No es nuevo el uso de las técnicas del periodismo combinadas con el lenguaje de las viñetas. De hecho una de las obras más emblemáticas de la historia del comic, Maus de Art Spiegelman, hace uso del reporteo para dar cuenta del Holocausto haciendo pivotear historia individual con Historia colectiva.
La interrelación entre periodismo e historieta puede dar obras singulares y bellas. Hay diarios de viaje que describen heridas sociales que no son mediatizadas a nivel global, hay cronistas de guerra que dan visibilidad a historias “pequeñas” que no son debidamente difundidas en los medios masivos, hay ejercicios de investigación que dan existencia a acontecimientos y personas cuya cruda realidad quedaría en el olvido.
Hoy prolifera la narrativa de no ficción en historietas como nunca antes. En Indie Hoy previamente publicamos sobre Malvinas, sobre las infancias durante la dictadura, o crónicas testimoniales sobre la cuestión migrante en Turba, La niña comunista y el niño guerrillero y Volver, respectivamente. Ahora abrimos el panorama y ofrecemos tres obras que no deberían pasarse por alto si se quiere incursionar en esa fusión mutante que es la del periodismo relatado en viñetas.
Notas al pie de Gaza, de Joe Sacco
Reservoir Books
La anécdota que dio origen a Notas al pie de Gaza merece ser contada. En 2001, contratados por Harper’s, Sacco y Chris Hedges viajaron a la ciudad de Khan Younis para narrar cómo sus habitantes vivían la Segunda Intifada (levantamiento popular que combatió la ocupación de territorios palestinos por parte de los israelíes). El editor de aquel medio suprimió los párrafos de la crónica que pertenecían a un testimonio -inédito para el mundo entero- que los corresponsales habían conseguido donde se narraba que en noviembre de 1956 el ejército israelí había organizado un ataque, asesinando a 275 civiles palestinos. Sacco volvió varias veces a la Franja de Gaza entre 2002 y 2003 a recoger testimonios de los sobrevivientes de esa barbarie y terminó dando con otra matanza silenciada: en Rafah fueron asesinados otros 111 palestinos en manos de tropas israelíes. Testimonios en primer plano, un dibujo recargado de detalles y fondos en negro cuando se glosa el recuerdo de los testigos en las más de 400 páginas que conforman el volumen.
Pyongyang. Un viaje a Corea del Norte, de Guy Deslile
Editorial Común
A Guy Deslile le gusta viajar a puntos neurálgicos del planeta donde la conflictividad marca el pulso de la vida cotidiana. Así lo hizo acompañando a su esposa (que trabaja en Médicos sin frontera) hasta ese cruento país del sudeste asiático hoy llamado Myanmar y lo plasmó en un libro magistral: Crónicas birmanas. En el caso de Pyongyang, el autor nacido en Quebec se traslada a la capital norcoreana invitado por su labor en el cine de animación. Allí pasa dos meses en los que traza un relato inquietante sobre la asfixia producto del control totalitario que ejerce el gobierno que visita, en un juego intertextual (demasiado literal tal vez) constante con la lectura de 1984 de George Orwell. Incluso así, como refinado cronista que es, Deslile no cae en ningún momento en una lectura pedagógica. Incluso se toma la licencia de ser irónico, de matizar con humor todo aquello que registra su dibujo en una austera escala cromática de grises.
Barcelona: los vagabundos de la chatarra, de Jorge Carrión y Sagar
Norma Editorial
Una dupla imbatible que combina profundidad periodística y emotividad en el dibujo. Barcelona: los vagabundos de la chatarra recaba testimonios de esos habitantes invisibilizados que en España denominan “chatarreros”: los que recorren Barcelona con carros de supermercado juntando deshechos de metal como único medio de subsistencia. Los autores hacen reporteo, describen el entorno e interrogan su propia realidad; tangencialmente abordan temas como la vida de los migrantes, el movimiento okupa, el auge del independentismo catalán. Novela gráfica nominada el Premio Gabriel García Márquez de Periodismo que, sobre todo, se propone desnaturalizar la idea de eso que entendemos como “desarrollo”. ¿Cuáles son los daños a futuro –psíquicos, físicos, comunitarios- de eso que consideramos progreso? En el prólogo del libro, Jorge Carrión es categórico al respecto: “el progreso es un mito inmaterial que deja a su paso un grueso y matérico rastro de mierda”.