Martin Scorsese es una de las mentes maestras más grandes de la historia del séptimo arte, pero ni su estatus en Hollywood, ni sus premios y nominaciones, ni los miles de elogios que recibió por su trabajo, lo vuelven al ganador del Oscar tan poco humilde como para no compartir con otros algunos consejos a la hora de sentarse detrás de la cámara. A lo largo de su trayectoria, el oriundo de New York City ha transmitido su experiencia a otros filmmakers y hoy decidimos recopilar algunos de sus mejores tips para ofrecértelos en esta nota (Vía Far Out Magazine).
Tratar a todos por igual en el set
A nadie le gusta un ego enorme en el set. Nos referimos a esos personajes que actúan como si la película fuera suya y de nadie más. Por eso, como cineasta, es parte del trabajo tratar a todos por igual. A pesar de haber trabajado con algunas de las personalidades más importantes de Hollywood, el director es conocido por su trato justo con todos sus actores y esto crea un entorno de trabajo tranquilo y agradable.
Como comentó Chloe Moretz con respecto a su tiempo trabajando junto a Scorsese en Hugo: “Creo que es realmente el estado de ánimo que provoca en el set… Hace que todos se sientan iguales, sin importar quién seas, sin importar cuán grande seas, sin importar cuán famoso o icónico sean… se sienten iguales entre sí”.
Dejar que los actores improvisen
La improvisación ha dado lugar a algunos de los mejores momentos del cine, muchos de los cuales se atribuyen a Martin Scorsese, incluido el famoso discurso de Robert De Niro “you talkin’ to me” en Taxi Driver, así como el diálogo de su propia madre en la mesa de la cena en Goodfellas.
En 1996, Scorsese discutió esto con Conan O’Brien y habló sobre la genialidad de De Niro en la película, lo que le permitió improvisar creado uno de los momentos más memorables del film, comentando: “Cuando lo estaba haciendo supe que iba a ser algo especial”.
Dejarse inspirar por la vida cotidiana
Por lo general, los largometrajes tienen que ver con reflejar la realidad que ves en la vida cotidiana, al tiempo que se les da una narrativa fuerte y personajes emocionantes. Por lo tanto, inspirarse en las conversaciones e interacciones diarias es una forma simple pero efectiva de crear un gran diálogo y atar a una audiencia para un viaje realista.
Scorsese revela esto a lo largo de toda su filmografía, aunque es particularmente claro en La última tentación de Cristo de 1988, en la que pidió a sus actores que hablaran en voz normal en lugar del verso poético de La Biblia. Esto se hizo para retratar mejor la realidad de la horrible situación y acercar a la audiencia a los personajes. Es una decisión simple que funciona de maravilla para la película en sí.