La fascinación por acercarnos a la intimidad de nuestros ídolos parece ser una necesidad nunca satisfecha; más aún si al ídolo lo rodean las drogas, las historias tormentosas de amor, el mito de “ser distinto” y, sobre todo, el suicidio. Esta fascinación por el morbo consta, básicamente, en tratar de saber lo más posible acerca del icono que nos obsesiona, meternos como ratas entre sus secretos, recuerdos e historias para armar un rompecabezas y tratar de entender su obra y sus actos. Podría decirse que esta es la operación que lleva a cabo Cobain: Montage of Heck. Este es el primer documental autorizado sobre el líder de Nirvana, que tiene como una de sus productoras ejecutivas a Frances Bean Cobain, hija de Kurt y Courtney Love. Brett Morgen está a cargo de la dirección de esta historia de vida, que se presenta justamente como un montaje de fragmentos de la vida íntima de Cobain; un collage de fotos, filmaciones caseras, escritos de diarios íntimos y cuadernos, testimonios de una Courtney Love venida a menos, un nostálgico Krist Novoselic y los malos de esta película, la disfuncional familia de Kurt (varios nos quedamos esperando la presencia de Dave Grohl). Podríamos pensar la obra como el intento de responder un cúmulo de interrogantes que rodean al ídolo adolescente de los ’90. Así, la historia arranca desde el casamiento de los padres de Kurt hasta la muerte de él; y tiene una estructura de “causa-consecuencia”: a partir de la angustiosa infancia y adolescencia de Kurt y de su condición débil de salud, se intenta comprender su adicción a la heroína y por supuesto, su temprana muerte. Igualmente, se hace mucho hincapié en el tormento que significó para Cobain el ascenso desmesurado a la fama y la carga de ser la voz de una generación.

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