El escenario se ilumina y la música estalla con tanta potencia que el mítico escenario de Saldías tiembla. Entre la gente, aparece un astro que promete y cumple: dijo que la presentación de su disco iba a ser una fiesta y es exactamente una fiesta lo que da. Iñaki Aldao tiene una energía que trasciende. Su álbum debut, Elástico, es un proyecto ambicioso y lleno de luz en el que predomina una fuerte búsqueda y construcción de la propia identidad.
“El nombre del disco me identifica, soy elástico —explica en conversación con Indie Hoy—. Es un concepto que me retrata muy bien y me enorgullece, porque creo que Iñaki está en constante cambio. Durante años estuve en ese dilema: soy actor; no, soy cantante; no, soy artista. Este disco integra todo lo que soy en un mismo proyecto”.
Oriundo de San Rafael, Mendoza, y criado en Buenos Aires, Iñaki empezó su carrera de una forma premonitoria. “A principios de 2019 quedé en una obra que era en el Teatro Maipo que se llamaba El curioso incidente del perro a medianoche —recuerda—. Nunca atiné a pensar que iba a audicionar porque yo en ese momento no estaba insertado en el circuito. No sabía por dónde hacerlo, ni me lo cuestioné. Pero me llegó un mensaje del productor de la obra que decía que la directora me había visto de casualidad en Instagram y quería que audicione. Fue una locura”.
Después de ese exitoso protagónico (la obra registró funciones agotadas todas las noches durante meses hasta ser interrumpida por la pandemia) participó del musical Casi normales (2022) y de la película Un bosque en silencio (2023) dirigida por Alex Tossenberger. Amén de su talento galopante y abrasivo, Iñaki también ve sus logros como producto de su manifestación: “La vida me fue dando con el tiempo las cosas que genuinamente quise. Cuando confiás, y confiás plenamente, todo va a ser por tu bien”.
Construir esa confianza implicó, además de un esfuerzo superlativo, atravesar una etapa de introspección y búsqueda del propósito personal que no fue sencilla ni lineal. Como artista multidimensional, Iñaki no exploró las diferentes dimensiones de su arte, sino también de él mismo. Un proceso catártico por momentos, desolador por otros, pero finalmente fructífero. “Creo que siempre fui lo que soy hoy, en mi esencia —cuenta—. Obviamente uno va evolucionando, va creciendo, pero creo que tal vez en su momento no me hacía cargo de lo que yo era. En esa separación de mí mismo hubo dolor, sufrimiento. Para llegar a quien soy hoy tuve que pasar por esos lugares”.
Ese camino lleno de obstáculos, desaciertos y tesoros producidos por la serendipia de la vida misma llevó a que Elástico sea el proyecto debut en el que se siente “más Iñaki que nunca”. La construcción del álbum, pieza por pieza, fue planificada con paciencia y dedicación, con la intuición a la cabeza. “Yo sabía que si hacía música iba a ser pop. El tema era qué pop y cómo iba a sonar —cuenta—. En 2022, Pedrito [Jasminoy] y yo fuimos dándole forma a ciertas canciones que había hecho en 2021, y dije: esto es algo, creo que le tengo que dar pelota. Y lo puse en primera plana en mi vida”.

Desde ese momento hasta el día en que el proyecto vio la luz en mayo de este año, Iñaki comenzó a delinear un universo auditivo, sonoro y visual coherente con lo que quería construir. “Tengo mucha sensibilidad y mucho oído, puedo bajar muy claramente en palabras lo que me imagino en mi cabeza”, dice al respecto. Eso que imaginaba era un mundo caricaturesco y colorido "que cuente algo de manera pochoclera, pero que por atrás tenga un trasfondo más profundo”.
La idea, que planificó primero a mano alzada en una secuencia de planos, era mostrar los estadios que se describen a lo largo de Elástico mediante una estética alegre, brillante y atractiva. “¿Qué pasa si invento un mundo donde mis flores de Bach se convierten en pociones mágicas y con cada flor distinta me convierto en un Iñaki distinto?”, se preguntó.
Lo que pasó —¡spoiler alert!— fue la creación de una historia en cuatro partes (con una quinta en camino). "El origen", dirigido por Malena Ratner, muestra cómo esas flores de Bach se convierten en pociones, "Noche" retrata su metamorfosis en un popstar hecho y derecho, "So paki" es la exacerbación de su lado más travieso, e "Inestable" expone los efectos de una sobredosis que termina por empacharlo. “Eso es lo que a mí me gusta del pop: poder jugar con conceptos interesantes y profundos, pero con colores y brillantina”, dice respecto a la historia que recorre espacios tan íntimos como sus hábitos —la meditación, el yoga— y una réplica de su dormitorio actual, donde empezó a imaginar y crear su álbum debut.
Entre sus musas, Iñaki destaca a súper estrellas pop como Ariana Grande, Billie Eilish y Miley Cyrus pero, sobre todo, a las que convierten su presencia en una performance per se: “Me inspira de Nathy Peluso la forma que tiene de plantarse en el escenario. Charli XCX tiene lo mismo. Las dos ahí, solas en el escenario, dos estacas. La pisada en el escenario me conmueve. Te convertís en otra cosa cuando estás ahí arriba, algo que va más allá de la música”.
La manzana no cae lejos del árbol: en la visión que Iñaki tiene de su proyecto, la conexión con el público es fundamental en cuanto la fiesta es un factor determinante. “Las melodías que me salen son muy pegadizas, y yo me doy el gusto y exploto eso porque sé que a la gente le divierte. Entonces es un win para mí y es un win para la gente que lo escucha”, dice.
La prueba viva de esa sinergia se materializó en Elasticlub, nombre con el que bautizó a la fiesta de presentación del disco. “Parte del concepto es que somos todos elásticos, todos somos flexibles. Escuchamos reggaetón, un show de música pop en el medio y al final cerramos con música tecno y está todo bien. No quiero el snobismo, no importa si sos paki, si sos gay. Quiero que la gente pueda entrar, que se divierta, que la pasen bien, que se pongan ropa de colores y bailen”.
Si sus canciones son una explosión de estímulos, sus letras son el fósforo que prende la mecha. Con una forma de componer cargada de humor y metáforas, Iñaki logra llegar a lugares comunes y ultra personales en simultáneo. “No sé cómo remar este domingo”, aúlla en "Inestable"; “No pegábamos ni un poco, ni con moco”, rememora en "Poxipol"; “Soy como una máquina que hace mil cagadas”, se lamenta en "Si querés irte", “Podés llamarme al 4787-0509”, sugiere, al mejor estilo Raffaella Carrà, en "4787-0509". “Siento que mi música no es difícil de entender, y tampoco me interesa ponerme en ese lugar de decir algo que no entiendas para que parezca que estoy haciendo arte”, afirma Iñaki.
El cierre del álbum, "Superstar", hace que el proyecto concluya de forma atinada. “Bailando solo en mi cuarto yo ando superstar”, pronuncia el cantautor-actor-director, como si cupieran dudas de que su cualidad preponderante es nada más y nada menos que esa: la de ser una estrella incluso en la soledad de su habitación. Es la mediación perfecta entre todas las partes de Elástico: las perlas bailables como "Summerlove (verte)" y "Demencia" se encuentran con la nostalgia reflexiva de piezas como "Tiempo" e "Inestable". Y lo que queda es una obra genuina, sincera y extremadamente entretenida.
“Creo que el dolor se genera cuando uno quiere hacer fuerza para hacer algo. Cuando vos querés tener el control hay sufrimiento, porque lo que hay entre la realidad y las expectativas es sufrimiento. Conocerse a uno es re doloroso, pero hay un momento donde todo encastra y uno se hace cargo de cosas de su identidad y de repente todo tiene más sentido. Creo que cuando vos te amigás con tu propia naturaleza finalmente te liberás”, reflexiona un Iñaki que, además de elástico, es también libre.
Escuchá a Iñaki Aldao en plataformas (Spotify, Tidal, Apple Music).