En el día de hoy llegó a los cines Candyman, una nueva cinta que se desprende del clásico de horror de 1992 y se sitúa casi 30 años después en el mismo universo que en la primera, pero con un visión diferente sobre este asesino con mano de garfio que aparece cuando su nombre se pronuncia cinco veces frente a un espejo. Luego del film iniciático, la saga contó con dos películas más y esta vendría a ser la cuarta entrega.
Esta película ha sido catalogada por sus propios creadores como una “secuela espiritual” y uno de los puntos que la hizo atractiva desde que fue anunciada es que cuenta con el guion de Jordan Peele. El director de Get Out y Us ha logrado erigirse como una de las figuras más interesantes del cine de género de la actualidad ya que no solo otorga una frescura al terror sino que involucra en sus tramas cuestiones sociales y militancias raciales. Para la nueva Candyman, el guionista ha incluido estas cuestiones en el argumento, aún con más fuerza de lo que ya se vio en las originales.
Como directora de esta secuela ha sido elegida Nia DaCosta, quien se dio a conocer con su ópera prima Little Woods en 2018 y demostró manejar con sutileza y maestría muchos elementos del cine de género. DaCosta se unió a Peele en la creación del guion y ambos compartieron la idea de imprimir a esta historia una impronta de denuncia social en contra del racismo. El elenco está encabezado por Yahya Abdul-Mateen II, Tony Todd, Teyonah Parris, Nadia Simms y Colman Domingo.
En cuanto a la trama, la película nos sitúa en Cabrini Green, aquel vecindario de Chicago por el que circulaba la leyenda urbana de Candyman y que la protagonista del film de 1992 descubría que poco tenía de leyenda y mucho de realidad. Ahora, aquel lugar se ha convertido en un espacio completamente diferente, de hecho hasta se erige como un lugar de lujo, y es habitado por millennials y personas que desconocen completamente el pasado que yace en aquellas tierras.
A nivel general, la crítica ha sido benevolente con Candyman, ya que logra lo mismo que Peele alcanzó en sus films anteriores: suscitar el horror atravesado por una realidad histórica y sociopolítica, lejos de necesitar artificios terroríficos que provengan de la fantasía o la ficción.