El cine de terror cuenta con tantos adeptos como detractores. Uno de los géneros más antiguos del cine, a través de los años ha dado lugar a subgéneros, diferentes movimientos y transformaciones.
Así como existen millones de personas fanáticas y cultoras del cine de horror, también hay una gran porción del público que asegura no poder soportar los efectos del terror. El miedo, así, puede ser un atractivo para muchos y un motivo de rechazo para otros.
El profesor de literatura especializado en terror Mathias Clasen se dedicó a investigar este fenómeno psicológico y arribó a interesantes conclusiones. De niño no podía enfrentarse al cine de terror porque le provocaba pavor. Sin embargo, de adolescente se volvió un verdadero fanático, por lo que quiso analizar el por qué de la fascinación.
En su teoría (vía El País), explica:
”Más del 95% de los padres afirman que sus hijos encuentran placer en algún tipo de miedo recreativo. En los niños pequeños, se vehicula principalmente en comportamientos arriesgados: juegos físicos, trepar muy alto a un árbol o montar en bicicleta demasiado rápido. Pero cuando crecen, pasa a ser un miedo más controlado. Lo buscan en películas, libros y videojuegos […] La respuesta corta es que los humanos estamos biológicamente diseñados para encontrar placer jugando con el miedo, porque es un mecanismo de aprendizaje. El miedo recreativo es un espacio seguro en el que podemos practicar la regulación de las emociones”.
Mirar terror puede prepararnos para situaciones traumáticas
De hecho, en su estudio realizado en el Laboratorio de Miedo Recreativo de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, llegó a la conclusión de que los consumidores de terror suelen estar más preparados para enfrentar situaciones traumáticas, algo que comprobó durante la pandemia.
“Las personas que habían visto muchas películas de terror, [especialmente relacionadas con virus y pandemias] confirmaron una mayor resiliencia psicológica ante el estrés. Estas películas demostraron ser una herramienta para regular las emociones”, agregó.
Desde una perspectiva similar, El País también recogió la teoría de Mark Miller, investigador en el Departamento de Psicología de la Universidad de Toronto. Miller habla de cómo las personas que miran true crime o films de asesinos seriales parecen tomarlo como una preparación para posibles situaciones similares que puedan enfrentar en la vida real.
“Y lo más importante no es solo nuestra reacción, sino que vemos cómo reaccionan los personajes y después lo comentamos. Si te fijas, cuando ves una peli de miedo, estás siempre comparando lo que harías tú con lo que hace el personaje”.
“Dices, ‘no bajes al sótano’, ‘coge el bate’, ‘no se separen’. Es porque estás ajustando tu modelo predictivo sobre cómo funcionan las cosas en escenarios inciertos, comparando posibles comportamientos. Así que estás cosechando información, mejorando”, explica.
Así, el cine de terror no es solo un entretenimiento de lo más popular y extremo dentro del séptimo arte, sino que también puede tener efectos psicológicos positivos cuando lo vemos. Existe un amplio abanico de películas y no necesariamente debemos ver las más traumáticas para vivir esta experiencia.
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