Si hay una queja recurrente con respecto a la oferta audiovisual por streaming, esa recae en Netflix y su menú comercial, seguro y carente de riesgos. Es cierto que por ser (todavía) la plataforma más popular cuida mucho sus contenidos, pero en el último tiempo se percibe cierto relajo y libertad para producir o adquirir otro tipo de proyectos, contando en muchos casos con el aval de la firma de autor. Encontramos gran parte de la filmografía para nada convencional de Miyazaki o Almodóvar, o la flamante Ruido de fondo, la para nada netflixiana nueva película de Noah Baumbach. Y así podríamos pensar en otros ejemplos.
De todos modos, el algoritmo de Netflix es terco y siempre te muestra lo mismo, o lo más nuevo, o lo que cree que te gusta con dudoso criterio y resulta que hay bastante más contenido donde bucear. El menú sin manipular es la puntita del iceberg. Nos metimos en las profundidades y encontramos películas de todas las latitudes que son toda una apuesta ética y/o estética, con una visión artística clara o con la actitud suficiente para ser desafiantes y por eso estar escondidas en un rincón, como si no pertenecieran allí.
Lirismo violento desde la selva colombiana o desde las calles oscuras de Taipéi, espíritu clase B brasileño, problemáticas de identidad de género o de jóvenes sin rumbo ni posibilidades, plot twists espectaculares y mucho más en esta lista de 8 joyas ocultas disponibles en Netflix.
Los exterminadores del más allá contra la rubia del baño
2018 – Dir: Fabricio Bittar
El nombre ya es una señal: esta producción brasileña es una fiesta absoluta. Por supuesto no hay ninguna intención de crear una obra de arte, solo pasarla bien, reírse y mucho. Y para eso qué mejor combinación en el cine que la comedia y el terror. Un grupo de youtubers demasiado inspirados en los Cazafantasmas “investiga” –porque en realidad monta y falsea- casos paranormales hasta que en un colegio se topan con uno de verdad: la loira do banheiro (o rubia del baño), que de hecho es una popular leyenda urbana de Brasil. Un timing impecable para mechar acción, humor y suspenso; un arsenal de chistes que van de lo agudo a lo absurdo, pasando por lo zarpado y lo escatológico; personajes odiosos que luego son queribles, posesiones muy originales –hay una escena con un feto tan genial que vale por toda la película- y mucha, mucha sangre. Los exterminadores del más allá… realmente lo tiene todo.
Piola
2020 – Dir: Luis Alejandro Pérez
Martín y Charly son amigos y tienen una banda de rap y hip hop que los evade de sus problemas familiares y económicos. Sol, por otro lado, en su día a día se apoya mucho en su perra hasta que se escapa y sale a buscarla desesperada. Esta ópera prima de origen chileno es un relato coral que narra con mucha agudeza –y esquivando la denuncia- el difícil paso de la adolescencia a la primera juventud en un país como Chile, donde se huele en el aire el no future neoliberal. La falta de movilidad social, las brechas generacionales irreconciliables donde padres y docentes ni siquiera entienden a los jóvenes y el acecho omnipresente de la policía son moneda corriente pero los chicxs tienen a sus amigxs, la calle y la música. “El hip hop es mi casa”, dice Martín en una entrevista por la radio. Una película chiquita y muy independiente, pero con un corazón enorme.
Cities of Last Things
2018 – Dir: Wi Ding Ho
Esta coproducción entre Taiwán, China y Francia, dirigida por el malayo Wi Ding Ho, cuenta en reversa la trágica vida de un hombre en tres noches clave. Tres sucesos horribles: de adulto mayor, de joven y de adolescente, siendo los últimos dos una especie de explicación de por qué Zhang es tan violento y taciturno cuando lo conocemos. Entre el melodrama, el thriller y el noir distópico, cada segmento juega con los géneros con suma maestría siendo, sobre todo el primero, de una belleza y una melancolía abrumadora. Un peliculón de destinos crueles y amores rotos que podría perfectamente ubicarse entre la filmografía de Wong Kar-wai y Paris, Texas de Win Wenders.
Pieles
2017 – Dir: Eduardo Casanova
Qué hace semejante barrabasada en el catálogo más bien moderado de Netflix es algo que nunca lo sabremos. En su opera prima, el actor español Eduardo Casanova quiso rendirle tributo a su adorado John Waters y tiró todas las provocaciones al asador, dejando al Rey del Mal Gusto como a un bebé de pecho. Con una estética muy trabajada -e hipnótica- entre el kitsch y el preciosismo de tonos rosados y violetas, Pieles sigue el derrotero de un puñado de freaks: una prostituta sin ojos, un chico que se quiere deshacer de sus piernas y una mujer que tiene el ano en el lugar de la boca (y viceversa) son los que más llaman la atención. Un delirio hermoso para los amantes de lo bizarro que podría ser solo eso, pero lo interesante es que entre toda esa controversia se filtran frases e ideas que invitan a la reflexión sobre los parámetros de belleza, la diferencia entre el amor y el deseo y la comodidad –o no- con el propio cuerpo. Pieles arranca como una broma pesada, pero al final te deja pensando.
Girl
2018 – Dir: Lukas Dhont
Girl es la historia de Lara (Victor Polster) y su lucha constante –y desesperante- con su cuerpo. No solo con el desarrollo de la pubertad masculina, que ella suprime con hormonas feminizantes en una primera etapa de transición de género, sino también practicando danza clásica con demasiada exigencia, hasta hacerse sangrar los pies. Esta película belga, opera prima del director Lukas Dhont, además de arrasar en festivales –Cannes incluido-, dividió las aguas en la comunidad trans por utilizar un varón cis en el papel de Lara. Pero, más allá del debate, el trabajo de Polster es deslumbrante y la película realmente funciona gracias a él. Además de ser bailarín y realizar con altura las numerosas secuencias de ensayos de ballet, le imprime a Lara tal nivel de ternura y fragilidad que la empatía resulta inevitable. Y eso, posiblemente, sea lo más valioso en films con este tipo de temáticas.
https://www.youtube.com/watch?v=4rRAg38ac9U
La perfección
2018 – Dir: Richard Shepard
En esta ocasión no conviene adelantar mucho de la trama porque el valor de esta producción estadounidense reside en un par de giros espectaculares en una historia donde nunca nada es lo que parece. De pequeña, Charlotte (Allison Williams, una de las chicas de Girls) era una promesa del violonchelo pero tuvo que abandonar la prestigiosa y súper exclusiva academia de música cuando su madre enfermó. Diez años después decide volver y se encuentra con Lizzie (Logan Browning), la nueva prodigio que ha ocupado su lugar. Las dos pegan onda y hasta ahí se puede contar sin spoilear. Cierta aura inquietante pero algo ingenua en un momento hace click para dar paso a un espiral de horror y violencia y la película se convierte en otra. Y luego en otra. Semejante nivel de osadía y desparpajo siempre se agradece.
Monos
2019 – Dir: Alejandro Landes
Un puñado de adolescentes juega al futbol con los ojos vendados y una pelota que hace ruido. El entorno es realmente espectacular: están en una montaña tan alta que las nubes los rodean. Pronto la diversión se acaba y comienza un duro entrenamiento. Ellxs son los Monos, un grupo guerrillero armado con una confusa misión que cumplir. Así comienza este enigmático film colombiano que se pasea entre la crudeza y el lirismo con notable virtuosismo. La fotografía de la imponente selva es exquisita y el score y diseño de sonido producen una inmersión hipnótica al punto de casi poder sentir los aromas salvajes de la tierra mojada o la lluvia. Arriba lxs chicxs juegan pero un accidente hará que todo se salga de control generando conflictos entre ellos. El descenso hacia lo más profundo de la jungla estará signado por traiciones, deserciones y huidas para salir de allí con vida.
The Host
2006 – Dir: Bong Joon-ho
En las profundidades del Río Han, en Seúl, ha mutado un monstruo anfibio con cabeza de Demogorgon que no tardará en atacar la capital surcoreana, arrastrando con sus largos tentáculos a cualquier persona que se cruce por su camino. Una de ellas es la adolescente Hyun-seo, pero quizás todavía haya esperanza y la familia, con su padre desastroso a la cabeza, sale al rescate. La trama de la segunda película del hiperpremiado Bong Joon-ho es sencilla y lleva las marcas de la casa del director de Parasite (2019): sentido del humor absurdo mechado con crítica social –en este caso, como en Okja (2017), más orientado a lo ambiental- y una familia tan disfuncional como querible. El CGI de la criatura no envejeció muy bien pero la diversión sigue intacta.