“¿Cuánto puedo elegir todavía y a qué costo?”, se pregunta el personaje encarnado por Romina Paula en De nuevo otra vez, su ópera prima como cineasta. La protagonista no solo se llama Romina; sino que, al igual que la directora, tiene ascendencia alemana, un hijo pequeño y una particular visión del mundo que la confunde aún más al acercarse a sus 40 años. Desbordada por una crisis existencial y marital, decide pasar una temporada en la casa de su madre.
La maternidad y sus limitaciones socialmente pactadas son el eje central de este largometraje que aborda el asunto con un humor sutil y buen ritmo narrativo. Sin embargo, a medida que avanza su trama se abre lugar a una infinidad de preguntas. ¿Una mujer debe decirle adiós a su exploración sexual cuando se convierte en mamá? ¿Cómo puede una madre saber qué es lo mejor para sus hijos? Más aún, ¿por qué asumimos que la formación emocional de los niños debe recaer sobre la madre? ¿Acaso pensamos que los hombres son inferiores o incompetentes en ese sentido? O, por el contrario ¿vemos a las madres como esclavas del devenir sentimental y personal de su descendencia? Cuando la cinta incluye una alusión directa a la revolución de las hijas que se vive actualmente en países como Argentina, queda en evidencia que gracias al avance de las diferentes olas del feminismo, hoy nos atrevemos a cuestionarnos sobre las formas de maternar.
Paula había demostrado ser una excelente narradora en su obra literaria y teatral. Pero el cine se sirve de otro tipo de lenguaje, con sus propios recursos y exigencias. Ella optó por entregar una película ensayística y autorreferencial en la que sus personajes despliegan monólogos intensos sobre temas como la vida en el campo o en la ciudad y las diversas formas del amor de pareja. El guión no tiene miedo a gritar que lo personal es político, así que está plagado de reflexiones y manifiestos al mejor estilo de Agnès Varda y se recurre al uso de fotos del archivo personal de la directora. A nivel actoral, Romina se luce encarnando a una mujer llena de angustias, pero también de curiosidad y afecto. Sus dilemas se condensan en frases que suelta a manera de confesiones, como cuando señala “A veces quisiera ser el padre.”
Además de presentar el astuto debut de Paula como cineasta; De nuevo otra vez es una puerta de entrada al entendimiento de que la maternidad es una construcción social.