Antes de su estreno, la nueva película de Juan Antonio Bayona contaba con un aspecto que podía convertirse tanto en ventaja como en desventaja: el abordaje de una historia mundialmente conocida que ya fue llevada al cine hace 30 años. La tragedia de los Andes es un hecho real que ofrece múltiples condimentos atractivos, fascinantes y que sin dudas parecen sacados de la ficción.
La historia sigue a un equipo de rugby que viaja de Uruguay a Chile, pero su avión se estrella en la montaña, dejando muertos y heridos. El contenido podía resultar novedoso para nuevas generaciones o para algún despistado que no estuviera al tanto de la historia, por lo que Bayona tuvo que demostrar que la forma es fundamental para el arte.
El director español emprendió la tarea de relatar nuevamente lo que un blockbuster estadounidense hizo en 1993, lo que decenas de documentales y libros han abordado y lo que la historia conserva como acervo popular. Entonces… ¿Cómo narrar un hecho conocido y que la ficción jamás podrá superar? La sociedad de la nieve es una película que lleva al espectador a revivir la odisea de este grupo de personas que llegó al extremo para sobrevivir y lo logró. Sin embargo, ofrece una nueva forma de narrar los hechos.
Un film signado por el terror
Cuando pensamos el cine como representación, poco importa que conozcamos la historia al dedillo, pues es la experiencia cinematográfica y artística lo que otorgará placer y convocará nuestro interés. Con esto en mente, Bayona construye un film signado por el terror, haciendo honor a sus comienzos con El orfanato (2007), y se da el gusto de potenciarlo con elementos sonoros, visuales y narrativos clásicos del género.
La noche de los muertos vivos y El resplandor sobrevuelan en muchas escenas de La sociedad de la nieve, lo cual otorga momentos de un dramatismo supremo y convocan a intensificar el horror. Siguiendo por lo aprendido a lo largo de su filmografía, los yeites del cine catástrofe le son de suma utilidad para construir momentos clave como el accidente aéreo. Allí, claro, podemos encontrar la influencia de Lo imposible (2012).
Lejos de encasillarse en drama, cine catástrofe o terror, el film de Bayona apuesta a incorporar elementos del cine de aventuras, género en el que también pudo incursionar trabajando en la franquicia Jurassic World. De este modo, La sociedad de la nieve parece ser, por momentos, la demostración de la madurez de un director con el claro objetivo de crear un blockbuster con impacto. Pero también da cuenta de la multiplicidad de posibilidades que abre aquella historia real que supera a la ficción.
Un homenaje a los vivos y a los muertos
La comparación con Viven se vuelve inevitable y Bayona parece trabajar sobre esa base, conservando lo que funciona, aprovechando los enormes avances tecnológicos que separan a ambos films y dando un paso más allá en varias cuestiones. Por un lado, La sociedad de la nieve tiene un claro objetivo: homenajear a los sobrevivientes al incluirlos a casi todos a través de cameos. Sin embargo, también destaca a los muertos mediante varios recursos: el narrador, la visibilización de nombres completos y edades de las víctimas, y la constante inclusión de las reflexiones agónicas en el relato.
Donde también decide ser más jugada esta nueva versión es en el canibalismo. Mientras Viven opta por una representación más cauta, el canibalismo aquí es el centro de una discusión moral, ética y religiosa. Además, ingresa de manera efectiva en la imagen: los cuerpos, la carne humana como único vehículo de supervivencia mostrada en primeros planos, los esqueletos y la construcción de un plan de acción organizado para realizar la dura y cruenta tarea de cortarlos.
La naturaleza, un monstruo que nadie puede controlar
Si bien La sociedad de la nieve es una fusión de géneros y posee diversos elementos efectistas que van directo a la emotividad, también se toma la libertad de proponer formas novedosas. Si analizáramos el film de Bayona como una pieza de terror, el monstruo sería la naturaleza, más precisamente la inmensidad de los Andes. Ese espacio de belleza inconmensurable es también el enemigo constante: aparentemente estático e inmutable pero repleto de peligros que se traducen en desafíos para este grupo de personas que decide conscientemente sobrevivir y pelearle al “enemigo” con diversas herramientas y conocimientos.
La naturaleza es el monstruo más implacable en un film de terror, porque es incontrolable, impredecible y no ataca. No estamos frente a un asesino enmascarado que repite comportamientos y tiene puntos débiles que el héroe o la heroína deberán descubrir. Así están retratados los Andes, con grandes planos generales que logran inquietar al espectador pero que abruman con su belleza. A diferencia de la gran mayoría de los films de terror, aquí no hay un héroe individual sino colectivo, un héroe que reivindica a las víctimas y se fortalece gracias a su naturaleza gregaria.
La sociedad de la nieve está disponible en Netflix.