En junio de 1986, David Bowie fue seleccionado por el cineasta Jim Henson para protagonizar Labyrinth, un musical fantástico en el que le dio vida a Jareth, el rey de los duendes. El film, que por estas latitudes fue titulado Laberinto, contó con George Lucas como productor ejecutivo y con Jennifer Connelly como la mano derecha de Bowie frente a cámara.
Labyrinth contó con un presupuesto de 25 millones de dólares y recaudó 34 millones, además de recibir opiniones mixtas de parte de los críticos. Sin embargo, el resultado final podría haber sido otro ya que se barajaron diferentes nombres para el papel protagónico.
Según recuerda Far Out Magazine, Henson y compañía buscaban una estrella “que pudiera cambiar todo el estilo musical de la película”, pero como el público al que apuntaban era al infantil, el director acudió a sus hijos en busca de consejos. “Recuerdo vagamente que surgió el nombre de Sting“, afirmó el cineasta.
De Mick Jagger a Prince
Michael Jackson, Prince y Mick Jagger sonaron durante la conversación, pero su hijo Brian defendió a Bowie. “Cuando me preguntó, me incliné a favor de David Bowie. Sentí que él tenía una extravagancia y, al mismo tiempo, una verdadera frialdad que funcionaría muy bien para mi padre, mientras que Michael tenía una perfección en su trabajo que habría sido difícil”.
Por su parte, el artista británico comentó: “Siempre quise participar en el aspecto de composición musical de una película que atrajera a niños de todas las edades, así como a todos los demás, y debo decir que Jim me dio total libertad para hacerlo”.