José María González nació en la ciudad de Avellaneda cuando recién comenzaba a asomar el siglo pasado. A los vecinos se les hizo costumbre verlo jugar a la pelota en la calle desde que era muy chico. Tal era su pasión por el balompié que llegó a defender los colores de su querido Racing Club durante once años y más de 200 partidos en la época en que empezaban a enraizarse los cimientos del fútbol argentino y se daba la transición del amateurismo a la era profesional. Su pelo rojo le dio el apodo que la hinchada coreaba cada vez que doblegaba a alguno de los delanteros rivales: Llamarada.
Este duro y recordado back no logró ganar títulos ni convertir goles en La Academia. Sin embargo, pudo formar una familia y tener un hijo al que llamó Jorge. Él también se dedicó al fútbol, aunque sin tanto éxito. El tiempo siguió avanzando y Jorge también tuvo un hijo al que llamó igual que él: Jorge González nació en 1970, eligió el dibujo como profesión y ahora es uno de los ilustradores y autores de cómic más originales de la actualidad, con decenas y decenas de colaboraciones en distintas publicaciones desde 1997 hasta acá. Además, forma parte del proyecto Orsai desde sus inicios y entre sus últimos trabajos figuran El Señor de las Moscas, Memorias del Subsuelo, Barbosa el Pirata, Retour au Kosovo, ¡Maudit Allende!, Mecániques du Fouet y Fuelle sólo por citar algunos.
Su nueva propuesta es una virtuosa y nostálgica novela gráfica disponible en Argentina desde fines de junio a través de la cooperativa editorial Hotel de las Ideas. Allí recorre en 280 páginas la historia y el oficio de los hombres de su familia desde la Avellaneda del 1900 hasta la España del presente, donde se encuentra instalado hace ya dos décadas. A partir de su abuelo José hasta llegar a su propio hijo Mateo, que también es pelirrojo y será quien retome la vocación futbolística de antaño.
Llamarada es una historia cargada de incógnitas existencialistas y estructurada en escenas de la vida cotidiana sobre la paternidad y el legado generacional. Un relato que irá cambiando de forma y estilo con el correr de las carillas y el curso de los acontecimientos. Una obra exquisita desde lo visual que emplea los colores como recurso para viajar a través del tiempo y adentrarse en los diferentes estados de ánimo y etapas en la vida de sus personajes. Una especie de fábula nostálgica que se siente tan cercana como la presencia de las personas que ya no están. De estas y otras cuestiones Indie Hoy conversó con el autor de un continente a otro.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar con una historia tan personal?
Fue bastante terapéutico. Imagino que es lo mismo que le sucedería a cualquiera que indague en sus propias relaciones familiares. Un viaje emocional muy intenso, inestable y lleno de preguntas. Pasado, presente y futuro; sin parar y girando todo el tiempo.
¿El proceso creativo fue similar al de tus trabajos anteriores?
Sí, aunque con el paso de los años el proceso se va haciendo cada vez más sofisticado en algunos momentos y en otros más liviano. Siempre parto desde el desorden, esa es, sin lugar a dudas, la zona que más disfruto.
La historia va desde la Avellaneda de principios del siglo XX hasta España en la actualidad, ¿con qué material de archivo y testimonios trabajaste?
Todo lo que hablase y tuviese imágenes de esa época: libros sobre sociología y fútbol, libros vinculados a la relación entre padres e hijos, otros textos específicamente dedicados al fútbol amateur y profesional, etc. Sin embargo, el que más me ayudó es un cuaderno de recortes que mi padre fue armando con las noticias de mi abuelo sacadas de los periódicos y revistas.
¿Qué rol ocupa el legado y la herencia en Llamarada?
Hay algo en la pregunta acerca de qué es dar y recibir en la compleja relación entre padres e hijos.
¿Cómo era la relación con tu abuelo?
Fue un abuelo hermoso. Recuerdo que me acompañaba a jugar al fútbol con mis amigos y que se quedaba a un costado para vernos jugar. También detalles chiquitos como que me enseñó a afeitarme los primeros pelos del bigote o que me llamaba cada semana por teléfono para hacer el PRODE. Me llevaba a la cancha de Racing, me presentaba a jugadores de ese entonces y de cuando él jugaba, me contaba anécdotas y formas de pensar el fútbol de su época.
¿Y cómo es tu relación con el fútbol hoy en día?
Mi relación con el fútbol hoy en día es mucho más tranquila que cuando era más chico. Disfruto como espectador del buen fútbol sin importarme qué equipo juegue. En los mundiales sí que me pongo bastante más irracional y desbordado, sufro bastante por la Selección Argentina.
Tenés un estilo cinematográfico para crear comics, ¿a qué se lo atribuís?
Dicen que sí, y es muy probable. Me gusta mucho el cine, más que leer cómics. Quizás sea por eso.
En Llamarada los personajes se hacen varias preguntas existenciales desde el ámbito cotidiano, ¿encontraste alguna respuesta haciendo este libro?
Ninguna, solo fue perderse un buen rato.