El terror parece ser el género que está salvando al cine en los últimos años. Mientras que los films de horror fueron considerados durante años como piezas menores dentro del séptimo arte, en la última década son los que levantan la voz sobre temáticas diversas, actuales y críticas, que escapan al mero entretenimiento.
La hora de la desaparición se inscribe en esta línea de películas que convocan a públicos amplios para narrar una historia sobrenatural, pero que también plantea un estado social. La premisa es tan simple como aterradora: una noche como cualquier otra, 17 niños —todos pertenecientes al mismo curso escolar— se van de sus casas a las 2:17 de la mañana sin dejar ningún tipo de rastro.
Ante el inexplicable hecho, las familias y la institución se movilizan, aunque no parece inquietar del mismo modo a las autoridades policiales. Con una narrativa que se asemeja a la de films como Tres anuncios por un crimen o Fargo, la película nos sitúa en una pequeña ciudad y en las peculiaridades de sus ciudadanos. La resolución del enigma llegará tarde, pero, mientras tanto, se despliega la imperfección y la corrupción de la naturaleza humana.

A diferencia de las final girls clásicas de los slashers o de los héroes tradicionales, quienes buscan la respuesta en esta historia están lidiando con sus propios demonios, que lejos están de ser sobrenaturales, y la valentía no es una de sus principales características.
Así, el film acude a la estrategia narrativa de contarnos los hechos desde diversos puntos de vista, lo cual habilita al espectador a tomar el rol detectivesco. El director Zach Cregger ya sabe lo que hace, pues deslumbró a los adeptos al terror con Barbarian, una película que también aprovecha las temporalidades y la lógica coral para dar complejidad a la historia.
Entre los aspectos más destacados de la película se cuentan las actuaciones de Julia Garner y Josh Brolin, dos actores con amplia experiencia aunque no identificados con el género. Sin embargo, sus roles en este film requieren más bien un desarrollo dramático, porque son sus tormentos personales los que guían sus acciones y gran parte de la historia, y lo logran con creces.

En el plano del terror propiamente dicho, La hora de la desaparición cuenta con efectivos jump scares, una compleja construcción del villano y la simbología de los niños desaparecidos, que desde su presentación apela al componente tétrico.
Si bien estamos frente a una película que tiene al entretenimiento como una de sus vías narrativas, su planteo se dispara por encima del hecho sobrenatural en sí para hablar sobre poder, desprotección infantil, ausencia de las instituciones y la idea de que cualquier persona, si analizamos íntimamente sus demonios, puede ser la responsable de una pesadilla.
La hora de la desaparición está en salas de cine.