En la historia de Nico Marquestó, Latinoamérica es su principal aliada. Aprendiendo folklores de distintas tierras y deshaciéndose paso a paso de cada prejuicio que pudiese llevar cargado en su mochila, el músico proveniente de la zona norte de la capital argentina estuvo casi cinco años recorriendo el continente con sus instrumentos a cuestas en búsqueda de nuevos encuentros y sonidos. Así, en Colombia y Venezuela formó parte de una compañía de circo itinerante, en Panamá creó “Nidra Jam”, proyecto realizado en conjunto con Pao González con el que musicalizaban clases de yoga y eventos holísticos con instrumentos sagrados, y en México vibró con Betamorfosis, dúo de rock electrónico que integró junto a su amigo Guille Ponce. Hoy, de vuelta temporalmente en Argentina, Nico Marquestó apuesta por su proyecto solista y presenta Laberinto de Ilusiones, su álbum debut con el que saluda al mundo en 8 canciones grabadas en la isla de Cozumel que muestran sin miedo el paisaje interior del ecléctico compositor.
Para Nico, la historia de Laberinto de Ilusiones es la historia de cierta parte de su vida. Luego de pasar mucho tiempo y kilómetros viviendo gracias a cantar canciones folklóricas, la necesidad de volver a componer y presentar sus propias canciones se hizo cada vez más fuerte, impulsándolo en un primer momento a pedir que le enviaran desde Buenos Aires su loopera a Panamá y luego, en Costa Rica, a hacerse de nuevos chiches para ampliar las posibilidades sonoras. En una entrevista exclusiva para Indie Hoy, Nico afirma:
“En Costa Rica me prestaron una casa para cuidar en Puerto viejo de Talamanca. Era una casa hermosa frente al mar donde pude tener el espacio y el tiempo para componer. El material que iba saliendo me gustaba pero sentía que necesitaba algo más… Solo la guitarra, la voz y el didjeridoo no terminaban de expresar lo que tenia dentro, así que en San José, la capital de Costa Rica, me compré una groovebox y un pedal de efectos para la voz y para la guitarra”.
Y agrega: “Luego de varios meses y muy cansado de viajar por todos lados cargando instrumentos, llegué a México y me alquilé un departamento con un amigo en un lugar del caribe llamado Puerto Morelos. Ahí otra vez encontré el espacio y el tiempo para desplegar todo el set y ponerme a jugar. En ese momento terminé de arreglar las canciones y compuse el resto del disco. Un día me escribe Víctor, un amigo de Argentina que no veía hacia mucho tiempo y que estaba viajando por México con su novia, y me pregunta si se puede quedar en casa. Por supuesto que le dije que sí, y resulta que los chicos tenían una banda y viajaban equipados grabando las canciones de su proyecto y dando talleres de grabación y producción musical. Al final nos quisimos tanto y la pasamos tan bien que se quedaron un montón de tiempo en casa y hasta grabaron uno de los temas de su disco ahí. Esa atmósfera de músicos componiendo y grabando me dio el empujón que necesitaba para comenzar a grabar mis cosas, así que le dije a Víctor si se copaba en grabar unos temas. Ellos se fueron de gira a Europa y cuando volvieron los contrataron para dar talleres en la isla de Cozumel, así que estuve viajando durante dos meses a Cozumel todas las semanas a grabar. Fue un proceso muy lindo y enriquecedor. Grabamos experimentando en distintos lugares: en un centro cultural donde paraban ellos, en una casa en un bosque de un amigo, en un estudio que tenía la casa de la cultura de Cozumel… Las grabaciones fueron siempre con el mar cerca, con calor y con risas. El entorno de grabación no era para nada solemne y las condiciones lejos de las ideales, pero creo que todo ese microclima hizo que el sonido del disco sea fresco y original.”
Nico Marquestó se fue de Argentina a los 27 años y volvió hace un mes y medio atrás, con 33 y una cantidad de data nueva importante. Este parece ser un motivo suficiente para que el viaje y la migración sean temáticas que necesariamente se tratan con fuerza en su primer trabajo discográfico, el cual además recopila sonidos que han maravillado al también sociólogo de la Universidad de Buenos Aires en los distintos momentos de su vida: “Extramusicalmente creo que una de las influencias más importantes para este disco fue el Mar Caribe. Casi todas las canciones que integran el disco fueron hechas con el mar caribe cerca” comenta Nico, para luego hacer una lista extensa y diversa de sus influencias musicales que explican bastante el por qué el disco se mueve con total libertad entre los sonidos del continente, el house de Chicago y el krautrock alemán, la psicodelia experimental y la poesía sincera de un alma curiosa y migrante. “Todos los que escuchan el disco me dicen que es raro. Y sí, es raro porque no es algo que estás acostumbrado a escuchar. Es raro porque no se puede encasillar en un estilo en particular. Es raro porque todos los temas son distintos entre sí. Cada canción es un universo de sensaciones y sonidos completamente autocontenidos. Ese fue un trabajo muy arduo. Todos los sonidos electrónicos del disco están sintetizados por mí. Yo no uso ni computadora, ni samples, ni presets para componer. Las voces están tratadas y afectadas para que suenen originales, incluso las técnicas de grabación fueron poco convencionales… Lo mismo las guitarras, el cuatro, el didjeridoo. Intentamos hacer del error un concepto. Por ejemplo hay tomas que pudieron haber quedado mejor pero decidimos conscientemente que quedaran así para reflejar algo sincero y fresco. Yo puedo grabar 15 tomas de la guitarra para que quede perfecto, pero no me interesa. Me interesa que la gente escuche algo sincero. En una época donde todo el mundo miente y muestra algo que no es verdad, yo quiero mostrar algo sincero. Por ejemplo hay una toma de voz donde se coló el silbido de un muchacho que trabajaba en el lugar donde estábamos grabando. Podríamos haber desechado la toma y grabarla devuelta sin el silbido, pero decidimos que estaba bien ese silbido, incluso estaba afinado, jaja.”
Laberinto de Ilusiones fue producido por Nico Marquestó y Victor Borgert, y hoy puede encontrarse en Bandcamp, YouTube y PortalDisc.