Durante la década pasada, Tucumán fue uno de los puntos neurálgicos del movimiento artístico independiente en Argentina y uno de los polos musicales más importantes de la región noroeste de nuestro país.
Artistas como Los Chicles, Las Jóvenes Lechuzas, Gomas de Eva, Luciana Tagliapietra, Estación Experimental, Alem y Los Veranos, entre muchos, fueron parte de la generación de oro que se convirtió en una referencia para las páginas liminares del pop en su provincia, dejando atrás la historia de aquel revival punk en los años 2000. Ahora, con ese legado en la espalda, ¿cuáles son las rupturas que traen las primeras brisas de la nueva década?
Hacia finales del 2019, algunos artistas que se iniciaron con la influencia del formato de la canción pop creyeron que debían renovarse y virar hacia géneros como el trap. Sin embargo, quizá por influencia del encierro pandémico o por otros desencadenantes, por estos tiempos se define una nueva camada de músicos que decide reconducirse en otra dirección.
A continuación, te presentamos cuatro proyectos que están refrescando la escena musical de Tucumán, marcando una tendencia y visión hacia el futuro.
Lissel Pláate
La cantautora Lissel Pláate trae nuevos aires en la escena de Tucumán. Con una notable raíz en el jazz y soul, su música combina sofisticación académica y calidez pop, y le valió el reconocimiento de formar parte de varios festivales en la provincia junto a su banda La Crême, como el Tucumán Urban Indie, El Norte Rock y El NOA Tiene Que Andar.
“Lo que tengo como influencia y como origen musical es la música orquestal y polifónica mezclada con géneros musicales como el jazz, el soul, el R&B y el funk, entre otros -cuenta Lissel en conversación con Indie Hoy-. Es música pensada en ser interpretada a futuro con una súper banda con ensambles de vientos, de cuerdas, de percusión y coros. De todas formas, también me encuentro creando composiciones más simples para un oído más estándar y abarcativo, pero sin perder los arreglos y la combinación orgánica de géneros”.
Pláate forma parte de una ola de artistas femeninas que pisan fuerte en la escena musical de Tucumán. “Fui una de las primeras mujeres en aparecer con una propuesta musical diferente en época de pandemia -recuerda-. Justo en ese momento comenzaron a gestarse y a darse a conocer proyectos nuevos musicales acompañados de videoclips, muchos liderados por mujeres”.
“Flores“, uno de sus primeros singles de 2021, es una muestra depurada de los condimentos que orbitan en su búsqueda: escaladas bailables desde la guitarra, momentos ingrávidos para flotar por la ciudad, junto a letras que intuyen y decodifican la información musical para amalgamarse en un proyecto congruente. “Olas de lata“, su segundo single de ese mismo año, es un anhelante surrealismo que nos convoca a subvertirnos y nos interpela con añoranzas y vértigos, mientras la banda contiene un desborde que parece implosionar por debajo de olas de pianos y guitarras.
Al respecto de su escritura, Lissel cuenta: “Busco que no caiga en algo chato, que tenga un sonido y un hilo conductor que le dé vida a lo que cuento desde mis experiencias, emociones y también lo que imagino que otrxs pueden llegar a sentir o vivir”.
Escuchá a Lissel Pláate en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).
El Chango y Las Flores
El proyecto liderado por Nicolás Alonso gravita como pocos en el nuevo indie tucumano. Telonero de Isla de Caras en su paso por Tucumán, el joven cantautor es ávido por las formas más sutiles del pop. Tanto en su primer álbum Mi jardín (2023) como en sus singles posteriores hay una celebración del formato de canción y algunas pinceladas de dream pop.
“Me enamoré de muchas formas de expresar que tienen las bandas del indie, desde el sonido y lo lírico. Usted Señalemelo, Bandalos Chinos, El Estúpido Martes Sangriento y Jet Lag Diacromático son bandas que en su momento me inspiraron mucho para arrancar con el proyecto”, sostiene en conversación con Indie Hoy. En esa línea, El Chango y Las Flores es un culto al sentimentalismo fluido en el arte. Sus canciones representan a una generación que, a diferencia de otras, pareciera retornar a la búsqueda interior y a la expresión sin mayores mediatizaciones.
“Mi jardín es un álbum sincero que nace en el jardín de mi casa; una mezcla de pandemia, rayuela y canciones que me dejan expresar ya desde un lugar más ficticio, con el nombre de El Chango y Las Flores -cuenta Nicolás-. Este álbum fue muy importante personalmente, quería que suene como los artistas que estaba escuchando y al mismo tiempo no disponía de dinero ni contactos, entonces me mandé a producirlo por mi cuenta, con ayuda de amigos”.
Ese retorno inocente al yo intenta combatir tendencias de época como la eclosión de las redes sociales y el vacío ansioso que nos deja, las fake news, las identidades falsas y las relaciones líquidas que trajo el sueño efímero de una impostada autosuficiencia.
“Tengo la sensación de que esta generación, después de la pandemia, tiene esas ganas de estar más presente, de disfrutar lo que hay en este momento, y tampoco tiene miedo de sentirse mal, ya que es parte de estar vivo”, reflexiona Nicolás. Por eso, en sus canciones y en sus shows en vivo se respira una depuración de las barreras que nos alejan del otro, la calidez de una nueva comunidad que siente la posibilidad de alimentar el deseo, las pasiones que nos ahogarían de otro modo y la búsqueda de diversión.
Escuchá a El Chango y Las Flores en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).
Hoja Blanca
Hoja Blanca, el dúo integrado por Romina Vaisblat y Diego Rodríguez Fuentes podría tratarse también de una expresión de época, pero nacida en los escombros del confinamiento pandémico en el que tratan de simbolizar algunas secuelas oscuras.
“Durante la pandemia nosotros sentimos más nostalgia que de costumbre -admite Romina en conversación con Indie Hoy-. Estuvimos escuchando mucha música y viendo películas de terror de los 80 y 90, que seguramente influyeron en la estética de la banda. Durante ese tiempo también murió por covid el papá de Diego y mucha gente sentía miedo de contagiarse y terminar de la misma forma… todo muy oscuro”.
Esas experiencias derivaron en una necesidad de revisitar las arterias más crudas del rock y el punk, sumándose a la tendencia del rock emergente nacional que busca en los cajones del pasado las atmósferas de emociones y percepciones más opacas. “Nosotros creemos que la crudeza de nuestra propuesta en lo rítmico y en la simpleza de los arreglos contribuye a la oscuridad que pretenden transmitir las canciones -continúa Romina-. Nos parece que para ser oscuro tiene que sonar sobrio”.
Ver a Hoja Blanca en vivo es una experiencia inmersiva. La interpretación de sus singles “Invierno” y “Montaña“, junto con la puesta en escena de sus shows, genera un magnetismo por su coherencia en un dúo consistente que petrifica a los presentes en un rincón del pub o los hace caminar obnubilados entre luces rojas de un cosmos lúgubre y grave. Cuerpos tiesos, sin muchas piruetas escénicas y la ausencia tanto de instrumentos acústicos como de semblantes risueños son enmarcados por sobretodos negros que producen un excedente de sentidos en el embudo nocturno de sus recitales.
Escuchá a Hoja Blanca en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).
Fleko and the Trip
Dentro de las figuras que marcaron el recambio generacional con aquella primera camada de artistas tucumanos, es ineludible advertir a Fleko and the Trip, alias de Marcos Mauricio Correa Antoni. Las bandas que fundó -entre las que se destacan El Estúpido Martes Sangriento y Johny Boy-, además de su rol como guitarrista en bandas como Boutique o Sipeganboys y como técnico de mezcla del reciente disco de Patricio García, lo convirtieron en una autentica usina atenta a mantener vivo el brillo del pop tucumano.
Pasados algunos años de sus comienzos, Fleko se reinventó dando sus primeros pasos en solitario con su álbum El templo del dios solar (2022), en el que asegura una instancia de emancipación personal. “Me pasó en esa etapa de desprendimiento con anteriores bandas que apareció alguien que tenía cosas para decir -revela en conversación con Indie Hoy-. Apareció el cantante que antes sólo se expresaba a través de la composición instrumental. Me encerré conmigo mismo en la pandemia y eso fue lo mejor que pasó”.
A su búsqueda musical la define dentro de un “pop barraco”, categoría que usaba para no decir que era “indie” cuando este rótulo era un insulto por los rockeros de la provincia. A partir de ello, sintió el impulso en su arte de una “necesidad neutra” que define su lugar en la escena local para combatir las pasiones destructivas y estancadas de aquellos que “solo transpiran en una bicicleta fija del rock”. Por eso, en su primer disco solista tuvo como objetivo principal amplificar el lema “no hay equilibrio sin amor, ni amor sin equilibrio”, refiriéndose a un mensaje que sirva también como custodio del fluir de las fuerzas que mantienen viva a una escena.
Grabar todos los instrumentos en el estudio de su casa fue un hallazgo que marcó un antes y un después en su carrera. Luego de su primer disco solista, dio lugar a su EP más reciente titulado Antes que caiga el meteorito (2023), un espacio lúdico en colaboración con Emanuel Molina en el conviven la electrónica, el pasado y el futuro del pop como sonidos suspendidos que todavía no tardan en irse ni en llegar.
Escuchá a Fleko and the Trip en (Spotify, Tidal, Apple Music).