El director japonés Ryûsuke Hamaguchi (responsable de Drive My Car) estrenó recientemente el film El mal no existe, una delicada y cruda mirada en torno a las oposiciones entre el campo y la ciudad y una reivindicación de la conservación de lo natural frente al rabioso progreso.
La historia de El mal no existe es simple: una comunidad japonesa de 6 mil habitantes recibe a los representantes de una empresa que está pronta a instalar una colonia de glamping en la zona -un proyecto que atentará contra los recursos naturales y la comunidad-.
Mientras los dos encargados del proyecto intentan convencer con videos y palabras decoradas a los locales, la comunidad se muestra reticente frente a lo que podría ser una gran amenaza para su ecosistema y, en consecuencia, su vida y salud.
El film toma una clara postura frente al tema cuando dedica una extensa primera parte a mostrar la vida de los locales en profundo contacto con la naturaleza, el respeto por otras especies y el vínculo económico productivo que mantienen con sus bosques, arroyos y flora autóctona.
Glamping es la unión de camping y glamour, explican los encargados de esta agencia. Estos dos conceptos se vuelven automáticamente ridículos frente a la comunidad que observa descreída, con miradas serias y en una clara resistencia que los enfrenta a los planes capitalistas.
La primera parte de la película se dedica a mostrar una vida que no es perfecta pero que sí está construida desde la armonía, cuyas piezas parecen funcionar de manera ideal en un respeto mutuo entre los habitantes y el espacio.
Es el ingreso de los forasteros lo que pondrá en peligro el equilibrio, ya que los ideales de “progreso” que plantea el proyecto de glamping se presentan amenazantes para la comunidad que parece no estar dispuesta a ceder.
En esta película, Hamaguchi ensaya una postura ecologista, mientras desarrolla la clásica dicotomía campo/ciudad y apela a un final con tintes fantásticos que se cimenta en el desequilibrio que crea el ingreso de un otro en la cotidianidad, algo similar a lo que plantea Rodrigo Sorogoyen en As Bestas.
Para tratar un tema actual y realista, Hamaguchi acude a un exquisito diseño sonoro en el que los sonidos de la naturaleza cobran preponderancia frente a los diálogos. Los planos fijos tienen también un fuerte protagonismo e invitan a una experiencia contemplativa y con ritmo lento, dos elementos que tienen su correlato con el espacio retratado y sus habitantes.
El mal no existe es una película delicada, donde la violencia está presente pero no de manera explícita. El film está actualmente en salas seleccionadas y también se proyectará en el marco del Mubi Fest a realizarse entre el 12 y 15 de septiembre.