El film de Nicolás Gil Lavedra, basado en la novela homónima de Claudia Piñeiro, se plantea muy actual. Si bien el libro es de 2009, el film pone repetidas veces sobre el tapete el planteo de que hay que elegir de qué lado de la grieta se está. Si los débiles se asumirán como tales y estarán siempre del lado de sus semejantes o si intentarán parecerse a los poderosos mientras le hacen el caldo gordo. Todo esto pasa y transforma la figura de Pablo Simó, un arquitecto, padre y esposo infeliz. Las grietas de Jara es la historia de esa transformación.
La vida de tres arquitectos (interpretados por Joaquín Furriel, Santiago Segura y Soledad Villamil) se ve atormentada por un recuerdo que se reconstruye peligrosamente. Ante la llegada de una joven misteriosa que busca a alguien llamado Nelson Jara, el film empieza a ir de flashback en flashback para armar el rompecabezas de la historia de este hombre. Oscar Martínez, en una interpretación superior, encarna a Jara, un hombre obsesivo y cínico que se habría enfrentado al estudio de arquitectos reclamando que la grieta que se encuentra en la pared de su casa ha sido culpa de sus acciones en el terreno de al lado. Incansable y esgrimiendo tácticas invasivas e ilegales, Jara se mete en la vida de los tres arquitectos. Se convierte en un tormento que no sabemos si pertenece a “los buenos” o “los malos”.
El film juega con esas nociones del bien y el mal permanentemente, sobre todo ante el planteo repetido presentado por la frase: ¿De qué lado estás? Jara aparece como ese personaje que oscila entre lo justiciero y lo turbio, violento y víctima, el héroe que pelea contra las grandes corporaciones y el psicópata que se mete en tu cabeza. Todo eso es lo que vive Pablo Simó (Joaquín Furriel), que, al tiempo que reconstruye la historia de Jara, va cambiando paulatinamente su vida. El fantasma de Jara cala en sus inseguridades, miedos y deseos, mientras empieza a mimetizarse con ese ser de espíritu luchador. Entre medio, y como nos tiene acostumbrado Piñeiro, aparecen las ridiculizaciones de la clase alta, la crítica a la oligarquía y el destape de sus suciedades.
Las grietas de Jara es un thriller relatado con maestría, con personajes de excelente construcción que mantienen una tensión inmejorable. El film no aburre en ningún momento y en su enrevesada manera de contar, temporalmente desordenada, consigue un excelente efecto sorpresa. En el relato, Jara y Pablo se empiezan a confundir, empiezan a ser uno. Y Pablo, puede descubrir los secretos de Jara, porque, al descubrir el velo, comienza a pensar como él. Podemos decir que es un film correcto por donde se lo mire, repitiendo fórmulas hollywoodenses clásicas del género, se convierte en una película de entretenimiento, pero que nos permite salir del cine con varios interrogantes.