Elliot Page es uno de los actores que más ha revolucionado la industria de Hollywood en lo que a visibilidad trans refiere. Fue en 2020 que el intérprete decidió compartir con el mundo su identidad de hombre trans, siendo que durante años fue conocido en el cine como mujer. Su pronunciación pública vino acompañada de una militancia política en torno a los derechos y a la visibilización de las identidades diversas, algo que lo volvió una figura paradigmática en el tema dado su gran alcance a nivel masivo.
Fue en un discurso pronunciado en el festival de cine de Outfest, organización que apunta a la visibilización de la comunidad LGBTIQ+, que habló de la paupérrima representación que han tenido las identidades diversas en el cine durante años. Por eso, no dejó de citar la importancia de aquellos films que sí apostaron a la representación de minorías y la fuerte influencia que tuvieron sobre él mismo y su identidad, lejos de ser un mero entretenimiento. Ejemplo de estas películas, el actor de Juno nombró But I’m a Cheerleader, el film de 1999 dirigido por Jamie Babbit.
“Y luego, ya sabes, a los 15, cuando estás pasando los canales y te encuentras con But I’m a Cheerleader y el diálogo en esa película, y las escenas en esa película simplemente transforman tu vida. Casi creo que no hablamos lo suficiente sobre lo importante que es la representación y lo suficiente sobre cuántas vidas salva y cuántos futuros permite”, expresó.
Esta película cuenta la historia de Megan, una chica aparentemente perfecta que es enviada por sus padres al centro de rehabilitación para homosexuales, True Directions. Aunque ella todavía no es consciente de su orientación sexual, su familia y entorno hará todo para llevarla por el “camino correcto”. Lejos de tomar la senda de la heterosexualidad, en su paso por este centro, Megan se enamorará de una compañera. But I’m a Cheerleader es una comedia paródica que se volvió un film de culto por la manera en la que aborda una crítica social y se convierte en un título queer infaltable.
Al hacer referencia a esta película, Page hace hincapié en la importancia de la existencia de estos films así como en la necesidad de que este universo se amplíe: “Por mi parte, sé que sin las diversas representaciones con las que me encontré cuando era niño y adolescente -había muy poco-, simplemente no sé si lo hubiera logrado. No sé si habría superado los momentos de aislamiento, soledad, vergüenza y odio a mí mismo que eran tan extremos, poderosos y omnipresentes que apenas se veían”, agregó Page.
Pasá a leer nuestra reseña por los 20 años de But I’m A Cheerleader: “La sátira queer de culto“.