La electrónica experimental no es un género cerrado, sino una zona de exploración. Más que producir pistas listas para la pista de baile, estos artistas trabajan como exploradores del sonido: utilizan con samplers, síntesis, efectos y errores, improvisan en vivo y construyen escenas a su alrededor.
A continuación, en Indie Hoy reunimos cuatro proyectos argentinos que habitan los bordes de la música electrónica.
Oud
Pablo Verón y Aldo Benítez se conocieron hace veinte años coincidiendo en algunas de las pocas fiestas de minimal techno y clicks & cuts que se hacían en Buenos Aires. Esa escena centrada en las formas más experimentales de la electrónica era pequeña, por lo que esas fiestas funcionaban más como laboratorios que pistas de baile. “Era una época en la que era difícil encontrar ese tipo de música en discotecas”, recuerdan en conversación con Indie Hoy.
Ambos publicaron sus primeros discos por esa época: Verón con Nieves (2006), un collage sonoro de noise y glitch, y Benítez con El portafolio sin peso (2007), un álbum de canciones de electro pop experimental. “Una vez empezamos a hablar de que los dos trabajábamos con samplers —cuenta Aldo—. Yo usaba una Octatrack y él una MPC. Así que nos pareció interesante poner a dialogar esos dos hardwares”.
En esos primeros encuentros establecieron una dinámica que persiste aún hoy: improvisar sin una consigna previa, habilitando a que cualquier tipo de sonido pueda salir de sus samplers. En ese sentido, la música de Oud nunca tuvo una forma fija, más bien se mantiene en constante movimiento, como una conversación entre dos amigos que nunca se dicen adiós.
Resultado de ese intercambio fue Oud (2019), su disco homónimo —y también un juego de palabras: “duo” al revés—, habitado por texturas sintéticas, ambientes enrarecidos y beats con una impredecibilidad orgánica. Otro registro de sus intercambios fue el set que publicaron en 2024 a través de la plataforma Muito Radio, una selección de improvisaciones hipnóticas a partir de samples de películas, audios de Whatsapp y sesiones sobre CDJs.
“Siempre me gustó usar la voz como textura —cuenta Aldo—. Muchas veces uso samples de voz que quedaron grabados de alguna prueba de sonido o ensayo. También me gusta encontrar sonidos que me llamaron la atención de algún video que vi, o de algún sonido medio anodino que está como por detrás. Lo que más me interesa cuando toco con Oud es profundizar los procesos, el procesamiento en tiempo real a través de las estaciones de samplers que uso”.
El siguiente paso de esa búsqueda son las dos performances que presentarán en las próximas semanas dentro del ciclo “Materia Efímera” en Fundación Cazadores. La performance se titula CDJs, en referencia a los equipos que usan los DJs para tocar, aunque ya no cuentan con ranuras para discos físicos como en sus orígenes. “Hoy mantienen el nombre, pero en la mayoría de los casos ya no funcionan con CDs —explica Aldo—. Me pareció interesante esa mímica: parece que manipulás un producto físico, pero en realidad estás trabajando con archivos digitales como mp3, wav, aiff o flac”.
Junto a Ani Johnston y Manu Schjaer —directores de Muito Radio—, se presentarán en esta experiencia escénico-sonora: Ani diseñará la puesta escénica, mientras que Manu, también conocido como DJ Muito, aportará su música. Pablo describe la propuesta como “un diálogo entre samplear y tocar encima de nuestros propios temas, una vuelta más de rosca a la idea de samplearnos a nosotros mismos. Manu toca nuestros temas, nosotros tocamos sobre ellos, y aunque suene redundante, es como una expansión de nuestro sampleo”.
Escucha a Oud en plataformas (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).
Melisa Aller
Así como existe música electrónica que es demasiado lenta como para bailarse, también hay un tipo de electrónica que va al otro extremo: tempos tan rápidos que se desdibujan hasta volverse vibración más que ritmo, casi textura. La música de Melisa Aller opera en ese terreno de velocidades extremas, donde el frenesí no quita profundidad, y la hipnosis se encuentra en la intensidad.
“Cuando toco, entro en un estado de adrenalina y aceleración física y mental —cuenta en conversación con Indie Hoy—. Es como un trance, una calma que aparece incluso cuando estoy tocando rápido. Muy a lo Schopenhauer: esa idea de contemplar lo que una está haciendo y ofreciendo en ese momento”. Un estado de atención profunda que transforma la ejecución en un acto casi meditativo.
Para Aller, la música electrónica siempre se trató de un vínculo con lo sensible y con lo colectivo. “Tengo recuerdos de ver el Love Parade de Berlín, que se transmitió acá en Argentina por televisión abierta —recuerda—. Lo miraba con mi viejo y me deslumbraba la música. Esa ebullición de baile en las calles, ese mar de personas moviéndose al unísono, al aire libre, de día… Entendí que la música no está al margen del mundo: nos ayuda a olvidarnos de nosotros mismos y al mismo tiempo a comprendernos como sujetos”.
Aller también lleva una carrera como cineasta experimental, especializada en el formato Super 8, con el que filma y edita directamente en cámara, cuadro por cuadro, sin intervención digital. Esa forma de trabajo dialoga con su manera de hacer música: en ambos casos, se trata de procesos artesanales, lentos, profundamente internos. Usa cintas de cassette y equipos analógicos, en un desaceleramiento total frente a la lógica de inmediatez que domina hoy en la música electrónica.
Plastiquer, su primer álbum publicado a fines de 2023 por el sello Metamusica, explora los cruces entre electrónica y placer, entre la maquinaria y el deseo. El título parte de la noción de plasticidad que desarrolló la filósofa francesa Catherine Malabou: la capacidad de un objeto o sujeto de transformarse y abrir espacio para lo distinto. El disco superpone ritmos asociados a subgéneros del techno, como el noise y el hardcore, para crear atmósferas enrarecidas.
“Lo que puedo advertir en esta forma en que hago música y en esta analogía con la forma en que hago cine es que está presente esta idea de contemplación. Voy haciendo sin inmediatez, sin prisa, con demora —reflexiona Aller—. Creo que el uso de cintas de cassette tiene una relación directa con que filme en formato Super 8 y es que ambos formatos no son pulcros. Eso me gusta. No me interesa lo pulido, lo impecable, que es la seña de identidad actual; no le encuentro interioridad. En cada disco busco formas de grabar que permitan sonoridades extrañas, inesperadas”.
Escuchá a Melisa Aller en plataformas (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).
Javier Areal Vélez
Hay artistas que buscan una relación de imprevisibilidad con su propio instrumento. No se trata de lograr un dominio virtuoso, sino de mantener un vínculo de tensión y sorpresa. De hacerlo sonar de formas que no habían sido contempladas en su creación, desviando el diseño original para encontrar nuevas voces dentro de un mismo instrumento. En esa exploración, también aparece una manera distinta de escuchar.
Javier Areal Vélez es uno de ellos. Formado en instituciones y academias —hoy dirige el festival Ruido y durante cuatro años coordinó el CASo, centro de arte sonoro que mutó en una comunidad activa de artistas y colaboradorxs—, siempre se interesó por la experimentación sonora, el cruce con la tecnología y la exploración de nuevos medios.
Es parte del grupo experimental Calato, donde exploró la improvisación libre y la guitarra preparada, y a través de sus estudios en composición electroacústica y música expandida aprendió a desarrollar programas propios. “Empecé a programar estas entidades que toman decisiones aleatorias —explica en conversación con Indie Hoy—. Es como un dúo entre la compu y yo. Yo le pido algo, me da otra cosa, y desde ahí vamos viendo cómo seguir. Por ejemplo, le digo que suene una nota en loop, pero no sé cuál va a elegir; o que suenen tres instrumentos, pero no sé cuáles serán. Es muy divertido tocar así, hay espacio para abrazar el error”.
Esa lógica cobró forma en Trifásica, su nuevo disco: cinco tracks de improvisación donde colisionan sonidos cortos, samples ásperos, glitches y distorsiones, como si una caja de herramientas se cayera por unas escaleras. “Los sonidos son bastante híbridos —cuenta—. Hay guitarras preparadas, que fue mi instrumento central hasta hace no tanto, pero también samples de colaboradores míos, como voces de Agustín Genoud y baterías de Pablo Verón. Y después sonidos más puramente ruidosos, algunos muy pasados de rosca”.
En estas exploraciones, Javier Areal Vélez crea momentos más livianos y minimalistas, y otros más densos, con distorsión y ruido, que desafían al oído. Escuchar su música es una experiencia muy parecida al estado mental en que él entra mientras crea: alerta y presente, pero a la vez dejándose llevar. “La compu siempre me sorprende y eso está buenísimo —concluye—. Hay una dinámica ahí que es muy de seguir en el flujo de las cosas. A veces son sonidos que no se me habrían ocurrido nunca, que ni siquiera estaban en el diseño original del instrumento”.
Escucha a Javier Areal Vélez en plataformas (Bandcamp, Spotify, Tidal).
Aguja
Hay una urgencia destructiva en la música de Sergey Kolesov y Sofía Efron, también conocidos como Astrosuka y Sofja, artistas multidisciplinarios y músicos experimentales basados en Buenos Aires. Juntos componen Aguja, proyecto sonoro-visual basado en la improvisación en vivo donde cada presentación es una descarga cruda, emocional, distorsionada y eufórica. La forma, si existe, nace en el momento: música abstracta, filosa, impredecible.
Durante la cuarentena empezaron a jugar videojuegos online, y poco después empezaron a hacer música juntos usando síntesis FM y cadenas de efectos. “Todo lo que hicimos hasta ahora con la banda fue grabado y tocado en vivo, y eso le da un carácter más sucio, más punk”, cuenta Sergey en conversación con Indie Hoy y Sofja suma: “Me gusta el contraste de sonidos chiquitos y sutiles y cosas súper rotas o reventadas. Encontrar formas distintas de usar los mismos sonidos es parte de lo que hace que Aguja suene como Aguja”.
En el pasado integraron el colectivo Trrueno, pero durante los últimos años se enfocaron en crear nuevos espacios y alianzas. En 2022 fundaron el netlabel Unun., desde el cual publicaron un primer EP, y en 2023 la mixtape Música electrónica I, debut formal de Aguja. Recientemente estrenaron un video para el track “Propulsor”, realizado junto al performer drag Orkgotik —artista colombiano que diseña prótesis y máscaras monstruosas— y el director italiano Alex Spagnolo. Fue grabado en un solo día, poco antes de que Orkgotik se mudara fuera del país, y funciona como retrato fugaz de una intensidad compartida.
Titular Música electrónica I a su debut puede leerse como una provocación, un gesto casi paródico de refundación del género. Pero también funciona como única forma posible de nombrar algo que esquiva cualquier etiqueta más específica. Lo que hacen es, literalmente, música electrónica: una forma de composición en la que lo importante no es tanto el estilo como el uso de herramientas —sintetizadores, samplers, efectos— para desarmar y reconfigurar el sonido en tiempo real. Lejos de las lógicas del track, del hit o del DJ set, Aguja propone una escucha que se vuelve cada vez más física y transformadora.
En el vivo, Aguja encuentra su forma más extrema. “Tocar en vivo es lo que más me cabe de la música —afirma Sergey—. Me hace entrar en un estado bastante intenso emocionalmente de a momentos, y por otro lado de híper concentración. Empezás a tomar muchas decisiones en el momento”. Sofja completa: “Es como estar pensando en un montón de cosas súper rápido sin realmente entender. Estás ahí, en el presente, sin terminar de procesar. Hay una parte del cerebro que no está juzgando nada, solo haciendo. Y es súper intenso poner tanta energía, todo lo demás desaparece. Antes de tocar hay ansiedad y nervios, pero después queda una sensación increíble, una especie de trance”.
Escuchá a Aguja en plataformas (Bandcamp, Soundcloud).