A pesar de la situación socioeconómica que atraviesa el país, hay muchas cosas para destacar del universo de la historieta local. Con sellos editoriales que ponen corazón y tenacidad ante la adversidad, con búsquedas autogestivas, con festivales organizados a pulmón, no es menor celebrar la grandeza de una disciplina artística que extrae vitalidad incluso cuando se la confina a los márgenes.
En esta lista ponemos de relieve un tipo de historieta libre, que no por ser experimental se torna críptica. Hay humor absurdo, hay ciencia ficción con acentuaciones en lo político, hay crónica autoficcional, hay remisiones a episodios de nuestra historia traccionados por géneros como la aventura o el policial. Un universo rico de estilos, temáticas y géneros que nos hacen pensar que el lenguaje del cómic es uno de los más potentes y osados a la hora de hacer una lectura crítica de la realidad.
10. El hogar, de Mariana Sabattini
Loco Rabia
En primera persona, Mariana Sabattini cuenta su desplazamiento desde Bahía Blanca hasta Buenos Aires, cuando se muda con el propósito de estudiar Diseño Gráfico en FADU, cuya sede principal es en Ciudad Universitaria. Pero no se trata del tipo de crónica enfocada en el impacto que produce la gran metrópoli en la mirada de quien narra, sino de un cuaderno descriptivo sobre el día a día en el hogar donde decidió (donde pudo) hospedarse. En ese sentido se pone de relieve la figura de Elvira, la encargada que impone reglas estrictas a las chicas que se alojan en la pensión. Las rutinas -lavar, cocinar, salir a la calle en horarios limitados- supondrán no pocas angustias, pero también una verdadera educación del carácter para la protagonista, en tanto la administradora del lugar -de manera progresiva- se va humanizando y despojando de su rasgos inflexibles y despóticos.
9. Tierra de nadie, de Edu Molina y Roberto Barreiro
Editorial ComicAr
Se trata de una obra conformada por tres historias nucleadas por la temática bélica y puntuada por rasgos del género de terror. El primer relato se da en el contexto de la Primera Guerra Mundial: algo extraño, enorme y aterrador se esconde en un pozo en medio de las trincheras. Este monstruo arrasa con tal fiereza a los soldados, que las fuerzas de los países en conflicto se unen para intentar destruirlo. El segundo episodio describe al Ejército nazi invadiendo una aldea judía donde aparentemente no quedan rastros de ningún ser humano. En medio de un bosque cubierto de nieve, aparece un gigantesco demonio hecho de piedra cuya voluntad puede dirigirse con la ayuda de la Kabbalah. La última historia describe la lucha entre serbios y croatas en el marco de la guerra de los Balcanes donde aparecen rasgos del género de vampiros. De gran solidez en dibujo y guion, una obra que se empieza a leer y no se puede abandonar.
8. Cómo ser un zombie, de Gustavo Sala
Hotel de las ideas
Por primera vez seleccionamos un comic del segmento infanto-juvenil para este top ten anual. Es que el libro de Gustavo Sala está lleno de humor absurdo y desparpajo. Página tras página somos partícipes del propio proceso creativo cuando el autor nos invita a dibujar y completar tramas y subtramas. Didáctico pero sin resignar la impronta jodona, deberíamos leerlo todos y sentirnos niños al menos por un rato. Proponiendo una nueva perspectiva sobre los zombies, Sala deja varios interrogantes. Como dijo el humorista en conversación con Indie Hoy: “Un mundo zombie terminaría con el capitalismo y las instituciones: todo es de todos, no hay propiedad privada, no hay iglesia, no hay policía, no hay escuela, no hay dinero. Pero sería un quilombo, ¿no?”.
Pasá a leer nuestra entrevista con Gustavo Sala: “Se puede ser contracultural, lo difícil es ser gracioso“.
7. Chica alien, de Nicolás Brondo
Libera la bestia
“La utopía no existe. No hay un mundo mejor” dice la protagonista de esta desprejuiciada e impactante novela gráfica. Se trata de una especie de superheroína con rebeldía punki que arrastra su enojo por una ciudad futurista violenta y corrompida. Nicolás Brondo juega aquí con darle un carácter reaccionario a su Chica alien, y en ese sentido es inevitable trazar una ligazón con nuestro presente sociopolítico. En ese contexto su personaje inicia un camino de “justicia por mano propia” donde las secuencias de acción se desarrollan en unos escenarios que recuerdan a las distopías perturbadoras del autor del under francés Ivan Brun o los despliegues temáticos de V for Vendetta de Alan Moore. Un relato de ritmo vertiginoso contado con un estilo visual bellísimo.
6. El animador, de Juanungo
Hotel de las ideas
Juanungo es un autor inquieto. Le gusta experimentar con distintos géneros y estilos de dibujo. Hizo, por ejemplo, Sarna (un policial negro guionado por Carlos Trillo), Norton Gutiérrez (alusión a los relatos de aventuras estilo Tin Tin), o El ilusionista (cercano a la intriga). Con El animador hace algo muy distinto. Narra la historia de un personaje ficcional llamado Neno que está en el crepúsculo de su vida, debido a una enfermedad que lo tiene postrado en la cama. En ese contexto, su familia consigue a un joven enfermero para que lo acompañe, con el que pasa por altibajos emocionales pero que, sin embargo, lo ayudará a reeditar su pasión por el oficio de animador. Inspirado en las vivencias de los últimos días de su padre, Rodolfo Sáenz Valiente, docente y precursor del mundo de la publicidad y el cine de animación en Argentina, el historietista realiza tal vez su obra más íntima hasta la fecha.
Pasá a leer nuestra reseña de El animador: “La necesidad de faltarle el respeto a la realidad“.
5. Náufrago Morris, de Pablo Franco y Lautaro Fiszman
Historieteca, Loco Rabia
Relato de aventuras con un exquisito estilo visual cercano a las artes plásticas, Náufrago Morris cuenta las peripecias en los mares patagónicos del marinero inglés Isaac Morris, embarcado en la fragata Wager que tenía como objetivo luchar contra los españoles en la reyerta colonialista por el territorio y las riquezas. En 2022, la obra ganó el premio mayor del Primer Concurso Latinoamericano de Historieta organizado por las editoriales iLatina (Francia), Comix Zone (Brasil), Historieteca (Argentina) y Loco Rabia (Argentina).
Pasá a leer nuestra reseña de Náufrago Morris: “La aventura y el diario de viajes como herramientas de contrahistoria“.
4. 28, de Sike
Editorial Deriva
El volumen más singular de esta lista. Un backstage con dibujos y bocetos de uno de los autores más extraordinarios del cómic local contemporáneo: Sike. A los largo de sus páginas aparecen tótems personales, criaturas mitológicas nunca antes vistas, ciudades arrasadas, paisajes imposibles, héroes y heroínas que bien podrían participar de alguna trama retrofuturista. A veces da la sensación de que el autor de Cartográfica contempla el mundo con una imaginación extrema lindante a la de Shintaro Kago. En 28, el artista nos muestra su santuario de reliquias gráficas: una crónica del proceso de su desarrollo artístico.
3. Inundación, de Santiago Miret y Guido Barsi
Grunendor Ediciones
Policial clásico que sigue las pistas de una joven desaparecida en las inmediaciones de la ciudad de Epecuén, cuando era inminente la catastrófica inundación que azotó a la zona hace casi cuarenta años. Con gran astucia, el relato va alternando secuencias de 1985, en las cercanías del colapso, y del 2011 cuando las aguas comenzaban a bajar y dejar en evidencia los estragos. Así fue que lo que en su momento prometió ser un pueblo de provincia con afluencia turística quedó sumergido bajo el agua gracias “a la desidia política”, como reza en un informativo al que se alude en la novela gráfica. Inundación fue ganadora del Premio Estímulo a la Escritura Edición 2022 organizado por Fundación Bunge y Born, Fundación Proa y La Nación.
Pasá a leer nuestra reseña de Inundación: “El inquietante comic policial sobre la tragedia de Epecuén“.
2. Volver, de Nacha Vollenweider
Maten al mensajero
Mezcla de bitácora de viaje, relato autobiográfico y crónica sociológica, Volver hace foco en líneas temáticas que ya habían sido trabajadas por la autora en Notas al pie, su obra anterior: la cuestión de la inmigración, la historia individual en diálogo con la memoria colectiva, la interrogación de la realidad del expatriado, la vivencia trashumante. En este caso los hechos se hilvanan con el proceso de una ruptura amorosa que tiñe de un velo melancólico todo lo que registra la mirada de la autora.
Pasá a leer nuestra reseña de Volver: “Viajes, religiosidad popular y duelo amoroso en la novela gráfica de Nacha Vollenweider“.
1. Aquelarres, de Patricio Oliver
Barro, Clan de Fomento
La segunda novela gráfica de Patricio Oliver retrata a varios grupos de brujas que irrumpen en una Buenos Aires violenta, estigmatizante y totalitaria. Una Buenos Aires imaginaria pero que se parece mucho a la real. Un relato coral donde diferentes personajes tienen protagonismo, evitando que la identificación repose sobre la pregnancia totalizadora de un solo protagonista. Hay un trasfondo tanto narrativo como ideológico detrás de esta decisión donde se opta por no concentrar la atención únicamente sobre un solo personaje sino que avanza sobre actantes colectivos. Brujas que motorizan gestas pasionales, contadas a partir de una exaltación del color.
Pasá a leer nuestra reseña de Aquelarres: “Patricio Oliver construye un mundo de ocultismo y magia en Aquelarres“.