El punk es un punto de vista. Es una forma de habitar el mundo y cuestionar sus lógicas asfixiantes. Mucho más que un acto de rebeldía adolescente, ser punk tenía que ver con construir una mirada sobre el entorno y entenderse como un sujeto político. Mediante la música, el movimiento se manifestó como una ola expansiva de críticas al sujeto burgués, a los gobiernos, a la familia y a la religión. Algo de todo esto afectó la mente de Santiago Moscardi, quien de chico se encontró con la tapa de Dookie (1994) de Green Day y comprendió que la música y el arte podrían ser armas para enfrentarse a la realidad. A lo largo de su carrera como ilustrador y diseñador, ha creado posters para Cadena Perpetua, Mal Momento y Mujer Cebra, entre muchas otras bandas de la escena local.
Moscardi nació un 8 de abril de 1990 en la ciudad de Mar del Plata. De niño le gustaba hacer dibujos para su madre y para las tapas de los cuadernos de la escuela. A los 8 años se encontró con dos discos de su hermano: eran Dookie de Green Day y Nine Lives (1997) de Aerosmith. “Las tapas me parecían increíbles -recuerda el artista en conversación con Indie Hoy-. Miraba una y otra vez los libritos y me daban ganas de dibujar. Recuerdo que miraba la tapa de Dookie y sentía que la imagen sonaba como la música”.
Durante la secundaria, tuvo su primera banda de punk con amigos y familiares. Se llamaba Mi Pobre Cerebro, grabaron su primer disco en una sola toma directa y junto a su hermano hicieron el arte. Luego de semejante aventura, Moscardi sabía que lo suyo siempre sería la intersección entre arte y música. Durante esa época se volvió fan del punk argentino y comenzó a realizar flyers para bandas amigas. No tenía conocimientos sobre técnica y composición de imágenes, pero contaba con sus ganas de contribuir a la escena musical que tanto le inspiraba.
No tuvo una formación académica directa. Al terminar la secundaria quiso estudiar diseño gráfico pero apostó por el diseño industrial porque tenía la fantasía de diseñar muebles. La carrera no fue lo que esperaba y se pasó al campo textil, donde se sintió más cómodo y encontró puntos con el arte gráfico. Durante la cursada se dedicaba a diseñar y materializar diversos tipos de textiles: la facultad le brindó muchas herramientas para abordar el trabajo desde una perspectiva artesanal, investigando la serigrafía, el bordado y los estampados. Aun así, la relación entre el diseño, la música y las artes visuales eran su prioridad.
Hace cuatro años su amigo y actual socio Emi Aranguren se acercó con una propuesta: crear un estudio y taller de serigrafía para imprimir sus obras. No lo dudó un segundo: Moscardi abandonó la facultad y el trabajo que tenía entonces, y puso todas sus energías en TEG. Su amigo lo introdujo en el mundo de los pósters de rock y fue ahí donde más aprendió sobre el diseño.
“Lo que busco en mis trabajos es darle un sonido al diseño. Buscar el ritmo y la velocidad adecuada. Encontrar el tono de la imagen, su afinación y hacer de la tipografía algo audible“, comenta Moscardi. El arte de un disco o un póster son para él semejante a una composición musical: tiene que armar cada parte minuciosamente hasta crear una melodía que se pueda ver. “Cuando realizo diseños para bandas, quiero que mi trabajo genere esa misma sensación que yo tuve. Quiero que el arte suene a pesar de su silencio o incluso contra él”.
Moscardi se vio muy influenciado por el trabajo de Niklaus Troxler, diseñador suizo que considera que un póster puede ser música y que el arte gráfico que lo compone es un instrumento. Otro referente importante es Winston Smith, diseñador estadounidense que se encargó de realizar todo el arte de la mítica banda Dead Kennedys y la tapa de Insomniac (1995) de Green Day. A su vez, el trabajo del argentino Santiago Pozzi es de suma importancia para pensar su práctica artística.
A la hora de encarar el trabajo, Moscardi piensa mucho en el concepto y comienza escribiendo algunas palabras claves. Escucha el disco y se imagina cómo podría estar representada la música. También realiza bocetos bien simples a mano o con la computadora. Sus diseños unifican el punk con el pop: en ambas corrientes la simpleza y los colores aparecen como marca pregnante de un estilo que busca impactar y seducir.
Para Moscardi, el punk está asociado con la libertad. Es un universo que va más allá de la música, se podría decir que es una filosofía de vida. Es algo que le fascina y a la vez le cuesta explicar. La ropa, las imágenes, la música, las tipografías, la paleta de colores, los materiales: todo es motivo de asombro para él. El arte punk tiene un carácter artesanal que lo vuelve sincero y cercano. Cualquiera puede verlo, cualquiera puede hacerlo. Mirar una de sus obras obra es una invitación al cambio: a sospechar de aquello que nos rodea y encontrar en la música un eterno refugio contra los obstáculos del mundo.