La filmografía de Pedro Almodóvar ha mutado en los últimos años, perdiendo algo de la efervescencia de sus comienzos o las excentricidades de sus personajes. Esta etapa del realizador propone la humanidad de los caracteres más ligada a la profundidad del existencialismo, ya sin el brío de la juventud y el desacato. Su más reciente entrega es Madres paralelas, un drama de gran profundidad que nuevamente pone en foco uno de los temas centrales de su obra: la maternidad. Con una de sus Chicas Almodóvar predilectas al frente, Penélope Cruz, el director relata una historia atrapante que incluye novedades en su manera de narrar.
La historia no tiene nada de simple: dos mujeres -una menor de edad y otra a punto de cumplir 40 años- se encuentran en pleno trabajo de parto. Ninguna tuvo un embarazo planeado, pero la primera está llorando por lo que deberá afrontar y la segunda está emocionada por haber logrado una de las pocas cosas que le faltaban en su vida. Si bien este encuentro en la clínica se concibe como una mera casualidad, ambas quedarán unidas para siempre al descubrir que sus hijas han sido cambiadas accidentalmente en la sala de observación. Si bien la maternidad, o bien las maternidades, son el eje de esta historia, la identidad juega un papel decisivo que finalmente terminará por dominar el relato. Mientras Janis (Cruz), una mujer independiente, realizada laboralmente y exitosa, se construye como madre soltera, también está en una incansable búsqueda de reconstruir su identidad intentando abrir la fosa en la que su bisabuelo se encuentra.
Aquí es cuando ingresa el costado histórico y político del film, en el que Almodóvar toma una postura clara en torno a la importancia de la memoria y la identidad, una problemática que en España sigue vigente como consecuencia de la dictadura franquista y la Guerra Civil. Posiblemente esta sea la primera vez que el director manchego incluye de manera explícita y preponderante la temática política como forjadora de un relato. Si bien las referencias históricas, la denuncia y la contracultura son parte fundamental de su cine (sobre todo en sus primeros films), en Madres paralelas este aspecto es determinante.
En el aspecto que también se puede observar una transformación en la narrativa de Almodóvar es la construcción de los personajes femeninos. En Madres paralelas, el universo masculino está prácticamente ausente y las mujeres ya no son aquellas criaturas melodramáticas y desmesuradas que sufren por el amor de un hombre, sino mujeres repletas de complejidades. Eso se puede ver en el vínculo entre las protagonistas: Ana (Milena Smit) en plena juventud y decidida a construir su vida de manera independiente, se basa en los pilares familiares aunque no tradicionales; y Janis en una adultez que la empuja a valerse por sí misma y buscar el apoyo en mujeres como ella. El director mantiene los yeites de sus rituales tradicionales, como el encuentro con la cocina, los sabores, los familiares y el pueblo de origen, algo que otorga gran calidez a la película.
En cuanto a lo estético, Almodóvar sigue fiel a su estilo. El universo de Pedro está intacto, con la predominancia y el simbolismo de su característico y reinante color rojo, y los vestuarios y decorados que quitan el aliento al espectador. Actrices clave de su filmografía, como Rossy de Palma y Julieta Serrano, dicen presente en papeles secundarios pero decisivos.
Madres paralelas es, ante todo, una película intensa, como no puede ser de otra forma cuando hablamos de Almodóvar. Como en el film anterior, Dolor y gloria, la comedia está prácticamente ausente salvo por mínimos pasajes de diálogos que aportan el absurdo. Sin embargo, Madres paralelas podría desdoblarse en dos películas y por ello la segunda parte del film puede perder algo de la potencia con la que se construye al principio.
Lo que en un primer momento se presenta como una subtrama, la reconstrucción de la memoria y la identidad copan los últimos momentos del film, relegando el aspecto de la maternidad a un segundo plano. De todos modos, el relato logra ensamblar de manera maestra la contradicción de Janis en la búsqueda de su identidad en torno a sus antepasados y el ocultamiento de la identidad de su propia hija.
Madres paralelas está disponible en Netflix y en salas de cine.