Christian Mattiya (o simplemente Mattiya) se define como “un nuevo tipo de porteño” y no es para menos. De entrada es llamativo conocer a alguien con triple nacionalidad. Aún más llamativo es enterarse que aquellos orígenes son tan (en principio) disímiles como ítalo-canadiense-hijo de argentinos. Y si a eso, encima, le sumamos un EP compuesto de tres tracks con otros tres particulares ¿intermedios? ¿interludios? ¿solo grabaciones?, el resultado acaba por ser imprevisible.
Su primer registro discográfico, denominado The Triangle EP (2018), tiene la particularidad de estar compuesto por tres temas, cada uno dedicado a un país de su origen y los otros tres ya mencionados interludios (una fragmento de “llamada telefónica”, una definición de diccionario y una breve intro sentimental al último tema con un spanglish prodanesco).
A lo largo de los pocos minutos que conforman este trabajo, Mattiya despliega una voz grave y cristalina con momentos de una efervescencia rapera prodigiosa. Define su estilo como “genuino, moderno, con mucha fusión” y la propuesta musical oscila entre el hip-hop, R&B y el pop, influenciado por artistas como Lauryn Hill, Common, J. Cole, entre otrxs y agrega que busca mezclar teatro, baile, storytelling y las diferentes culturas que lo vieron crecer. Además, dos de los temas del EP cuentan con videoclips que no tienen desperdicio, ambos dirigidos por él mismo e independientemente producidos (uno de ellos elegido como “video destacado” por la Rolling Stone). Sus presentaciones en vivo lo llevaron a importantes escenarios de la escena local, como ser el CC Recoleta, Makena, Beatflow y Sofar Buenos Aires, por mencionar los principales, y con distintos formatos, ya sea acústico como full band (recibe el nombre de Mattiya & The Qush).
La multiculturalidad que trae este artista consigo no es sólo un dato de color sino que es algo que atraviesa fuertemente su personalidad musical, dando como resultado un estilo sumamente propio que conjuga la intensidad propia del hip hop con claves latinas.