Una casa en medio de las desérticas tierras de Arizona que sirve como escenario de una riesgosa operación del FBI, un macabro descubrimiento y una espectacular explosión. Todo esto ocurre en los vertiginosos primeros 5 minutos de Sicario, la nueva película del canadiense Denis Villeneuve.
En su nuevo trabajo, el realizador relata la historia de la Agente Kate Macer (una impasible Emily Blunt) que será reclutada por un oficial de la CIA (Josh Brolin) para emprender una operación para desmantelar las filas más peligrosas del narcotráfico en la frontera entre El Paso y Ciudad Juárez, con la ayuda de un misterioso asesor colombiano (Benicio del Toro) cuyos objetivos serán diferentes. En Sicario, Villeneuve plantea la idea de un mundo hostil en constante crisis de valores éticos y morales de una forma similar a la de trabajos anteriores del director, como la oscura Prisoners o en menor medida la enigmática Enemy, tomando como excusa la problemática del tráfico de drogas.
Desde el punto de vista un tanto ingenuo de Kate se desarrolla una trama en la que nadie es realmente lo que parece y donde no existe polarización entre villanos y héroes, algo que aleja al nuevo film del canadiense de la mirada estereotipada con la que el cine norteamericano suele tratar este tipo de temáticas. Con una estética caracterizada por un montaje frenético (a cargo de su colaborador usual, Joe Walker), planos aéreos grandilocuentes y secuencias en plena oscuridad con el uso de cámaras térmicas, Villeneuve lleva a cabo un manejo de la acción y el suspenso excelente, dosificando la tensión hasta hacerla insoportable para el espectador (la secuencia del embotellamiento en la autopista de Juárez es un buen ejemplo). En su retrato de la violencia, el canadiense hace gala de una crudeza explícita que lo emparenta con los últimos trabajos de la gran Kathryn Bigelow, una realizadora que ha sabido reinventar el género de acción dentro del cine comercial. Otros de los aspectos positivos del film, son sus actuaciones.
Emily Blunt representa a una oficial del FBI que pese a las apariencias se muestra vulnerable en un entorno completamente masculino que en todo momento le es ajeno, dotando a su personaje de una fragilidad que contrasta con la dureza de la historia. Por otro lado, Josh Brolin y Benicio del Toro no se mueven de su zona de confort interpretando personajes antipáticos y agresivos en los cuales acostumbramos verlos, sin dejar de demostrar una vez más el alcance de sus capacidades interpretativas. Con una primera mitad excelente, en su intento por huir de los estereotipos y en búsqueda del giro argumental inesperado, el film diluye gran parte de la creatividad que desprende en su punto de partida. En su final, el eje de la historia cambia completamente y es difícil saber si Sicario realmente quiere explorar los efectos devastadores del narcotráfico o si solo quiere contarnos una simple historia de venganza. De alguna forma u otra, Villeneuve suma a su corta pero fructífera carrera un trabajo que termina de consagrarlo como uno de los realizadores más interesantes que ha dado el mainstream en los últimos años.