Ya habíamos hablado alguna de vez del tipo de películas que nos muestran al ser humano en situaciones extremas (valga como ejemplo más reciente 127 horas), que suelen jugar mucho el aspecto emocional, con la sensibilidad, pero sobre todo ponen de manifiesto el instinto de supervivencia del hombre. El instinto que aflora en estas situaciones extremas y que lleva a la persona a su estado más primitivo. Y justamente, Wrecked (Michael Greenspan, 2010) se incluiría entre este tipo de films. Un hombre (Adrien Brody) se encuentra atrapado en un auto, ensangrentado y lastimado, con un cadáver en el asiento trasero; el auto estancado en un bosque inhóspito.
Él no sabe ni dónde está, ni quién es, ni por qué está allí. Con las pocas pistas que posee y con un estado físico crítico intentará averiguar qué es lo que sucede y sobre todo salir de allí. El planteo inicial de la película puede sonar bastante trillado y típico de Hollywood. Sin embargo, debo decir que, aunque tiene sus momentos aburridos, la historia logra atrapar desde el principio, produciendo esa necesidad de saber qué pasa. En algún punto, nos iguala al personaje, nos ubica en el lugar de la búsqueda, ya que vamos averiguando los mismos datos, al mismo tiempo que él. Pero en esta construcción de enigma, se vuelve fundamental el actor, el personaje principal. Pensemos que tenemos prácticamente un solo personaje vivo y la mayoría son soliloquios, casi ningún diálogo. Entonces, es realmente destacable la actuación de Brody, que lleva a cabo casi íntegra la película él solo. Desarrolla un trabajo emocional bastante fuerte que retrata de una manera muy verosímil el sentimiento de asfixia, de incertidumbre y por supuesto, de desesperación. Brody, una vez más, como lo hecho en grandes películas como El Pianista, pone su cuerpo y emociones al máximo ofreciendo una interpretación más que real, y profundamente emocional.
El bosque también viene a ser un personaje importante, que condensa, en su inmensidad, este sentimiento de desorientación y vacío en la memoria. Y básicamente es con esto con lo que juega toda la historia: la amnesia del personaje, los pocos flashes de recuerdos y la inmensa soledad es lo que lo tiene desesperado a éste y al mismo espectador. Durante todo el film él va arriesgando hipótesis sobre su situación (en su cabeza) que se van refutando y apareciendo otras nuevas. Esto es interesante porque va produciendo diferentes percepciones y emociones en el espectador: se pasa de amar u odiar al personaje, de tenerle compasión a desearle lo que le sucede. Puede decirse que es una película de suspenso hollywoodense poco común para estos días. Con pocos recursos y explotando al máximo la locación (el bosque, que funciona de maravilla) y el actor, se logra una historia intensa con muchos altibajos en las emociones; y logra mantener al espectador en una posición de espera permanente, tratando de averiguar, hasta el último minuto del film qué es lo que pasa, al igual que el propio personaje. Pero, en lo personal debo de decir que me dejó con un poco de ganas de más… Con un desarrollo bastante intricando se espera un gran desenlace; y también por momentos la encontré aburrida. Pero también puede pensarse que estas técnicas son las que justamente la alejan de lo trillado del género. Es un thriller que se liga fuertemente a lo mental y trabaja la trama desde allí: desde las especulaciones del personaje y desde las imágenes que va apareciendo en su cabeza mientras lucha contra esta amnesia; y a la vez con los juegos mentales que se van produciendo en el espectador. La soledad y la amnesia vienen a ser los enemigos más grandes, en este bosque desolado, donde todo lo que rodea al personaje son muertos y árboles. En la lucha de lidiar con uno mismo y con la incertidumbre de lo que se ha hecho, Brody en su magnífico papel, llega al límite.