Rocky fue una de las sagas más exitosas de la historia del cine y, aunque parezca mentira, su historia está llena de enormes sacrificios y limitaciones económicas que suelen ser más asociadas a producciones del cine independiente.
Si bien la primera cinta dedicada al boxeador fue estrenada en 1976 y se convirtió en un éxito total en cuanto crítica y taquilla; meses atrás Sylvester Stallone había tenido que luchar arduamente para que alguna productora decidiera no solo tomar su idea del filme, sino que lo aceptara a él como protagonista. El italoamericano era para entonces un total desconocido y hasta tuvo que vender a su perro para financiar sus primeros pasos en el séptimo arte.
Según informa La Verdad, cuando por fin unos productores aceptaron trabajar con el guion que Stallone había escrito inspirado en una pelea de Muhammad Ali, le ofrecieron la suma de $360 mil dólares pero con la condición de contratar a otro para el papel principal. Pese a que no tenía más que $100 dólares en su cuenta bancaria para entonces, Sylvester rechazó tal ofrecimiento porque sabía que no soportaría el remordimiento de abandonar ese rol si es que el largometraje tenía tanto éxito como él esperaba.
El neoyorkino tomó la mejor de las decisiones en este caso porque a las pocas semanas le ofrecieron un millón de dólares y le permitieron estelarizar la película. Y aunque parezca mucho dinero, en realidad se trataba de un presupuesto limitado, por lo que muchas de sus escenas debieron filmarse en una sola toma y varios amigos y conocidos de Stallone se sumaron como actores y extras para que las cuentas pudiesen cuadrar.
Lo más reciente que reportamos sobre Rocky fue el nuevo montaje de su cuarta entrega en el que está trabajando Sylvester.