Este 7 de marzo llega al Malba ¡Caigan las rosas blancas!, la nueva película de Albertina Carri. El film es una suerte de continuación de Las hijas del fuego (2018) con una fuerte impronta de porno feminista.
La sinopsis oficial de esta película adelanta:
“Violeta es una joven directora de cine que alguna vez hizo, junto a un grupo de amigas, una película amateur de porno lésbico. Debido a aquel éxito, ahora es contratada para hacer una porno mainstream. Pero sus ideas sobre los sistemas de géneros -cinematográficos y sexuados- no le permiten llevar adelante la filmación y huye. Desde la austral Buenos Aires parte con actrices hacia la cálida San Pablo y va encontrando a su paso nuevas formas del relato. El grupo de viajeras va mutando según las geografías y sus estados de ánimo, hasta que el Océano Atlántico, rodeado de mata, se impone sobre toda extravagancia mundana. Un territorio incógnito las recibe voluptuoso. El cine pasa a ser una intención de otro tiempo y la vida el único hallazgo”.
El elenco está encabezado por varias de las actrices presentes en Las hijas del fuego y nuevas incorporaciones: Carolina Alamino, Rocía Zuviría, Maru Marcet, Mijal Katzowickz, Luisa Gasava, Valeria Correa, Laura Paredes y Renata Carvalho. Aquí, Carri -una de las directoras más interesantes de la cinematografía nacional- continúa indagando en las posibilidades políticas del cine y la fusión o eliminación de los géneros cinematográficos.
La palabra de Carri sobre su nuevo film
En un comunicado expresó: “Tal vez alrededor de esos escenarios intuidos, pensados, fantaseados, deseados, es que construimos este nuevo viaje. Con gran parte del equipo de trabajo con el que realizamos Las hijas del fuego nos embarcamos ahora hacia un territorio misterioso y, usando los géneros cinematográficos como los marcos para la metamorfosis a la que nuestras crisálidas se ve expuestas, hacemos arraigo en nuevos interrogantes“.
Este universo de mujeres que propone ¡Caigan las rosas blancas! es también el de la naturaleza, el de los simbolismos y el del desenfado a la hora de contar. “Las mutaciones de los personajes obligan a la narración a acompañar esa metamorfosis con la cadencia que tiene cualquier proceso orgánico. Como la hierba que devora los deshechos humanos o como el capullo que se hace flor o como el gusano que se alimenta para luego envolverse en seda y convertirse en un insecto completamente diferente: un mariposa que no sabe volar”, agregó la directora.