El mundo cinematográfico está en vísperas de una nueva edición del Festival de Cannes y este año se cumplen cinco décadas de aquella vez que el certamen no tuvo ningún ganador.
La revuelta que alborotaba las calles en lo que se le llamó el Mayo Francés, logró la suspensión del festival más importante del mundo, consiguiendo el apoyo de muchos cineastas que decidieron retirar sus películas de la competición. Estudiantes y obreros eran detenidos por la policía afuera de las salas de cine y esto era inaudito para un sector no podía admitir que el séptimo arte no mostrara empatía con la situación y siguiera celebrando como si nada. La revolución estaba en las calles y se mostraba también en la pantalla gigante, las películas eran mucho más políticas, así que era una incongruencia que el cine se mostrara exento de la realidad social del país.
El festival dio inicio con normalidad, y esa misma noche la policía reprimió a miles de estudiantes de la Sorbona que se estaban manifestando en contra de las políticas del presidente de aquel entonces, Charles de Gaulle; pero al transcurrir los días, el desagrado era mucho mayor y en los pasillos se empezaba a rumorear lo que el lado más conservador no quería escuchar. Directores como Jean-Luc Godard y François Truffaut dieron conferencias a las celebridades de Cannes para que fueran conscientes de lo grave que era aislar al cine de lo que pasaba en la calle. Toda la gente sabía lo que pasaba, cada vez más desocupación, cada vez más pobreza; pero había una parte que buscaba la conformidad en la ficción y quería ignorar los hechos reales. El agite que arrancaron los estudiantes contagió a los obreros y a los sindicatos. Del agite se pasó a las huelgas, fábricas tomadas, el tren interrumpido, y a todo aquello la policía respondía con palazos mientras que las decisiones de arriba delegaban un enfrentamiento entre clases.
Los estudiantes desafiaron el gobierno consiguiendo el apoyo de los sectores de izquierda. Era una generación joven influenciada por la intelectualidad de la época, pero también bañada en el espíritu rebelde de la música de referentes como Bob Dylan, The Rolling Stones, Jefferson Airplane y tantos más. El pueblo empezó a salir a las calles, entonces el poder se puso alerta. La revolución comenzó a tomar otros sectores culturales y encendió la chispa en Cannes. Al ser destituido de su labor, el director de la Cinemateca Francesa, Henri Langlois, levantó su pulgar dando la razón a los discursos políticos que se empezaron a gritar dentro del hall principal. La alfombra ya no lucía el rojo de la gala aburguesada, sino el rojo ardiente del comunismo.
Jean-Luc Godard fue uno de los voceros principales ya que siempre mantuvo una postura política muy firme en su filmografía, que cuenta con decenas y decenas de películas que van desde ficciones y documentales hasta ensayos y poemas audiovisuales. Casualmente, aquella edición del festival no contaba con ninguna de sus películas; a pesar de que había hecho tres largometrajes y colaborado con cortos en otros tres proyectos.
La realidad que atravesaba el país por ese entonces había influenciado fuertemente la pluma de este director francés y en el período anterior a Cannes realizó films abiertamente de izquierda como La Chinoise, donde hasta se revolean libros de Marx; Week-end, donde se cae la cáscara burguesa y Dos o tres cosas que sé de ella, donde la dura realidad de una mujer te abre el mundo desde una taza de café. Jean-Luc Godard, en aquel entonces, llegó incluso a colgarse de la pantalla de cine para que no se continuara la proyección de las películas. Hoy, cincuenta años después y a sus ochenta y siete, presenta su nuevo film: Livre d’image.
En apoyo a los colegas dentro del festival y empatizando la situación para que sea colectiva en todos los ámbitos, algunos directores decidieron retirar sus películas. El recientemente fallecido, Milos Forman, director checo conocido por sus trabajos como Amadeus o Atrapado sin salida, tuvo una etapa mucho más radical en su juventud y en su tierra natal. Referente de lo que se conoció como “La nueva ola checoslovaca”, participaba con su película Al Fuego, Bomberos, y tomó el micrófono en una conferencia y apartó su cinta de la competencia. Así también lo hizo el español Carlos Saura con su Peppermint Frappé y Alan Resnais con Je t’aime, je t’aime.
Había muchas más películas que vale la pena rescatar, el director húngaro Miklós Jancsó, hacía doble partida en el certamen con la partipación de sus dos películas: Csillagosok, katonák y Fényes szelek. Yabu no naka no kuroneko, del particular director japonés Kaneto Shindo y O slavnosti a hostech, de Jan Nemec, colega del nombrado anteriormente Milos Forman. Entre otras celebridades que habían atravesado la alfombra roja se podía ver la presencia de Roman Polanski quien era entonces miembro del jurado, en las fotos impacta verlo de la mano con Sharon Tate, la bella actriz que un año después sería asesinada por el clan de Charles Manson. El beatle George Harrisson también hizo presencia en el festival porque andaba en la gira de promoción del film Wonderwall, a cual le corresponde su banda sonora.
A pesar de las fuertes críticas que recibía este grupo de directores por los sectores que se le oponían, el apoyo de otras personalidades era fundamental, ya que a partir de 1968, Francia consiguió hacer valer derechos que necesitaban como sociedad, que iban desde grandes cambios igualitarios de género, a cuestiones salariales de los sectores populares.
En el ámbito del cine también había un fuerte enojo porque el instituto apoyaba más a los que les iba bien en taquilla, en vez de apostar por los proyectos más experimentales y de autor que nutrían la variedad. Dentro del festival también hubo modificaciones, al año siguiente se inauguró la “Quincena de realizadores” que se oponía a cualquier tipo de censura política, sea del partido que sea; aunque a su vez eso le abría la puerta a muchas otras miradas sobre el cine contemporáneo. El Festival dio inicio un 10 de mayo y estaba programado para que finalizara el 24, pero se canceló cinco días antes de lo previsto. Fue así como sucedió que tal 19 de de mayo, Cannes corrió su telón por obligación social.