Scarlett Johansson se ha convertido en uno de los íconos cinematográficos más interesantes y desconcertantes de los últimos tiempo. Su gran atractivo físico la podría haber condenado a películas burdas y sin contenido, pero no. Scarlett posee un belleza singular que la llevó a ser una de las rubias fetiches de Woody Allen, una voz fantástica (que si no lo habíamos notado, Spike Jonze nos lo deja clarísimo en Her) y un talento admirable que le permitió desarrollarse como actriz ecléctica. Parece que Jonathan Glazer ha sabido aprovechar sus tres puntos fuertes para crear el enigmático personaje que ella encarna en Under the Skin. Con muchas influencias de Kubrick (sobre todo de la gran 2001, A Space Odyssey por su ambientación y su ritmo y The Shining por esos atemorizantes ríos de sangre corriendo frenéticos), Under the skin es un film de gran complejidad y simpleza a la vez. Digo complejo por su ritmo lento que aburre en varias ocasiones, su casi ausencia de diálogos, y una cierta borrosidad en algunos eventos. Pero su trama es tan simple como la vida misma, un extraterrestre en cuerpo de mujer despampanante visita la tierra y asistimos a su proceso de conocimiento del mundo humano. En este sentido, entendemos el poco diálogo, ya que ella no tiene un saber real sobre el lenguaje humano, así es que nos encontramos con frases reiteradas y es el cuerpo el que en realidad habla por sí solo. De hecho, una de las escenas más llamativas del film resume esto: encontramos a Scarlett totalmente desnuda, parada frente a un espejo inspeccionando su cuerpo humano con total inocencia y descubrimiento; esto no evita que la escena sea sumamente erótica y antropológica al mismo tiempo. Resulta también muy interesante el momento en que se encuentra con un sujeto deforme y ambos comienzan a explorar el cuerpo del otro con total despojo de tabúes, simplemente siguiendo sus sentidos. Así, esta misteriosa extraterrestre transita la ciudad desde un auto hermético, observando a los transeúntes, capturando hombres y aprendiendo a ser mujer. La actuación de Scarlett Johansson de verdad es formidable, su permanente actitud de extrañeza que luego empieza a mutar en amor, miedo, enojo, está lograda de manera perfecta. Podríamos decir que es uno de sus trabajos más disímil y complejo. La fotografía es de una delicadeza admirable y la repetición de secuencias musicales hacen que la película tome un tinte de terror, se refuerce el costado sci-fi y sostenga el dramatismo. Lo interesante de esta experiencia cinematográfica reside en que nos obliga a repensar nuestra condición de humanos, pone en el foco las cuestiones más cotidianas y naturales para nosotros pero que en realidad definen nuestra especie. Y podríamos decir que es el cuerpo y la experiencia del mismo, uno de los aspectos más definitorios. La sexualidad, el poder de la seducción, el manejo del cuerpo, los espacios que nos dan placer, los que nos avergüenzan y nos marginan. En algún punto, la película también plantea que existe una suerte de esencia que podríamos compartir con esta extraterrestre. Es el exterior y la civilización lo que nos diferencia (el humor, las prácticas sexuales, la diversión, la perversión, etc.). Así, nosotros mismos logramos ver con extrañeza y por momentos con ridiculez nuestras prácticas humanas, ya que el film contiene una fuerte crítica social y cultural.