidad y tratar de confundir a la gente, que por el look de la imagen crean que es una foto y luego incluir elementos que narran una historia que se vaya por las ramas“.
Fue una actividad maratónica: Quuimey tenía solo dos semanas para entregar las visuales y eso implicaba coordinar a un equipo de muchas personas, con todas las presiones que implica trabajar para una producción de estas dimensiones. “Todo esto tuvo su recompensa: ver el material creado con mis propias manos siendo reproducido en pantallas que al lado de Dillom eran 10 veces más altas. Ver a todo el público al lado tuyo, 10 mil o más personas experimentando con las imágenes que creaste es realmente una experiencia única. Anhelo volver a experimentarlo alguna otra vez“, afirma el diseñador.
Las obras de Quuimey son como una foto realista del mundo que se erosiona rápido, pero cuando uno las ve de cerca percibe una montaña rusa de estímulos provenientes de las estéticas post internet, el vaporwave y el modelado 3D. Son imágenes para ver rápido y escapar: uno podría quedar atrapado en ellas, envuelto en varias preguntas sin sentido.