Uno de los grandes momentos de Los Fabelman –la película semi autobiográfica de Steven Spielberg– sucede cuando entra en escena David Lynch. El director protagoniza una breve pero potente escena en la que interpreta al gran John Ford y le da un consejo clave al protagonista.
Lynch aparece con lentes, un parche y fumando en su oficina. Luego de recibir a Sammy (una suerte de versión ficcionalizada del propio Spielberg) le da una lección clave sobre la composición de planos: “Si el horizonte está abajo, es interesante. Si el horizonte está arriba, es interesante. Si el horizonte está en el medio, es aburrido”.
Las condiciones que puso para actuar
Lo cierto es que Lynch se mostró algo reticente a hacer este papel porque no es fan de su faceta actoral, por lo que puso dos condiciones muy claras antes de aceptar: que le den su vestuario dos semanas antes del rodaje y que en su camarín siempre hubiera una bolsa grande de Cheetos.
Sobre el insólito pedido del famoso snack, Lynch explicó en una entrevista con Empire:
“Bueno, Cheetos, para empezar, los adoro. Y en cualquier oportunidad que tengo, como. Pero sé que no son exactamente comida sana. Así que cuando dejo la casa y tengo la oportunidad… Pero no los como tan a menudo, honestamente. Si lo hago, quiero una bolsa grande. Porque una vez que empiezas… necesitas comer muchos antes de poder ir más lento y, finalmente, parar. De otra manera, con una bolsa pequeña, acabarías merodeando durante días tratando de encontrar más. Es un sabor increíble”.
A pesar de su gran fascinación por este alimento, Lynch declaró en el pasado que solía comer todos los días lo mismo y enfocarse en que sea comida tan rica como saludable. Durante años, su almuerzo diario consistió en tomates, atún, queso feta y aceite de oliva.