“Esta no es una película sobre mi padre”, asegura Mariano Llinás. “Tampoco es una película sobre Clorindo Testa”. Como esa mágica ironía que tan bien supo manejar Magritte, el aclamado cineasta insiste una y otra vez en definir la película por aquello que no es. Y si no es todo eso, ¿entonces qué es? En palabras de su artífice y protagonista, Clorindo Testa es una película sobre el libro que escribió su padre Julio Llinás en 1962, a propósito del famoso arquitecto y pintor, con quien mantuvo una estrecha amistad. Pero resulta que tampoco es eso. “Ahora la película abandonará el último de sus reparos estéticos”, vuelve a avisar Llinás en otro de sus tantos giros inesperados, a modo de acuerdo tácito con el espectador que ya conoce el código. Para aquel que no, será una invitación a dejarse seducir por esos juegos de prestidigitación y ver adónde conducen. El resultado es igual de satisfactorio e hilarante en cualquiera de los casos.
Con la excusa de hacer un film por encargo a pedido de la fundación Andreani, Llinás emprende un derrotero que desafía todo convencionalismo, y se mueve a sus anchas entre la ficción y el documental. Su voz en off va hilvanando una estructura laberíntica que transmite familiaridad, tanto como se nutre de ella. Desnudar el artificio del cine, atentar contra esa solemnidad que a veces lo impregna, más que una estrategia creativa es para Llinás una forma de encarar el arte y la vida; y en esa sucesión de momentos desopilantes que componen la película, ocurre una coincidencia insólita: aparece una columna del diario La Nación, en donde el periodista Marcelo Gioffré describe la vida de Llinás padre como una metáfora de la Argentina en el siglo XX, en clave de ascenso y caída. En vez de indignarse con el hallazgo, Llinás lo lleva a su terreno: le divierte el absurdo y lo incorpora a la trama.
Como el eterno backstage de un filme-ensayo que se redefine en cada escena, vemos a Llinás debatir con su colega de El Pampero en la sala de montaje mientras editan el proyecto, recrear con actores a modo de ejercicio paródico una reunión que no logró registrar, entrevistar a su primo casi sin dejarlo hablar, en la cotidianidad con su madre, o improvisando una caminata con su hijo en los alrededores del Centro Cívico Santa Rosa, diseñado por el mismo Testa. Y es ahí donde todo confluye. En ese aparente azar, en esa película que intenta no tomarse en serio a sí misma, Llinás termina construyendo uno de sus retratos más vivos y conmovedores. Una reflexión sobre la relación con su padre, sobre la amistad, el arte, la patria y el recuerdo.
Clorindo Testa, de Mariano Llinás
2022 – Argentina
Sección: Competencia oficial argentina
Seguí la cobertura del 24 Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente en este enlace.