No parece ser casual que al tener que elegir entre una silla acapulco blanca y una verde, Carmen Sanchez Viamonte se haya sentado en la segunda. Tampoco el hecho de que sus aros de acero redondos estén envueltos en papel kraft del mismo color. Mientras posa en la vidriera de una cafetería de diagonal 74, La Plata, el sol le da en la cara y deja entrever esos ojos marrones tan profundos como la historia latinoamericana y la del feminismo. Se pide un café americano cortado y una parte de su personalidad se cuela en ese pocillo cuando comienza a beberlo así nomás, amargo, “porque siempre lo tomó así”.
Entre sorbos, habla del rock como un género donde antes sus intérpretes exponían lo que les molestaba y que hoy se transformó en un museo de las guerras sociales a lo largo de las épocas. Para ella, el rock debe representar otras cosas como la vida total o la intensidad, y llegar a eso requiere de actualizarlo. La idea de “sexo, droga y rock and roll” quedó anticuada y los que se quejaban antes ya no tienen de qué quejarse. En ese sentido, cree que las mujeres y disidencias son, al día de hoy, quienes vienen a renovar ese escenario. “Yo mamé de muchas otras artistas que son heroínas para las que venimos después como Marilina Bertoldi, Barbi Recanati o Celeste Carballo”, admite en conversación con Indie Hoy.
La cantautora oriunda de Villa Elisa viene de una familia de artista. Si bien su padre no se dedica a la música, quienes le inculcaron esa pasión fueron él y su hermano, el flautista Rodrigo Sanchez Viamonte. De hecho, en su casa siempre hubo una guitarra y se cantaban canciones todo el tiempo. “Mi hermana suele bromear que somos como Glee -cuenta entre risas-, siempre que uno empieza a cantar el otro hace lo mismo y todos cantamos”. Una frase resuena entre sus labios sobre algo que aprendió de su familia: “Las cosas con otros, las cosas compartidas y para compartirse, siempre son más gratificantes”. Ese “compartir” se encuentra mucho más presente en la relación con su madre, a la que describe como una persona muy importante en su vida y con quien tiene una relación muy cercana. “Todo lo que ella me transmite va a estar conmigo toda mi vida, así que nunca me va a faltar”, reflexiona. Es ese aprendizaje el que también le llevó hoy en día a preferir el formato banda por sobre la idea de ser ella sola con su guitarra.
Su primer proyecto se llamó La Nena Transformer y surgió en 2013 en el colegio, como toda banda de adolescentes. Al principio sus integrantes eran ella y Ezequiel Gardini, un amigo suyo con quien se juntaban a tocar la guitarra en los recreos. “Éramos de los pocos hippies que nos daban ganas de hacer eso en el tiempo libre”, recuerda. Luego se sumó Gastón Fabricius, y como la vocalista estaba enamorada de su amigo Antú Fernandez, le suplicó para que le hablara. Carmen define a esa banda como “un juego” y recuerda que “en ese momento yo tocaba un teclado que sonaba horrible y que sabía tocar a duras penas, pero no importaba: lo central no era la calidad del sonido, sino la calidad de la experiencia”. En 2016, al tiempo de la partida de Ezequiel, decidieron grabar un disco titulado Primer registro. El proyecto llegó a su fin en 2017 y para Carmen implicó los desafíos de comprender que “no es lo mismo ser amigos que ser colegas” y de aprender a componer para un grupo.
Ese compañerismo se entrelaza con la política, cuando Carmen piensa en lo político como algo más allá de lo partidario, como lo social, como la actividad en comunidad. Fueron sus padres quienes le transmitieron esos valores mediante la música, y es así que a los seis años descubrió su talento para cantar gracias a María Elena Walsh. Su abuela, Herenia Cámara de Sánchez Viamonte, fue docente del bachillerato de Bellas Artes y Abuela de Plaza de Mayo. Para ella, es la “matriarca” de su familia y “la pulsión de vida en persona”. La abuela Herenia crió a sus hijos casi sola con ayuda de su madre, la bisabuela de la cantautora. “Nos transmitió sin querer que la vida sigue y que hay que seguir deseando vivirla, seguir generando cosas, juntándose con otros y luchando por las cosas que uno quiere y en las cosas que uno cree”, concluye. Una sonrisa se dibuja en su rostro mientras mira hacia los costados inferior y superior izquierdo recordando esa vez en que fue a visitarla y en un ataque de nostalgia se puso a revisar los cajones de toda la casa. Ese día terminó regalándole un kimono que le había dado el tío de su exmarido al grito de “¡Tomá! ¡Por si te sirve para tus shows!”.
En 2018 Carmen publicó Episodios del deshielo, su primer disco solista, donde presentó su estilo íntimo de folk rock. La disolución de La Nena Transformer le generó mucha angustia, pero al mismo tiempo había compuesto algunas canciones que no encajaban en el formato banda y que las sentía más acústicas. Además, se había encontrado con el deseo de poder tomar decisiones sola, tanto en lo creativo como en los shows. En este trabajo se destaca la inclusión de dos covers: “Mala” de Liliana Felipe y “Soy pan” de Piero. La primera tiene que ver con ese momento que estaba pasando y con el lugar en el que se pone a las mujeres cuando hacen lo que quieren hacer. A Carmen no le faltan palabras y explica que: “Cuando a un hombre no le gusta eso somos unas hincha pelotas, unas hijas de puta…. ¡En realidad pretendemos ser individuos libres!”. En cuanto a la segunda, llegó a ella por un amigo de su hermano. La cantante admite que nunca escuchó la versión original, que solo conoce la de Mercedes Sosa. Su letra habla del final de la dictadura y una necesidad de inculcar que la respuesta a la muerte es el amor. “Siempre me transmitió eso de cultivar cosas positivas -agrega Carmen-, incluso en momentos terriblemente oscuros”.
A partir de este primer disco, Carmen comenzó a establecerse como una de las nuevas voces del rock feminista, halago que ella le atribuye al “trabajar a conciencia”, al trabajo en equipo y a la autenticidad de su obra en el sentido de ser fiel a lo que ella siente o piensa. “Yo siempre compuse desde ese lugar -explica mientras su boca se redondea como queriendo sacar afuera lo más interno de su ser-. Siempre compuse creyendo en mis canciones. Siempre compongo primero para mí y después se las muestro al resto”. En esa línea, remarca que lo importante de un trabajo no es que sea original o innovador, sino que refleje la personalidad del artista: “en realidad no inventamos nunca o casi nunca, al menos en términos artísticos”.
Carmen volvió al formato banda para Eva, su segundo disco solista lanzado en 2019. Este álbum debe su nombre a un recital gratuito que Silvio Rodriguez brindó en Avellaneda al que la artista asistió. Ese día la piel se le erizó y su corazón empezó a latir de manera totalmente excitante luego de ver cómo miles de pañuelos verdes se levantaban mientras Silvio tocaba “Eva”. La frase “Eva deja de ser costilla” y el libro Ferrari por León de Andrea Wain fueron la inspiración necesaria para que el disco tenga ese nombre. Y es que en este álbum la cantautora vuelve a criticar el lugar en el que la historia ha puesto a las mujeres y, si bien el feminismo avanzó mucho en estos años, cree que hay muchas cosas que quedan por resolver y por cambiar.
El disco abre con “Conecta corazón”, en la que Carmen le pide a su corazón que se rompa para luego sanarse y volver a conectar. “¡Soy una enamorada empedernida! -admite la artista-. Soy fanática del amor en general, lo milito mucho y prefiero siempre romperme el corazón que haberme quedado con la duda o quedarme sentada en mi casa”. Carmen cree que es necesario que la sociedad se replantee la manera de relacionarse en un sentido de tratar bien siempre a los demás, ya sea una pareja, un familiar o un compañero: “Mientras haya buenos tratos, veo al amor como lo vivo, y cada vez es distinto”.
Cae la tarde sobre La Plata y en el espacio cultural Calle UNO hay mucho movimiento. Mientras Francisco Fornaroli arma su batería, Justo Bautista Fornaroli y Juan Pedro Lucesole afinan sus instrumentos. Como casi siempre que ensayan, Carmen llega con retraso, pero eso no le quita tiempo para cebar unos mates y jugar un poco con los perros; ha visitado tantas veces ese lugar que ya es como su casa. El tiempo se pasa entre risas, chistes y charla. Es que para Carmen, trabajar en banda se trata de armar un equipo donde todo tiene que funcionar bien, donde hay que saber entenderse entre sí y escucharse mutuamente. “Hay que cultivar el trabajo en grupo -opina-, porque estamos en un tiempo muy individualista donde se cree que detrás de un trapero no hay un equipo gigante de personas”.
Por ese mismo camino surgió en 2019 La Sánchez Viamonte, formación que es completada por el mismo Lucesole en guitarra, Nicolás Marini en bajo, Santiago Oñate en batería, Pablo Martin en teclado y su hermano Rodrigo en flauta y mandolina. Lo que comenzó con la invitación para participar de un disco terminó en cumplir ese deseo de Carmen de tener una banda grande “a lo Jethro Tull”, se volvió un proyecto marcado por el rock progresivo de los años setenta con algunos elementos pop. En su primer álbum aparece “Tren bala”, donde nos encontramos con una guitarra que se funde hacia el final al ritmo de la música disco. De ese álbum también llama la atención el hecho de que hayan publicado versiones de “Los caras rojas”, “Ola polar” y “La casa de las estalactitas”, temas pertenecientes a Episodios del deshielo que fueron incluidos porque Carmen “tenía ganas de que tuvieran otra polenta”. Lo mismo sucedió al año siguiente con “La casa de las flores”, que fue publicada como single. De esta agrupación también se pueden escuchar las canciones “Una sola cosa”, “Volviste desarmado” y “Camping”.
Si bien Carmen no se considera totalmente reacia a la actualidad, se define como una amante de lo antiguo. Esto se debe a que en las relaciones preinternet “era más normal hablar cara a cara con alguien, juntarse con los chicos del barrio”. En una nota realizada durante 2018 por Ramiro “Míster” García Morete, periodista y cantante de Las Armas Bs. As., Sánchez Viamonte contó que en aquel momento estaba escuchando Nathy Peluso y música hecha con sintetizadores. Sin embargo, así como le interesaba y le parecía algo muy llamativo, también era algo a lo que no se atrevía. Por esa razón sentía que no pertenecía a aquel tiempo. Es así que en 2020 ambos músicos colaboraron en el bolero “Las últimas horas”. “¡Fue muy hermoso jugar a 1950 un ratito! -sonríe Carmen-. Los dos somos almas viejas, y en eso se fundó nuestra amistad”.
En coincidencia con esa necesidad de conocer diferentes géneros y formas de hacer música, la artista se define como una persona extremadamente curiosa a la que todo le interesa mucho. De hecho, en 2021 se animó a colaborar con Caracol a Contramano en una cumbia candombe llamada “Lucero”. “¡Yo amo la cumbia! ¡Amo bailar! ¡Entonces amo a la música en general!”, exclama mientras se inclina hacia adelante y bordea de un lado a otro la parte superior de sus ojos con las pupilas. Si bien se considera “rockera”, está muy lejos de la idea de encerrarse en un género. Al momento de compartir y de escuchar con otros artistas no le disgusta ningún estilo musical. Según ella, fue una propuesta totalmente divertida en la que tuvo que adaptarse como pudo porque “no es lo mismo cantar una cosa u otra”.
Este año participó junto a Inés Mauri en la canción “Miedos”, un pop electrónico experimental bailable. En esa línea, Carmen se autopercibe como “una persona miedosa por excelencia” y dice ser muy introvertida, por lo tuvo que inventarse un personaje para poder comunicarse con el mundo. A ella le da miedo la crueldad, la intolerancia hacia la diversidad y la falta de empatía por parte de aquella gente que “vive encerrada en su propia cabeza y quiere hacer mal a los demás”. La letra de la canción dice “Perderá, perderá el poder/ Dolerá, dolerá al romper/ Sin saber, sin saber caer”. Como si estuviese recordando alguna situación o dicho particular, Sánchez Viamonte levanta y baja rápidamente sus cejas mientras con un tono mezcla de desagrado con preocupación añade que: “Sobre todo cuando esa gente llega a posiciones de poder”.
Sin embargo, para Carmen la perla del 2022 es el lanzamiento de La fuerza, su tercer álbum solista. El título está inspirado en la saga de películas de Star Wars, donde “la fuerza” aparece como una energía que mueve al universo y que puede ser manipulada por cada ser vivo sea para su lado oscuro o para su lado luminoso. Su personaje preferido es el de la Princesa Leia “por ser una mujer con un rol de líder aún estando rodeada de hombres” y por estar al frente de una revolución. En ese sentido, puede que una de las canciones más representativa del disco sea “No pareces normal”, una especie de carta abierta rockera donde la artista se pronuncia sobre aquellos colegas varones que intentan decirle qué hacer y cómo hacerlo a las mujeres. Hastiada por la situación, Carmen lanza una risa muy sutil: “Pasó hasta con la presidenta del país… ¡Mirá que no nos va a pasar a las mujeres al frente de la banda de rock!”. En esa línea se distancia de la idea de considerarse una “rebelde”: “Es tremendo que las mujeres y disidencias parezcamos rebeldes por querer hacer lo que cualquier persona”.
Con este disco, la artista buscó promover un bienestar basado en el conocimiento de uno mismo, en la transparencia, y la necesidad de establecer conexiones con los otros. Los temas fueron compuestos en 2020 en la intimidad de la cuarentena, y durante aquella etapa tuvo una sensación de caída de límites en la que se fundó el escenario óptimo para sentirse libre y elegir qué mostrar de ella misma sin el peso de la mirada ajena. En ese sentido, Sanchez Viamonte explica que este disco es un “tesoro” personal porque es el más sincero de su carrera: “Puse mucho de mí en una manera despojada y eso no siempre es fácil, eso lo vuelve sin dudas algo valioso y conmovedor”. Por ejemplo, en su colaboración con Shaman Herrera titulada “Última fuerza” busca reconstruir el sentido de la soledad entregándose a la tristeza y la exploración del mundo interior. Ambos artistas se preguntan “¿en qué plano estamos?”. Ella dice encontrarse “en el plano del amor”, pero que el plano en el que se encuentra el mundo le da miedo ya que la sociedad está muy distanciada y reina la soledad.
Ese grito de auxilio en pos de mejorar las relaciones entre las personas y ese feminismo totalmente latente a lo largo de su carrera se unen en algunas historias de amor y desamor a lo largo del disco. Por ejemplo, hay canciones que ponen al hombre en el lugar de la “musa”, aquel en el que históricamente se ha querido ubicar a la mujer. En esa línea, en “Chico de las montañas” se puede escuchar a una Carmen que está obsesionada con un periodista musical de radio y sueña con que sepa quién es ella o que se conozcan. Pero ese toque romántico y cursi se encuentra de una manera más fantasiosa en “Tienes un e-mail”, donde la cantautora juega a ser la Meg Ryan que comparte protagónico con Tom Hanks en la película homónima. Hoy en día esa idea de encontrarse con una persona conocida por medio internet en la vida real sin saber de quién se trata envejeció mucho por la existencia de redes sociales y aplicaciones de citas. Sin embargo, la artista hace caso a su parte más enamoradiza al creer que la magia se mantuvo intacta a pesar del cambio de medios, porque “quien busca magia, magia encontrará”. A diferencia de estas canciones, en “Rayos láser” ese desapego impuesto en la frase “no me alcanza el amor si nunca vuelve a mí” da indicios de que la letra habla del fin de una relación sentimental.
Pero La fuerza va más allá de lo contado, y en su arte de tapa se puede ver a Carmen representando la figura de Hécate, una diosa griega de origen marítimo, infernal y lunar. La brujería y la mitología son dos cosas que siempre estuvieron presentes en su casa, sobre todo por parte de su hermano, quien para ella “es como una enciclopedia viviente que siempre tiene historias para contar”. Esta diosa estaba a la altura de los dioses olímpicos y tenía el mismo poder, sin embargo no formaba parte del Olimpo. Estaba relacionada con las brujas, con la maternidad, con el cuidado de los otros, con la vida pero también con la muerte; Hécate caminaba con su antorcha iluminando la noche y velando por todos. Con la llegada del catolicismo se empezó a representarla como una diosa diabólica y a ver a las brujas como algo negativo y peligroso. En ese sentido, la cantautora buscó homenajearla en una foto que para ella es como decir, “¿Somos malas? Bueno, ¡Somos las más malas de todas! No queremos estar de tu lado, queremos estar de ese lado y hacerlo crecer”. En ese punto se encuentra una relación con Eva al explicar que lo que fue considerado por algunos hombres como maldad, en realidad se trata de vida, empatía y cuidar de los otros.
Por otra parte, el disco salió acompañado por cuatro videoclips que pueden ser vistos como capítulos de una misma historia. Se trata de un juego en el que se toma prestado del cine a la ficción para demostrar que la forma en la que se cuenta una historia puede ser más importante que la propia historia. También invitan al público a preguntarse sobre hasta dónde se cuenta una ficción y hasta qué punto los “hechos mágicos” son parte de la vida cotidiana como sociedad. Hasta el momento solo se estrenaron dos, “Última fuerza” y “Rayos láser”. El primero, muestra a Sanchez Viamonte sumergiéndose en una piscina como lanzándose hacia la realidad. En ese punto la artista parece estar perdida o buscando algo. En cambio, en el segundo Carmen aparece tirada en la playa triste para luego de unos segundos comenzar a pasear enojada. Durante el transcurso del video el espectador ve cómo la cantante logra sacarse de encima el peso generado por aquellas cosas que las personas consumen disfrazadas de amor, cantando a los gritos y desquitando su ira en la nada.
En cada una de las diez canciones que forman parte de este nuevo disco, Carmen Sánchez Viamonte realiza una catarsis sobre características suyas que el mundo le había dicho que eran defectos como su sensibilidad, su intensidad y su empatía. Al mismo tiempo, deja de lado su etapa folk para posicionarse como una artista de rock y pop. En los últimos años ha sido invitada a formar parte de grandes eventos como la feria FINDE, que la llevó a tocar en la fábrica de guitarras Gracia, o Hechos de canciones, el homenaje a Virus del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, e incluso grabar un concierto en el Centro Cultural Kirchner. De esa forma, se encamina a ser parte de las grandes figuras del rock feminista. Con una voz muy expresiva que juega entre melodías y letras tan sencillas como sentimentales, su música tiene un gran impacto en quien la escucha. Se trata de una artista con pensamientos y una mirada acerca de la vida firmes. “Deseo ser feliz, recibir amor y cultivar amor -afirma Carmen- Creo que nos hace mucha falta como humanidad. ¡También quiero cantar toda la vida y que la gente cante conmigo!”.
Mirá el video de “Rayos láser” a continuación y escuchá La fuerza de Carmen Sánchez Viamonte en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).