“Uno debe morir tantas veces como sea necesario, hasta lograr la propia inmortalidad”–comenta un Gardel recién resucitado a los desconcertados “Peñarol” y “Oriental”, dos montevideanos que en ese mismo momento harán del tango su forma de vida. Esa parece ser la premisa de Tango Cruzado, libro que reúne las entregas de nombre homónimo inicialmente publicadas en la Revista Fierro en el año 2009. Con guión de Max Aguirre y dibujos de Sebastián Dufour (ambos nacidos en 1971), Tango Cruzado es una historia sobre el amor por la música y los músicos, capaces de salvar vidas y encauzar rumbos o de excitar al grado de provocar fuertes disputas que en muchas oportunidades concluirán en violentos combates.
Esta compilación de 72 páginas editada por Hotel de las ideas narra el sobrevenir de dos pandillas tangueras residentes de la capital rioplatense de Montevideo, lideradas por El “Oriental y el “Chino”, uruguayo y porteño respectivamente. Compartirán escenarios, bares, ídolos y pasiones, pero sus irreconciliables diferencias desembocarán en interminables y sangrientos duelos callejeros. Desde el lugar de nacimiento de su favorito y adorado Carlos Gardel hasta la verdadera esencia del tango serán temas de discusión recurrentes y motivo suficiente para avivar su ánimo gamberro y obstinado. Ni los consejos del misterioso “rubio Estardas”, una especie de músico visionario –que, según los personajes “estiliza los tangos hasta dejarles solo el alma original”– asiduo de la escena que estos anti-héroes frecuentan, lograrán aplacar sus desacuerdos. Todo convergerá en un mismo pasaje: en el camino errante del colosal “morocho del Abasto”, sus melodías nocturnas, sus incontables muertes y su innegable eternidad.
La estructura no está dispuesta cronológicamente: atravesando diferentes líneas temporales y geográficas, el libro reconstruye anécdotas en el pasado, presente y futuro de los protagonistas. Aguirre y Dufour aprovechan todas las posibilidades del lenguaje de la historieta para crear un mundo a su medida: en el que la vida es en blanco y negro, el lunfardo es el principal dialecto y las figuras son sombrías e imponentes, tal y como nos enseñó la tradición cinematográfica expresionista. Asimismo, el dibujo de Dufour es toda una alternativa a la figuración estándar: entre el art decó y la abstracción lírica, los personajes se hacen de unas pocas líneas y el dramatismo del discurso global está en parte dado por su trazo limpio pero a la vez gestual y una paleta monocromática de altos contrastes.
Nostálgico y a la vez fuertemente optimista, Tango Cruzado se constituye página a página como una sinfonía dibujada que transcurre en los sueños, en un mundo desbordado de pasiones, de canciones premonitorias e ídolos inmortales. Así, Aguirre y Dufour actualizan y revitalizan un tema que para las nuevas generaciones –y, por qué no, la de ellos mismos– puede ser una pasión heredada o todo un mundo nuevo por descubrir, plagado de mitos, de anécdotas costumbristas, de historias de amor y de melancolía.