El destino de Faraonika parecía estar escrito en las estrellas cuando una noche de 2017 se encontró en la puerta de Club Regia a la artista performática trans Bianca Bárbara LaVogue. A sus 20 años, Sara Belazaras tenía algunas canciones publicadas bajo su propio nombre y muchas otras guardadas, pero todavía estaba lejos de tomarse la música en serio. “Ella me dio un empujoncito que necesitaba -recuerda en conversación con Indie Hoy-. Me dijo ‘no te guardes las cosas, mañana te podés morir, vos tenés que mostrar’”.
Sara grabó una canción titulada “Faraonika” en referencia a una performance que LaVogue había dado esa noche en el que se proclamaba “empoderada, faraónica”, pero la referente del under porteño de los noventa nunca llegó a escuchar este homenaje y falleció poco tiempo después de ese encuentro. A partir de esa canción, sus amigos y cercanos empezaron a decirle Faraonika y su nuevo nombre se hizo oficial. “De repente tenía más gente que me conocía como Faraonika que como Sara. Fue re a la fuerza, me bautizó Bianca y no tuve mucha chance”.
La artista oriunda de La Plata venía creando canciones en su celular usando la aplicación Garage Band y subiendo sus primeros tracks a Soundcloud. Esas primeras composiciones consistían en beats en loop con algunos teclados MIDI, grabaciones de saxo y letras que hablaban sobre una nueva revelación espiritual. “Estaba en un despertar de la conciencia, de olvidarme de un mundo muy conservador hacia uno mucho más libre -cuenta-. También empecé a meterme en el universo de las plantas medicinales y del canto medicina, un mundo que me generó ganas de hablar desde otro lado. Cantaba mucho sobre la conexión con la vida, la muerte, de la fuente de energía creativa que uno tiene adentro, del amor… era como mi propia bibliotequita espiritual”.
Con una computadora y una placa de sonido, Sara empezó a profesionalizar su acercamiento a la música aprendiendo a producir con el software Logic Pro viendo videos de YouTube y tomando algunas clases particulares de composición. Sin embargo, el esoterismo y la confianza propia son elementos que se mantendrían constantes en el universo de Faraonika, además de su manera de ingeniárselas para producir música con los recursos que tenga a mano. “Me rescaté que, si me voy de viaje o se me rompe la compu, que me ha pasado, puedo hacer un tema con cualquier cosa”, dice Sara.
Pero ninguna de esas primeras canciones podía anticipar el vertiginoso salto que hizo en 2019 con su single debut como Faraonika. Producido por ella misma, “Canela” es un reggaetón amoroso que describe el momento en que se dio cuenta que estaba enamorada de su amigo. En el video, Sara recorre la arquitectura moderna del panteón del Cementerio de la Chacarita, bailando con naturalidad por sus patios luminosos y laberintos de escaleras. El resultado es una irresistible obra de pop, de un nivel profesional y una visión independiente. “Yo sé que lo mío es el pop -reconoce Sara-. Me gusta usar lenguaje popular y trabajar mucho en las melodías. Me gusta hacer canciones que pondrías en un karaoke, por así decirlo, bien melódicas y compactas”.
Sus siguientes lanzamientos terminaron de definir la personalidad y versatilidad del personaje de Faraonika. En “Beboteo”, sobre una base de reggaetón esta vez más electrónica y con elementos del trap, la artista rapea con un flow frenético sobre hacer compras en el chino en bata, bebotear con ojeras de resaca y bailar hasta abajo con sus amigas escuchando a Ms Nina. En “Placard”, unió fuerzas con el productor Percii para meterse de lleno en la electrónica de pista y el pop más sintético en una canción sobre los dramas de pareja. En el video dirigido por Nokiamilcien, hace el papel de una oficinista, una instructora de aeróbicos y una agente ciberespía en una trama con guiños a Matrix y estética Y2K.
“Faraonika representa lo mejor de mí, la más poderosa, la que está re plantada, la parte más extrovertida y pa’ fuera -describe Sara-. Acudo a ella para escribir y un montón de otras situaciones, es hasta como una protección. Pero después en mi casa soy Sara, no soy una loca con peluca que tira poderes por las uñas. Es un personaje, aunque todo personaje que uno arma tiene algo propio. Así que ahí estoy, lidiando entre mis alter egos”.
Faraonika es también un proyecto multidisciplinario que reúne muchos de los intereses artísticos que acompañan a Sara desde chica, como la performance, el baile y el humor por lo absurdo, una cualidad que la distingue de muchxs otrxs artistxs pop. “La danza estuvo desde siempre -afirma-. Me gusta actuar, dibujar, hice cerámica, escribo muchísimo, siempre tuve expresión por todos lados. También soy muy visual, me gusta sacar fotos, crear looks. Me gusta todo tipo de expresión porque siento que cuando se me agota la creatividad produciendo o escribiendo puedo ir a otra cosa, es como lo que me retroalimenta, entonces tengo que estar en varias cosas a la vez para inspirarme”.
Entre octubre y diciembre de 2020, Faraonika publicó el EP La maestría del amor dividido en tres singles: “Mi perdón”, “Quisiera” y “Madre”. Con estas canciones de pop electrónico y melancólico, se animó a despegarse de la inmediatez de sus singles previos para profundizar en un arco conceptual más amplio. “Fue una manera de sanar la relación de mis papás -reconoce la artista-. Eran cosas que me pasaban a mí con mis parejas y que también había visto en la relación de mis papás. Quise sanar todo eso, y sanarme a mí. Por eso se llama La maestría del amor: aprendo de las cagadas que me mandé, las que me sigo mandando, las que vi en mi casa, y lo hago un EP, chau”. Para completar esa experiencia, su papá, Fernando Belazaras, toca el bajo en las dos primeras canciones del EP, que culminan con un solo de saxo interpretado por ella misma.
“Cruda”, el último single que publicó este año, consolidó su aptitud como productora independiente, tomando samples de Björk, El Polaco y Los Pibes Chorros para crear una canción que no suena a otra cosa que a Faraonika. Recientemente se abrió más a colaborar con otros artistas y a sumar personas al equipo creativo que integra con la diseñadora gráfica Florencia Amodio y la estilista Valentina Palezza, quienes acompañan a Sara desde el inicio del proyecto. Este miércoles 25 de agosto saldrá el single “Rutini & soda (con vos)” junto al dúo Defensa, y en los próximos meses planea estrenar material junto a productores referentes de la escena como son El Plvybxy, Polsick y Alejandro Veneno. Además, se encuentra grabando su primer disco con Coghlan como productor, que espera tener listo para el año que viene. “Me encanta producir y no voy a dejar de hacerlo -aclara Sara-, pero cuando trabajás con otra persona te potenciás, es una realidad. Y no me quiero perder eso por el capricho de querer hacer todo sola”.
“Quiero trabajar con artistas que tengan una búsqueda propia -agrega-, que no quieran hacer algo simplemente por pegarla o porque está de moda. Eso ya fue, siento que es una fórmula nefasta que no va para ningún lado. Por eso, cuando escucho a los productores con los que estoy laburando ahora, me doy cuenta que ellos encontraron su sonido, su propio lenguaje, por más que se adapten a diferentes géneros. Y es lo que a mí me gustaría lograr como productora, evidentemente por eso los admiro y quiero trabajar con esas personas”.
En su camino independiente hacia la conquista del pop, Sara se inspira en la carrera de artistas referentes que marcaron su propio camino sin dejarse dictar por el mercado y la industria. En “100K”, una de esas primeras canciones grabadas con el celular y subidas a su Soundcloud, presagió algunos de los ideales que todavía mantiene: ser auténtica y seguir su propia verdad. “Admiro a personas que se animaron a hacer cosas que no son completamente digeribles por la industria y sin embargo la pegaron, o que se animaron a mostrarse de una manera súper freaky más allá de si iba a pegar o no -concluye Sara-. En esas personas me apoyo, ese el tipo de carrera que me interesa hacer. Me quiero divertir y tomar riesgos”.
Escuchá a Faraonika en plataformas de streaming (Spotify, Apple Music).