Genosidra es el nombre artístico de Carlos Quebrada, productor, compositor y curador colombiano radicado en Argentina. Con una sinuosa trayectoria que lo llevó por distintas disciplinas artísticas, en el último tiempo comenzó a tener un importante lugar en el nuevo under de Buenos Aires en su rol de bajista en Blanco Teta, banda que integra junto a la cantante Josefina Barreix, la baterista Carola Zelaschi y la chelista Violeta García.
Con este cuarteto editaron dos discos -el homónimo Blanco Teta de 2017 y Rompe paga de 2023- y salieron de gira no solo por distintas ciudades del país, sino también por Europa y una notable aparición en el ciclo audiovisual de KEXP, llevando por el mundo su sonido único que toma la furia del punk y a través de un prisma de experimentación.
Desde su llegada a la capital argentina, en 2009, Genosidra fue nutriéndose de distintas vertientes. Una que menciona con particular importancia es su paso por distintas instancias de formación en la educación pública, a la que suma su primer trabajo en un estudio de grabación, que lo acercó a trabajar con jóvenes del conurbano que perseguían sonidos más urbanos como el trap y el hip-hop. En esta combinación encontró algo interesante que le daba herramientas tanto del mundo académico como de un acercamiento más intuitivo y personal a la hora de hacer música.
Haxan Tek, publicado la semana pasada a través del sello y colectivo artístico Hiedrah, es lo que concibe como su primer disco propio, donde alcanza una síntesis de sus intereses y experiencias personales. Explica que el proceso tuvo como punto de partida una serie de grabaciones del tipo ASMR, tocando el parche de instrumentos percusivos muy de cerca, buscando más el detalle que el sonido del artefacto en sí. Luego, amplificaría la señal al máximo, dando como resultado una nueva sonoridad distorsionada que, si bien retiene algunas de las propiedades del original, también genera la aparición de nuevas resonancias y, por ende, otra identidad.
Quebrada describe esta técnica como “sacarle el demonio de adentro”, apelando a una identidad que atraviesa a todo el álbum, no solo en términos sonoros sino de una configuración presente incluso desde antes de ser grabado. En este sentido, el productor comenta que comenzó a interesarse por las historias de ritos satánicos, buscando historias y referencias que le sirvan para absorber la esencia de estos cultos. No caprichosamente el disco recibe su nombre: se trata de una película danesa de principios de siglo XX que toca estos temas.
En paralelo a la grabación del disco, la gira que llevó a su banda por Suiza lo topó con una historia que indica que Ginebra sería la ciudad del Diablo según la Biblia. Esta temática tiene su analogía en la música, muchas veces incluso en aquellas tradiciones y las músicas que se usan en estas ceremonias. Como bogotano, el compositor identifica que hay algo en los ritmos acelerados que convoca a la gente oriunda de la capital colombiana. Toma, por caso, la tambora, un género del cual tomó bastante para dar a luz a estos siete tracks de espíritu bailable y pistero, que buscan convivir con su aspecto ritual.
Con su disco debut, Genosidra toma el frenesí del footwork con una energía tribal y sonidos de sintetizador exóticos, creando una base fuertemente rítmica que configura un paisaje sonoro primitivo y, a la vez, de otro mundo.
Escuchá a Genosidra en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).