José Celestino Campusano es un cineasta imparable, uno de los más prolíficos de nuestro cine. Este jueves 20 de marzo arriba Territorio, su película situada en la provincia de Buenos Aires -como gran parte de sus historias- que se sumerge en la vida de Román, un boxeador veterano que parece no poder alejarse de la violencia en sus diferentes manifestaciones.
Campusano narra historias sin juzgar a sus personajes, acudiendo a un estilo propio en el que el documental y la ficción se fusionan exitosamente. En esta historia confluyen los punteros políticos, la policía, la violencia de género, la infidelidad y la lógica barrial. Y en el centro está Román, un personaje que conocemos por un recorte de su vida lleno de problemas.

El director define a su nuevo film como “una vorágine existencial protagonizada por personas a merced de sí mismas y de su temperamento”. Y así es como vemos transitar a los personajes que parecen querer mejorar pero el entorno los succiona.
El cine comunitario de Campusano ha sido, desde sus inicios, un cine que recrea con fidelidad la vida en provincia -para luego ampliarse a diferentes espacios, incluso a diferentes países-, sin una romantización de la pobreza ni la exageración amarillista de las vidas de sus habitantes, algo en lo que cayó en varias oportunidades el Nuevo Cine Argentino -y exitosas piezas televisivas-.

Uno de los aspectos mejor logrados de la película es la suerte de cofradía que existe entre Román, su padre y su hijo, quienes representan tres hombres de diferentes generaciones: anacrónicos en algunos aspectos para la sociedad progresista, imputables en otros y fascinantes en la transmisión de valores y el cuidado entre ellos.
La unidad básica, las calles de tierra, las casas de los candidatos, el gimnasio, los bares y el ring comunal son los espacios que componen esta película coral que prescinde de artificios, convoca a no actores y se corre de las tendencias del cine actual. Estos lugares son clave para la construcción de los personajes, para comprender sus decisiones o también reprocharlas.

Román resulta tan atractivo como incómodo y es por la propia humanidad que el director logra captar en cámara, habiendo elegido retratar hechos que sucedieron cercanos a la filmación de la película. Y es allí donde reside la maestría de Campusano, quien decide no edulcorar ni fatalizar la realidad.
“Intento ante todo poner de relieve la humanidad, la soledad, la nobleza y los valores no convencionales de este hombre que simplemente es un fiel reflejo de su entorno”, agregó sobre la búsqueda de este film, algo que se puede rastrear en casi toda su filmografía.