Crónica de viajes, relato de no ficción, autobiografía, etnografía amateur. No importa la matriz genérica en la que se inscriben los libros de Nacha Vollenweider. Lo medular del asunto es la sensibilidad con la que están contadas sus historias. Ya en Notas al pie, su novela gráfica publicada en 2017, la autora nacida en Río Cuarto desplegaba algunas líneas temáticas que se harían recurrentes: la cuestión de la inmigración, la historia individual en diálogo con la memoria colectiva, la interrogación de la realidad del expatriado, las vivencias viajeras. Líneas argumentales que se hacen presentes y se acentúan en su nueva obra: Volver.
Esta vez la voz que guía la historia, después de vivir unos años en Hamburgo, desandará el camino hacia Argentina, deteniéndose antes un buen tiempo en el nordeste brasileño. Y ese retorno al país de origen no se vuelve una tarea sencilla. Sobre todo porque esa “vuelta” se hilvana con el proceso de una ruptura amorosa que tiñe de un velo melancólico todo lo que registra su mirada. En conversación con Indie Hoy, la autora explica: “La idea de narrar el regreso tiene que ver con mostrar un viaje de ida y vuelta. Poner de manifiesto una experiencia que mira desde perspectivas opuestas. En Notas al pie la mirada estaba puesta en el trayecto sur-norte. Y en Volver la mirada está puesta en el trayecto norte-sur“.
Maneras de plasmar un viaje con viñetas
Nacha elige contar la historia con un estilo singular, tanto en lo gráfico como en lo textual. A partir de un omnipresente blanco y negro se describe lo que la protagonista ve y siente casi siempre con un ordenamiento de dos viñetas por página (en Notas al pie este procedimiento estaba incluso más acentuado). Lo dimensión gráfica dialoga con un texto que responde con frecuencia al formato “voz en off” y pivotea entre lo poético, lo meditativo y lo autorreflexivo. Cuenta la autora: “Esa estructura hace referencia a la forma que aprendí de narrar historietas en Alemania, particularmente de mi profesora Anke Feuchtenberger. Me permite incorporar el texto más como un texto literario que como un texto narrativo secuencial, tan tradicional en la historieta. Por lo general pienso en imágenes y luego voy incorporando el texto, como una forma de completar el sentido”.
Mirada caleidoscópica
En Volver existe una mixtura de registros. En algunos momentos, la novela se vuelve relato sentimental: la protagonista emprende su regreso con el filtro del duelo amoroso. Tal vez eso acentúa un retorno incómodo, ambivalente, teñido por el desengaño: una relación a la vez “problemática” y profundamente afectiva con el lugar de origen. Por otro lado, en muchas secuencias Nacha se encauza en la crónica periodística y, por ejemplo, hace reporteo con trabajadores ambulantes que va encontrando en Córdoba o indaga con visión crítica el vínculo entre extracción de litio y escasez de agua. Pero también despliega secuencias donde hay una atención extrañada sobre el mundo circundante, digna de la antropología social: similitudes del imaginario social entre Córdoba y Belem Do Pará, experiencias migrantes, usos y costumbres de sus bisabuelos vascos, rastros simbólicos y espirituales de algunas figuras de santería como Yemanjá, Pomba Gira o el Gauchito Gil.
Esa multiplicidad de perspectivas para abordar lo real le da un brillo y una complejidad especiales a Volver, tanto en lo emocional como en lo reflexivo. Lo extraordinario es cómo Nacha logra -a lo largo del libro- armonizar esos distintos registros donde convergen crítica social, conflicto existencial y afectivo e interrogaciones sobre la Historia cultural. Dice la autora: “Esto tiene que ver con la idea de la perspectiva desde la cual miramos el mundo. En la perspectiva sur-norte. Nosotros experimentamos el lado B del desarrollo, es decir, la desigualdad social, la explotación de los recursos, la dependencia económica a través de la deuda externa con los organismos financieros internacionales. Todas formas de dominación que sirven para mantener un sistema cada vez más desigual, del cual sólo se beneficia un porcentaje muy reducido de la población mundial”.
Religiosidad popular: viajes para desafiar lo incierto
En muchas secuencias de Volver se hace referencia al candomblé, a Saci Pereré, al Cura Brochero, como si ciertos rasgos de religiosidad popular ayudaran a matizar o a enriquecer el proceso de “volver” a la protagonista. Comenta Nacha: “El tema de la religiosidad popular está presente en los dos libros. Eso tiene que ver con una búsqueda de cierta orientación, cierta esperanza en contextos de incertidumbre. Quizás un poco inspirada también en la religiosidad que cultivaba mi abuela, súper católica, encontré en los santos populares una alternativa, digamos, a las religiones institucionalizadas. Además, por ejemplo, la religión umbanda, tan extendida por el norte de Brasil, tiene sus orígenes en la cultura africana de los esclavos que llegaron a Brasil, una cultura marcada por la resistencia y la búsqueda de libertad”.
Lo personal y lo colectivo
Si bien el tema del duelo amoroso atraviesa toda la historia, Volver también hace alusiones constantes a las crisis económicas del país como la hiperinflación del 89, la crisis del 2001, la inflación del presente. En cierta medida repensar lo colectivo y lo histórico nos invita a revisar la sensibilidad individual de la protagonista. Cierra la artista: “En ese sentido hago referencia al tema de la memoria histórica como seres individuales atravesados por una historia colectiva. Tiene que ver también con la idea Sartreana sobre el ser, es decir ‘cada uno es lo que hace, con lo que hicieron de nosotros’. ¿Cómo nos proyectamos al futuro?”