A lo largo de tres décadas, Quentin Tarantino ha construido una obra que seguramente quedará en la memoria colectiva gracias a títulos como Reservoir Dogs, Pulp Fiction, Kill Bill, Jackie Brown, Inglorious Bastards y Once Upon a Time… in Hollywood –entre otros-.
Sin embargo, como cualquier aspirante a cineasta, sus comienzos no fueron nada sencillos y antes de incursionar en el mundo de la dirección, tuvo que encontrar la manera de afrontar los gastos de la vida cotidiana. Previo a recibir reconocimiento por escribir From Dusk Till Dawn a mediados de los 90, el director vendió dos guiones que le significaron un buen ingreso de dinero.
El primero de estos guiones fue True Romance, film dirigido por Tony Scott y protagonizado por Gary Oldman, Christian Slater y Patricia Arquette. En esta oportunidad, el guion fue llevado a la pantalla grande sin grandes cambios por parte del director, salvo simplificar y ordenar la historia y darle un final feliz en lugar de la sombría conclusión que Tarantino había pretendido originalmente.
Natural Born Killers fue el título del segundo guion, cuyo film fue dirigido por Oliver Stone y protagonizado por Woody Harrelson y Juliette Lewis como Mickey y Mallory Knox, una pareja de despiadados criminales que tienen atemorizada a la población. Sin embargo, el presentador de un programa sensacionalista decide aprovechar la fascinación que su personalidad ejerce sobre el público para convertir a los asesinos en héroes televisivos.
A diferencia de Scott, Stone cambió el guion extensamente para reflejar un nuevo mensaje político, algo que no le gustó a Tarantino: “Odié esa maldita película. Si te gustan mis cosas, no veas esa película”, dijo hace un tiempo en conversaciones con The Telegraph.
Si bien tanto True Romance como Natural Born Killers tuvieron un desempeño “pobre” en la taquilla, ambas películas se han convertido en íconos del cine de culto debido a quién fue su guionista.