La elección del remake es un tema algo crítico dentro del ambiente cinematográfico. Están quienes lo apoyan y promueven y quienes piensan que no tiene sentido alguno rehacer una película. Pues bien, depende de qué película hablemos, esto se justifica o no. Contamos con remakes espantosos, innecesarios y hasta irrespetuosos y otros que instalan la mirada en un espacio poco explotado de la original y crean un nuevo mundo en un film distinto. También pensemos que tenemos de por medio las cuestiones de marketing, dinero, contratos, etc. que llevan a explotar un producto que ya ha sido exitoso pero que, según su punto de vista, quedo desactualizado.
Esta última ha sido el motor para llevar a Carrie de nuevo al cine, una actualización dentro del género de terror que ha tenido tantas tradiciones distintas y cambios a través del tiempo. Las mayores diferencias que presenta Carrie (2013) con su original se refieren a cuestiones de época. Frente a la simplicidad de la primera, la remake incluye elementos actuales que complejizan un poco más la situación y agrandan los problemas… por consiguiente el enojo de Carrie crece, y con él, sus poderes.
Por lo demás, la película recrea tomas enteras (solo que en excelente calidad), con exactos colores, diálogos, expresiones, etc. y, particularmente me resultó agradable, un directo homenaje muy acertado a nivel estético. Si hay algo que la Carrie original puede envidiarle a la remake es el personaje de la madre: Julianne Moore se compenetra en un papel poderoso y contundente; y en la original, la madre de Carrie es tan exageradamente border que pasa por ridícula. Julianne hace de la madre de Carrie una border escalofriante, tenebrosa y emocionante. Carrie de 1976, dirigida por Brian de Palma, en su momento nació como una película escalofriante e innovadora en algunas cuestiones. Hoy algunos de sus efectos podría decirse, quedaron caducos.
Tal vez la elección de rehacer Carrie busca reforzar y actualizar aquellos aspectos que quedaron un poco “anticuados” y así poder recolectar un público nuevo, cubrir sus expectativas y alcanzar una obra clásica que de otro modo no llegaría al gran público que ya no se sorprende con nada. Pero en este intento deliberado por exacerbar el terror y los efectos de la historia, la nueva Carrie ha perdido una de sus mejores características: la sutilidad. Y es que Carrie de 1976 crea un personaje ambiguo, con una debilidad que luego se resuelve en una fortaleza; y el momento de Carrie para estallar está muy cuidadosamente elegido, con anticipación y creación de un clima propicio. En cambio, la nueva Carrie parece un poco atorada y apresurada por mostrar su ira a través sus poderes.
Así, el momento cúlmine del film queda opacado, porque ya conocemos todo sobre Carrie y porque además es sumamente exagerado y ostentoso. Además, la fragilidad que caracteriza a la protagonista, en el remake aparece forzada y anacrónica. Con todo esto dicho, ¿qué nos aporta la Carrie 2013? Principalmente, una visión nueva y una reflexión sobre el género de horror casi 40 años después. Desde mi punto de vista, el género se ha desvivido por encontrar modos (sobre todo a través de la tecnología) de superarse a sí mismo a cualquier costo, incluso a costo del ridículo. Pero es importante pensar que aquellos filmes más austeros, con gran cuota psicológica e imaginativa pueden tener efectos más profundos, tal vez no tan deslumbrantes, pero si llegan a calar hondo en la psiquis del espectador.