Hay tres personajes que no tienen rostro. Sin rasgos distintivos, sus cabezas son grandes falos blanquecinos, o copos de azúcar notoriamente regulares. Hay una novia muerta que se niega a convertirse en pasado. Hay una amiga en común que se vuelve emisaria de mensajes incómodos. Hay una ciudad, México D.F., que impone sus simetrías. Dibujada obsesivamente en blanco y negro, sus escenarios se amontonan: pasajes, carteles comerciales, autopistas, edificios, árboles, una heladería. Un entramado urbano que, finalmente, roba protagonismo en toda esta historia.
“La ciudad lo es todo a mi manera de ver. Es tan diversa en sus calles y sitios que, en mi búsqueda de contar cosas, me gusta que tenga una voz fuerte y clara. Juego con la idea de hacer cómic pues, más allá de la tensión de las historias, estoy más empeñado en la atmósfera donde suceden o es a partir de estas atmósferas cuando me vienen las ideas”. El que habla es el diseñador e ilustrador mexicano Emmanuel Peña. El comic que menciona es su última obra, Se solicitan perdedores, publicada en Argentina por Deriva Editorial, que habla de pérdidas (de autoestima, de rumbo, de identidad), recelos, nostalgias y heridas no saldadas, usando varios rincones de la urbe como motor narrativo.
“Llegué a esta historia porque soy muy tradicional y el amor libre no terminaba de entenderlo. Eso se cruzó con la situación de querer hacer una historia que retratara una heladería. Llevaba algunas semanas buscando cuál era la tienda de helados más interesante visualmente para dibujarla y hacer una historia, cuando encontré el lugar y dibujé mis primeras versiones de una historia que trataba de unos trillizos no me sentía convencido, pensaba que era muy artificial y que más bien debía buscar hablar de algo que estuviera ligado a la vida real”, comenta el autor en conversación con Indie Hoy.
En 2016 Peña ganó una residencia en La Maison des Auteurs en Angouleme, Francia. Esa experiencia, dice, enriqueció su recorrido como artista. “Angouleme fue el principio de todo, aunque para ese entonces ya había publicado un libro como autor integral (El libro del Metro) e ilustrado para casi todas las editoriales de mi país, hacer la estancia en La Maison des Auteurs marcó el inicio de mucho. Por una parte conocí el proceso de dibujantes muy talentosos, encontré coincidencias de intereses. Por otra parte me llenó de una motivación que hasta el día de hoy me tiene trabajando siempre en un libro nuevo. Estar allá me hizo ver que mi forma de dibujar tiene cualidades para lograr estos altos estándares con los que trabajan los dibujantes que están allá”.
Te desempeñás como diseñador gráfico, ¿de qué manera esa práctica interpela tu trabajo en la narrativa dibujada?
Mi sueño era ser dibujante de un libro-álbum ilustrado, y mis primeros años laborales fueron en un estudio dedicado al diseño editorial, sobre todo libros infantiles y de arte. Esto fue muy importante para tener una visión más amplia al momento de crear un libro: pensar el ritmo, los formatos, la tipografía, el uso del color. Todas esas decisiones son muy invisibles para muchos, pero constituyen la personalidad de un libro. Cuando estoy trabajando una novela gráfica, conforme voy dibujando, la voy poniendo en el formato de libro y siento que eso me ayuda a distinguir muchas cosas que puedo mejorar del proyecto en cuestión.
Hacedor integral ya entrenado en el mundillo de la novela gráfica, con Se solicitan perdedores Emmanuel Peña hace una reivindicación del fracaso (amoroso, vocacional) como forma poética, una lectura sobre el “ser perdedor” bastante tangencial a la habitual. Así reza un globo dialogal en una de sus viñetas: “Yo le decía que no eran perdedores. Sino derrotados en espera de una mejor oportunidad”.
En la historieta, esa oportunidad y esa espera se expresan solo en potencia. Por eso tal vez necesite figurar rostros “desdibujados”, reconciliados con la abstracción. En el grado cero de la gestualidad de esos rostros no hay un horizonte de mejoría, no hay afección, no hay impulso. La “mejor oportunidad” es una mera abstracción.
Dice Peña para cerrar: “Con sus rostros existe una intención de enfatizar la derrota. Estos tres personajes podrían ser cualquier persona, es una propuesta restarles relevancia para que el dibujo de la ciudad y los fondos no pierdan su importancia, así que procuré que fueran lo más anodinos posibles”.