El 2020 es un año que jamás será olvidado. El año en el que los cines cerraron por completo, el streaming se volvió nuestro mejor amigo, los rodajes se congelaron y la industria cinematográfica sufrió un batacazo.
El cine se volvió una de las actividades diarias en marco del encierro, momento que sirvió para revisitar viejos amores o enfrentarse a largas películas que la vorágine muchas veces deja de lado. Contra viento y marea, el 2020 dio grandes films pero acotados estrenos: muchos desde plataformas y sin la experiencia colectiva que implica ver una película en el cine.
Como cada diciembre, presentamos lo mejor del año en una lista atravesada por temáticas diversas, nacionalidades diferentes y maneras de ver el cine sumamente plurales.
20. On the Rocks
Dir: Sofia Coppola
El nuevo film de Sofia Coppola es la historia de una mujer de mediana edad en crisis con muchas cosas. Rashida Jones arrasa con un protagonismo sincero e intimista, desesperado en la quietud y abatido en la comodidad. Con sospechas de que su marido la engaña, Laura descubre un nuevo vínculo con su padre (un fetichista Bill Murray) y las tensiones con su propia vida se retuercen al tiempo que se relajan mientras ella parece volverse una niña. Ambos se embarcan en una aventura cuasi policíaca, pero de juguete, por la que transitan el feminismo, los recuerdos, el engaño, la monogamia y el ser mujer, madre y profesional. El personaje de Laura es tan real que solo nos queda descansar en la identificación, el descubrimiento y acompañarla en su viaje que es casi un coming of age a pesar de que está a punto de cumplir 40 años.
Coppola se autoreferencia con planos, momentos y escenas de Lost in Translation, algo inevitable al volver a poner en escena a un hombre y una mujer separados por muchos años de edad y en una crisis presente. Si bien el film no es de los más destacado de la filmografía de Coppola, On the Rocks es un retrato sincero. Por momentos se lo puede juzgar de autobiográfico, pero sumamente delicado en rudeza. – Julieta Aiello
19. Bloody Nose, Empty Pockets
Dir: Bill Ross IV, Turner Ross
La dupla de documentaristas Bill Ross IV y Turner Ross (Western, Contemporary Color) volvió a poner sobre la mesa la eterna discusión sobre las nociones de ficción y realidad que pueden convivir en un film documental. Bloody Nose, Empty Pockets retrata en poco más de una hora y media el último día de actividad de un bar de Las Vegas. Su dueño está cansado, los que atienden la barra están entre emocionados y nostálgicos. A medida que avanzan las horas desfilan por el bar sus habitués, de toda clase de procedencias y edades pero todos outsiders. La conexión entre ellos es realmente emocionante y uno se pregunta si alguna vez podría pertenecer a una historia así. De fondo, el contexto sociopolítico: Trump es elegido presidente con el peor pronóstico para las minorías y parecería que ya no hay un lugar para ellos.
La película pasó por importantes festivales del mundo, siempre en categorías relacionadas al documental (estuvo nominado al Gran Premio del Jurado en Sundance y al Teddy del Festival de Berlín) y ahí la polémica: en el metraje nunca se menciona que todo es falso. El bar no existe y, por ende, las escenas de los personajes distan de ser genuinas (incluso el barman que en un momento agarra una guitarra y toca una canción es un músico profesional). ¿La historia es real? La pregunta es totalmente innecesaria. Después de todo, el cine es parte de la misma y fatídica realidad. – Rodrigo Piedra
18. Mujercitas
Dir: Greta Gerwig
Cuando Greta Gerwig anunció que su nuevo proyecto, el sucesor de Lady Bird, sería una adaptación de Mujercitas, fue difícil no vacilar: la novela decimonónica de Louisa May Alcott ha recibido múltiples tratamientos cinematográficos, lo que en sí no puede sino testificar la longevidad de las hermanas March. Pero Gerwig venía de ser celebrada por la singularidad de su voz autoral, y el prospecto de adaptar una obra tan canónica, tan contada y tan universal parecía ir en contra de aquello que la distinguía del resto. Todo lo contrario. Las inquietudes de Lady Bird reaparecen: la forma en que la clase social informa la identidad, el anhelo por pertenecer a una metrópolis, los vínculos complicados con la familia directa. Gerwig mueve el foco del triángulo amoroso entre Jo (Saoirse Ronan), Amy (Florence Pugh) y Laurie (Timothée Chalamet): le interesa más el vínculo conflictivo entre las dos hermanas, retratar las formas en que el comercio y la integridad artística se negocian y, sobre todo, reivindicar diversas formas de feminidad sin jerarquizar a ninguna (Meg no es minimizada por no ser lo suficientemente girl power, Amy es recuperada de las frecuentes lecturas desfavorables en virtud de serlo). El gran acierto de Gerwig es dinamizar una historia conocida sustituyendo su linealidad con un retrato impresionista que procede más por asociaciones temáticas, emocionales o formales que cronológicas. Todo al servicio de un final metatextual que le ofrece a Alcott el final que se merecía. – Bartolomé Armentano
17. Da 5 Bloods
Dir: Spike Lee
Con el agitado ritmo de un film de aventuras, con peripecias por doquier (muchas disparadas por el salvajismo de la selva) y un poderoso grupo de actores, Spike Lee entrega en su nuevo film una clase de historia, un producto de entretenimiento y un manifiesto político. Cuatro amigos afroamericanos y excombatientes de Vietman vuelven al país asiático a cumplir una misión: recatar un cargamento de oro y homenajear a su amigo muerto en combate. Lee construye una cinta de dos horas y media para ejercer la lucha que cubre todo su cine: la lucha contra el racismo sistemático e histórico que tiñe a Estados Unidos. El patriotismo, los traumas posguerra, los vínculos establecidos en combate, la historia del racismo y la lucha hoy identificada como Black Lives Matter son los elementos que recorren la película y se encuentran perfectamente amalgamados.
Spike Lee logra, como nos tiene acostumbrados, una obra sólida. Llega en un momento histórico clave, en el que los ataques del racismo parecen ser parte de un loop y se aparecen ante nosotros como el relato de algo que ya vimos. El compromiso, parte fundamental de su cine, se traduce en una nueva denuncia histórico-política e ingresa con una mirada inédita a la lista de films que retratan Vietnam. – Julieta Aiello
16. The King of Staten Island
Dir: Judd Apatow
La sexta película de Judd Apatow como director es un retrato elevado de la Nueva Comedia Americana. Pete Davidson -cara fundamental de SNL– representa a un lumpen intentando sobrevivir y Apatow logra de maravilla su característica mixtura entre comedia y drama. Lo que planteó en Funny People logra refinarse y, sobre todo, organizarse. Mientras el film de 2009 parece tener diferentes altos y bajos, The King of Staten Island es un cuento con todas las letras: “el camino del antihéroe”. Davidson brilla en su rol de pibe con una condición mental, adicto a los tatuajes, sin padre y completamente incomprendido. Un drama existencialista por momentos, por otros una comedia emotiva con todos los detalles que Hollywood adora: una visión decadente y tierna de un grupo de personas intentando sobrevivir. – Julieta Aiello
15. El juicio de los 7 de Chicago
Dir: Aaron Sorkin
Aaron Sorkin tiene la tendencia marcada de esculpir sobre la materia prima más wikipédica y sobria y convertirla, a fuerza de las posibilidades del lenguaje, en algo rítmico y fluido: el guionista de Social Network tiene un profundo entendimiento sobre el poder de las cadencias. Los personajes que pueblan el imaginario Sorkin suelen ser verborrágicos, ingeniosos, escupidores de dixits y peleas, y los que conforman el elenco de The Trial of the Chicago 7 no son excepción. Basada en el caso real de un grupo de manifestantes opositores a la guerra de Vietnam, la película dramatiza los juicios a los que fueron injustamente sometidos por el gobierno de Estados Unidos en su intento de hacer un statement. Si bien el filme de Sorkin cae en lugares comunes del courtroom drama (por no mencionar el chauvinismo fuera de tono del final), la película es un excelente pretexto para el despliegue actoral de un elenco uniformemente fuerte, del que se destacan principalmente Sacha Baron Cohen, Frank Langella y Yahya Abdul-Mateen II. Chicago 7 está bien actuada, captura un acontecimiento histórico y, sobre todo, nunca aburre. Eso es algo. – Bartolomé Armentano
14. Planta permanente
Dir: Ezequiel Radusky
Un dato importante a tener en cuenta antes de ver Planta permanente es que se trata de la película póstuma de Rosario Bléfari. Si bien tuvo su estreno en la edición del año pasado del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, el film recién salió a la luz hace unos meses, después de la muerte de la memorable música y actriz argentina.
Luego de co-dirigir Los dueños (2013), Ezequiel Radusky presentó esta tragicomedia con tintes kafkianos que devela el absurdo y la iniquidad de la burocracia. La historia se centra en la disolución de la amistad de dos empleadas de mantenimiento de un edificio estatal tras la llegada de la nueva directora a la dependencia con su intento cínico de restaurar la formalidad del lugar. La alteración del orden del establecimiento gubernamental genera consecuencias desmesuradas que afectan directamente al sector más benevolente y que nadie se anima a enfrentar por el temor lógico a perder su trabajo. Pero el discurso de sus “buenas intenciones” es el cliché partidario que conocemos por demás: una pantalla para ejercer su poder sobre el resto y una excusa para criticar lo que no hicieron quienes estaban antes. – Juampa Barbero
13. Time
Dir: Garrett Bradley
Al igual que Kaufman o (dios prohiba) Nolan, la documentalista Garrett Bradley también tiene cosas para decir sobre el concepto del tiempo. El tiempo de vida que hay que ofrecerle al sistema carcelario por una ofensa menor, pero también las formas en que el discurrir de los años incide sobre una relación y, yendo más lejos, las maneras en que el racismo institucionalizado se ha perpetuado a lo largo de la historia estadounidense. Es un proyecto ambicioso, tan micro como macro como alguna vez lo fue Hoop Dreams, y no solo desde sus intenciones temáticas. Time fue ensamblado a partir de dieciocho años de material de archivo (Sibil Fox Richardson los registró en su devota espera por la liberación de su marido de una penitenciaría estatal), condensados en 81 minutos de metraje que, no obstante sus orígenes hogareños, son portadores de un esplendor visual formalmente impecable. – Bartolomé Armentano
12. She Dies Tomorrow
Dir: Amy Seimetz
Un thriller psicológico dirigido por la realizadora de Sun Don’t Shine (2012) y que deslumbra por su extrañeza. Amy, su protagonista, sufre una terrible obsesión con la muerte inminente y lo peor es que esta fantasmagoría parece ser contagiosa como un virus letal. Toda coincidencia con el contexto corriente es pura casualidad: She Dies Tomorrow puede simbolizar una premonición o epifanía a pequeña escala del índice de mortalidad del 2020.
Una película independiente con una vertiente hipnótica que evoca una atmósfera hostil y pesadillesca comparada al planteamiento visual de cineastas como David Lynch en Mulholland Drive (2001) o Lars Von Trier en Melancholia (2011). Su predilección por las luces de neón fortifica su cualidad onírica y dota de una singular seducción al presentimiento malicioso inherente del film. She Dies Tomorrow es una pieza atípica que engendra un clima denso y oscuro que agudiza su representación terrorífica; y sin embargo, por momentos, puede resultarnos fríamente divertida. – Juampa Barbero
11. Uncut Gems
Dir: Benny Safdie, Josh Safdie
El trabajo de los Safdie para Netflix definitivamente no pasó desapercibido este año. La película que según Adam Sandler le valdría el Oscar a “Mejor actor”, en realidad suscitó mejores repercusiones: fuera de su papel de cómico, se carga al hombro un papel agotador, tanto o más que la película. Con un reloj que corre al mejor estilo de los thrillers policiales de Hollywood de los 90, Uncut Gems invita a asistir a la desesperante vida de un hombre al límite. Llegamos a la vida de Howard (Sandler) cuando parece que está por hacer un gran negocio, pero su entorno y él mismo son bombas a puntos de explotar. Este sentir frenético que el film maneja y transmite con maestría hace de la cinta una propuesta por momentos abrumadora e insoportable. Si bien no hablamos de una obra maestra, Uncut Gems retoma esa función tan fundamental del cine que es llevar emociones al espectador. Y además pone en escena a un protagonista más atractivo: completamente antihéroe, en apariencia básico pero que recuerda a personajes arltianos y su inefable destino de fracaso. – Julieta Aiello
10. Sorry We Missed You
Dir: Ken Loach
Siguiendo la línea de su precursora I, Daniel Blake (2016), la última película de Ken Loach es tan desgarradora como sensata y demuestra que el correr de los años, a diferencia de la trayectoria de varios cineastas emblemáticos, trae sus frutos sagrados. El octogenario director británico percibió la intensidad emocional de la escena del aerosol de su film anterior y ahora le da un lugar primordial por la connotación cultural que conlleva su técnica como medio de protesta.
Lo que en verdad le interesa a Loach son las herramientas necesarias para materializar el impacto de la controversia: da igual si es una lata, un fusil o una cámara. Sorry We Missed You es un drama social que funciona de testimonio y refleja la realidad de la clase media, propensa a la contingencia coyuntural y condenada al martirio cotidiano. Una historia efusiva sin artificios emocionales, ni técnicos; en su carácter minimalista en fondo y forma reside la rigurosidad de su diligencia empírica. Loach pone en evidencia la frivolidad del capitalismo al señalar la precarización laboral como una amenaza implícita, pero visceral que arremete contra el equilibrio del seno familiar. Y, como los hermanos Dardenne, no intenta dejar una moraleja sino enseñar un fragmento entrañable de la intimidad para suscitar su pensamiento universal. – Juampa Barbero
09. First Cow
Dir: Kelly Reichardt
Desde su ópera prima River of Grass (1994) hasta Certain Women (2016), Kelly Reichardt ha moldeado una sensibilidad singular que la afincó como una de las directoras más relevantes del cine contemporáneo. Su candidez enarbola un sentimentalismo notorio que se ramifica a lo largo de su filmografía. Y First Cow no es precisamente la excepción, sino todo lo contrario: el apuntalamiento de su autoría. La más reciente película de la realizadora estadounidense tiene un poco de todas las demás: la naturalidad de Wendy and Lucy (2008), la camaradería de Old Joy (2006) y el infortunio de Night Moves (2013).
Una década después de Meek’s Cutoff (2010), Reichardt vuelve a explorar el lineamiento del western pero con otro tipo de intereses: se despoja de la impronta combativa típica del género para resaltar la degradación humana en la inmensidad de la naturaleza. First Cow retrata el arraigo tácito del mito fundacional del territorio norteamericano y exhibe la vulnerabilidad de un sistema económico, político y social que defiende la propiedad privada. Una fábula conmovedora, protagonizada por un cocinero y una vaca que pone el ojo en los vestigios primitivos del capitalismo con una discreción sigilosa, una poética sublime y una majestuosidad visual. – Juampa Barbero
08. Kajillionaire
Dir: Miranda July
Miranda July viajada en Punch-Drunk Love, con todo lo hermoso que puede salir de eso. Al igual que Barry Egan, Old Dolio (Evan Rachel Wood) se mueve torpemente por Los Ángeles, con el daño propio de las familias disfuncionales y el estado de alerta frente a cualquier muestra desinteresada de bondad. Old Dolio es el producto de estar en el extremo sometido de una crianza vertical: co-dependiente, incómoda, perceptiva de algo en ella que no encaja en sociedad pero sin la elocuencia todavía para articular de qué se trata. Ni de cerca es su ser queer, porque con Kajillionaire lo que July también hace es regalar un romance donde esa dimensión ni siquiera se cuestiona. Es el trauma que Old Dolio carga consigo a consecuencia de tener dos padres estafadores y explotadores con una noción muy literal de riqueza. El daño se pone de manifiesto en la clase de paternidad, cuando la instructora advierte que algo le pasa a Old Dolio: es el momento más sentido en una película que, como todo lo que hace Miranda July, tiene la habilidad insuperable de capturar lo cómico en lo trágico y viceversa. – Bartolomé Armentano
07. Pienso en el final
Dir: Charlie Kaufman
El final al que alude desde el título la nueva película de Charlie Kaufman es, en apariencia, el de una relación romántica. La pareja interpretada por Jessie Buckley y Jesse Plemons está por emprender su primer viaje en conjunto: él va a presentarle a su familia y ella, profundamente insatisfecha, ya fechó la caducidad del vínculo para sus adentros. Es a partir de esta premisa sencilla que Kaufman despliega una meditación más abstracta sobre la finitud de las cosas. Su cosmovisión: no hay nada ni nadie que sea impermeable al corr(o)er del tiempo, y el escapismo no sirve contra la angustia. El autor ni siquiera encuentra consuelo en tener agencia sobre ese paréntesis de existencia que representa la vida humana, porque concibe a las identidades como una sumatoria determinada de citas: citas que, en el filme, pueden ir desde Robert Zemeckis hasta Pauline Kael (literalmente: una reseña suya es interpretada) pero en ningún caso están exentas de artificialidad. Este hecho se expresa de forma clara en el personaje de Buckley, cuyo nombre alterna durante toda la película. Lo hace por la iconoclasia narrativa y formal de Kaufman. En ninguna de las cuatro secciones de I’m Thinking of Ending Things se puede predecir lo que está por venir. El summum de esto reside en el segundo acto: una de las cenas familiares más incómodas jamás filmadas. Kaufman acentúa el desasosiego con cortes frenéticos que desobedecen la regla de los 180 grados, pero la eficacia de las escenas se apoya en un elenco totalmente comprometido. – Bartolomé Armentano
06. Ya no estoy aquí
Dir: Fernando Frías
El desarraigo. Por un lado el de Ulises (Juan Daniel Garcia Treviño), que debe desplazarse geográficamente de Monterrey a Queens en busca de una vida segura. Y en el otro extremo uno más profundo y cultural, el de una generación entera que quedó a la merced del narcotráfico mexicano. La película es Ya no estoy aquí, pero la pregunta del director y escritor Fernando Frías es si esta juventud postergada alguna vez lo estuvo. Y la respuesta a la que arriba es afirmativa, en su retrato respetuoso y no exótico de cómo los kolombia forjaron un sentido de identidad en sus peinados y en su celebración de la cumbia relajada. Esto no inhibe a Frías de singularizar los embates del narcotráfico a fines de los 2000, pero tampoco de encontrar gracia en rincones inesperados, como en la subtrama de Ulises y Lin (Angelina Chen): dos personas de realidades opuestas entablando un instante de conexión. Sección digna de una de Wong Kar-Wai. – Bartolomé Armentano
05. Las buenas intenciones
Dir: Ana García Blaya
De un taller con Pablo Solarz, hace diez años, nació el guion de esta película exhibida en San Sebastián, Toronto y Mar del Plata. Una pieza sensible, empática con la propia historia y con secuencias de archivo autobiográfico que logran emocionar aún más montadas como prolongaciones de la ficción. La trama se centra en la perspectiva de Amanda, una niña nacida y criada en medio de la primavera de Alfonsín y de un seno familiar partido por la separación de los padres. Amanda y sus dos hermanos menores dividen su tiempo entre la casa materna -estable, pulcra, organizada- y la paterna -plagada de rock, colillas de cigarrillos, cajas de pizza y un clima constante de pertenencia-. Lxs hijxs son felices, se adaptan rápido y se cuidan entre sí. Hasta que un día la madre les propone irse a vivir al exterior, lejos de todo lo que conocen, y Amanda enfrenta una encrucijada.
Además de la nostalgia que se transparenta constantemente en la dirección, el arte, el diseño de sonido y el montaje, Las buenas intenciones es una película franca, tragicómica y cargada de emociones, donde tanto el elenco adulto como infantil merecen mención aparte. Amanda y Carmela Minujín, junto a Ezequiel Fontanela y el coaching de María Laura Berch, logran desenvolverse con tanta naturalidad y elocuencia como pocas veces vemos en el cine nacional. Por su parte, Javier Drolas – “el Toti” de Gilda o Martín de Medianeras – encarna a un padre joven desenfadado, rockero y sensible que encontrará un nuevo cauce aprendiendo de la grandeza de sus descendientes. Además de los recursos noventeros que conectan con el espectador promedio, esta película funciona como sanación y homenaje; la simpleza del clima narrativo está atravesado por recuerdos y anécdotas tan personales que parecen propias. Una oda al rock argentino, al hacer en familia y al cine de autor en su máxima expresión. – Melina Storani
04. Bacurau
Dir: Kleber Mendonça Filho, Juliano Dornelles
Bacurau es una película desconcertante debido a su impronta tornadiza: lo que comienza insinuando es tan solo una falacia estilística que se disuelve con el avance del relato. La inmediata presencia de platos voladores instaura la idea de un film de ciencia ficción clase B al mejor estilo Ed Wood, una especie de western distópico: el espejismo propio del desierto es una analogía que la dupla de realizadores eligió como procedimiento narrativo. Una vez que esta reticencia es reconfigurada, el film dirigido por Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles revela su verdadera identidad: una sátira social con un poderoso cuestionamiento político, imposible de separar de la incongruencia diplomática que rige en la actualidad brasileña. Lo fascinante de Bacurau no es precisamente su desplazamiento entre géneros, sino su cualidad alegórica de aludir a la violencia inherente de la lucha de clases sin reproducir la “porno-miseria” tradicional del cine latinoamericano con la que se regocijan en el extranjero. Además, Bacurau reivindica a Glauber Rocha como uno de los cineastas más imprescindibles de su nacionalidad. – Juampa Barbero
03. Never Rarely Sometimes Always
Dir: Eliza Hittman
Una película para ver lo antes posible. Es estadounidense, pero con relevancia en Argentina hasta por lo menos el 29 de diciembre. Después, como siempre: global y urgente. El tercer largometraje de Eliza Hittman se suma al listado escaso de películas importantes que abordan con severidad la necesidad inaplazable de la legalización del aborto. No hay tantas ficciones en la historia del cine que denoten la crueldad y el desvalimiento del asunto y las pocas distinguidas fueron dirigidas por hombres: Un asunto de mujeres de Claude Chabrol; la rumana 4 meses, 3 semanas y 2 días de Cristian Mungiu; El secreto de Vera Drake del realizador británico Mike Leigh; o el singular film ucraniano La Tribu de Myroslav Slaboshpytskiy. Por eso la importancia de Never Rarely Sometimes Always enraíza un efecto más trascendental: la oportunidad de concientizar sobre el poder redentor del cine y, a su vez, valorizar la sororidad a través del séptimo arte con una historia abrasadora y abrazadora. Hittman retrata la soledad, la angustia y el miedo que debe soportar una adolescente que opta por emplear el derecho a la libertad de decidir sobre su cuerpo en una selva de cemento que intimida y enjuicia su más absoluta integridad. Never Rarely Sometimes Always advierte que nunca son suficientes las películas para procurar el empoderamiento femenino en una industria todavía patriarcal, pero mañana se verá. – Juampa Barbero
02. Mank
Dir: David Fincher
Una de las películas más esperadas del año y que no defrauda en su despliegue histórico, visual y emocional. Un gran homenaje a Ciudadano Kane, pero por fuera del gran Welles: un reconocimiento a las figuras que transitan por fuera del reflector. David Fincher elige a Gary Oldman para dar vida al alcohólico, problemático y genial Mank, encargado del guion de la película de Welles. Mientras cuenta su historia, aprovecha a homenajear con recursos narrativos y técnicos una de las más grandes obras del cine. Con este film, Fincher pone sobre la mesa la discusión de lo autoral en el cine y desentraña los complejos intersticios que atraviesan a un guion como el de Ciudadano Kane. El ambiente sociopolítico se vuelve un aspecto fundamental en esta historia guiada por la experiencia de un escritor maldito, para lo cual Oldman decide brillar en una hermosa decadencia. – Julieta Aiello
01. Portrait of a Lady on Fire
Dir: Céline Sciamma
Una película que evoca el pasado, pero que no puede sentirse más actual. Una obra de arte delicada y poderosa, tanto desde su propuesta visual como narrativa, histórica y simbólica. En plena cuarta ola del feminismo aparece una película más que humana y sincera en sus abordajes y temáticas.
Uno de sus aspectos más llamativos es que no aparecen hombres, salvo en un pequeño momento. Esto nos da la pauta de que nos estamos metiendo en una cofradía, un mundo donde la sororidad no se cuestiona: sea para salvar una vida, asistir en un aborto o liberarse de las presiones sociales y culturales. Un retrato de mujeres diferentes en el Siglo XVIII, que toca no solo los alcances de lo colectivo y lo íntimo sino también el arte como elemento transformador. Portrait of a Lady on Fire es exquisita en su propuesta visual, con una preponderancia de un magnífico vestido verde que en Argentina podemos resignificar y con una historia potente que permite la liberación de múltiples sentidos.
Mientras el feminismo entra en Hollywood y en otros cines como un deber de agenda política, Portrait of a Lady on Fire es un manifiesto sincero, una historia de y contada por mujeres, sin un espíritu de militancia combativa sino con una maravillosa manera de contar la realidad, aquella que ocurre por fuera de los libros de historia. – Julieta Aiello