La amistad entre Martin Scorsese y Robert De Niro es una de las más icónicas en la historia del cine y su trabajo conjunto en Raging Bull (1980) -o Toro Salvaje en español- destaca como un punto crucial en sus carreras. De Niro, fascinado por la autobiografía del boxeador Jake LaMotta, fue quien insistió en llevar la historia a la pantalla.
Sin embargo, Scorsese no estaba interesado en dirigirla porque encontraba el boxeo tedioso y distante de sus intereses personales y porque atravesaba una profunda crisis personal y creativa en ese momento.
Después del fracaso que significó New York, New York (1977), Scorsese entró en una profunda depresión que lo llevó a estar al borde de la muerte debido al consumo excesivo de estupefacientes.
La insistencia de De Niro y el rechazo de Scorsese
Fue en ese momento que De Niro le acercó a su amigo un proyecto que prometía remontar su carrera. Aun así, cuando el actor le dio una biografía del boxeador Jake LaMotta, campeón mundial de peso medio en 1949, a Scorsese no le convenció la historia.
“Robert De Niro quería hacer esta película. Yo no. No entiendo nada de boxeo. Para mí, es como una partida física de ajedrez“, llegó a declarar el director. Sin embargo, y mientras más se adentraba en la historia de vida de LaMotta, el cineasta se fue cautivando.
Scorsese se identificó con el personaje
Scorsese se identificó con el personaje y la relación que este tenía con su hermano. “Me fue muy fácil conectar con esa tensión (…) Me di cuenta de que allí había una película“.
El resto es historia: Raging Bull fue estrenada en 1980 y se llevó 8 nominaciones a los premios Oscar, ganando dos estatuillas. Aunque el estreno del film estuvo lejos de ser un éxito en taquilla, con el tiempo la película se convertiría en uno de los clásicos más celebrados de Scorsese.
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