Durante meses vivimos tiempos difíciles en 2020, año donde nos encerramos y experimentamos de forma pulsante cada día. Mientras tanto, sin ser ajeno a este suceso, Esteban Podetti nos mostraba lo exagerados que estábamos.
El nuevo volumen La caja 3: Apestados! de Podetti, editado por Historieteca, llega en otro contexto mundial. Desde su introducción, el autor nos relata la difícil tarea de hacer humor en la pandemia y cómo centrarte en estos temas te deja como un quemacocos. Nadie quiere poner las agujas del reloj para atrás, pero es innegable que lo que nutre el recuerdo de esta obra es la cuarentena, los miedos del aislamiento y las consecuencias que nos dejó el Covid-19. Hoy, fase en la que ni el barbijo está quedando, vemos todo esto con otra mirada. Como bien dice el dibujante en la contratapa: “Esto es como uno de esos temas re candentes que van desapareciendo lentamente de las primeras planas […] Se empiezan a hacer recitales de 5 personas, después de 10.000, todos empezamos a salir sin que nadie nos diga nada, los muertos se dejan morir y en dos, tres días decimos: ‘Uhhh, ¿Te acordás de la pandemia?”.
Innegablemente, plasmar el día a día te obliga a hablar de tu realidad. Y, aunque intentando alejarse de estos principios para no agobiar, el historietista nos deja un retrato de unos tiempos duros pero con una mirada de tintes cómicos. La selección final para este volumen cumple perfectamente como un diccionario pandémico: Fase 1, aplanar la curva, cuarentena, zoom, barbijo, asintomático, cepa, protocolo y vacuna; son algunas de las palabras con las que nos familiarizamos hace poco. Todas ellas vuelven a tener una resignificación gracias a la mano de Podetti y nos desafían a darle una vuelta menos incómoda. Una visión más airada, muy pocas veces cayendo en el chiste fácil, pero que, a pesar de eso, funciona en su armado.
Divisiones, exageraciones y expresiones de la sociedad que deberían ser posibles ficciones, acá nos demuestran que estuvieron a un paso de ser realizables. Los personajes actúan e interactúan de tal manera que volvemos a vivir una etapa de la vida de manera vertiginosa, graciosa y mencionando los tópicos centrales de esos días.
Hay cuadros que descolocan a cualquier transeúnte del humor. A pesar de tener una temática central, a diferencias de sus dos anteriores ejemplares, nunca falta audacia para rematar un chiste. Mientras más nos introducimos a nuestro número, vamos volviendo a la realidad actual. Como si hubiese sido un sueño incómodo, uno del cual ya despertamos, y ahora nos reímos de nosotros gracias a su autor.
El artista porteño no se encierra, crea una imagen aparte de todo lo vivido. Por momentos, se leen viñetas ya alejadas de esta realidad, de este mundo. Aquello que nos preocupaba y que nos sacaba canas por cada anuncio oficial. Ahora es eso, una anécdota, un chiste, una viñeta surrealista. Una gracia contagiosa.