A mediados del año 2021, cuando todos ya habíamos escuchado incontables veces nuestros discos preferidos, cuando ya nos sabíamos de memoria todas las sesiones de Tiny Desk, cuando ya no sabíamos qué más hacer, La Real Academia sacó Distracciones.
“Mantenemos que ese disco fue, fuera de joda, lo mejor que salió en todo el año. En ese momento lo teníamos re claro, decíamos ‘esto es increíble’”, recuerda Tomás Dib, integrante de la banda Vicente Colombo, en conversación con Indie Hoy. Ignacio Castillo, encargado de dar los últimos toques al EP de La Real Academia e integrante de Pyramides, Temporada de Tormentas y Vs Meteoro, comparte esa opinión: “Yo mastericé el disco y me encantó. Dije ‘este chabón tiene algo que es increíble’”. A partir de esta certeza, Castillo los invitó a abrir para el recital de reunión de Pyramides y desde entonces no hubo vuelta atrás: las invitaciones para tocar llegan todos los fines de semana.
La Real Academia tenía el potencial de destacarse en la escena porque era una banda que sabía cómo crear un mundo propio, uno en el que convivían de manera inédita y personal el legado de El Mató a un Policía Motorizado, baterías electrónicas y elementos del new wave, el origen del post punk en Joy Division y la parodia que le sobrevino con bandas como Molchat Doma. Su EP debut también tenía una fuerte presencia de elementos del bedroom pop y del lo-fi, un poco por gusto, un poco por la obligación de grabar en su casa durante la pandemia.
Además de convertirse en una marca para su sonido, esto terminó siendo una fuente de inspiración para la creación de un sello propio -junto con Delfina Gel, integrante de El Club Audiovisual– llamado ¼ Compañía Discográfica, para música hecha en un cuarto. “Eso está bueno en el lo-fi, no tenés el filtro de grabar con productores que mueven gente y quieren tomar decisiones más seguras. Nadie te frena si querés hacer un sonido que es raro, que es difícil de escuchar o una decisión llamativa”, reflexiona Joaquín Murray, cantante y creador del proyecto.
El crecimiento de la banda y la comunidad que se formó alrededor del sello se nutren en simultáneo, persiguiendo la misión de que más gente pueda escuchar y hacer música sin importar su ubicación geográfica, el tiempo o los fondos disponibles. Tal como explica Tomás Aldrey, su guitarrista, “La Real y Un Cuarto se van a retroalimentar siempre. No quiere decir que una dependa de la otra; en el sello hay varios artistas con el único objetivo de difundir música. Por suerte se armó un grupo de personas con las mismas intenciones y valores a la hora de hacer y promover arte”.
La diferencia entre los dos discos de La Real Academia se debe en gran parte a que empezó siendo un proyecto solista que debió convertirse en una banda en tan solo un mes para su primera presentación. “Yo creo que el proyecto está en el medio, entre una banda en el cual todos colaboran de alguna manera y un proyecto solista -opina Murray-. Se me ocurren otros ejemplos de bandas que son así, tipo Car Seat Headrest en realidad es más que nada un proyecto de Will Toledo y tiene imagen de banda. Suele tocar con los mismos músicos, estoy seguro de que todos aportan lo suyo, pero la idea estética y el concepto lo tiene el creador del proyecto. A mí me gusta manejarme de esa manera. Están buenísimas las bandas que son más trabajo entre muchas personas, que entre todos las forman. Pero también siento que tengo muy en claro desde que empecé el proyecto el concepto y la estética a los que quiero apuntar, así que me gusta tener un poco ese control. Me gusta hacer cosas con músicos que me gusta lo que hacen, que nos llevamos bien, que aportan todo lo que pueden aportar. Pero el proyecto funciona de esta manera en la que yo puedo tomar las decisiones, las composiciones y tener en claro el camino. Digamos que es un flash mío, pero que me ayudan a llevarlo a cabo”.
El armado de la banda no fue tarea fácil. “Estuve varios años tratando de empezar el proyecto -admite Joaquín-. Me salió mal muchas veces. También traté de escribir un montón de canciones… En una época me empezó a inspirar mucho El Mató y quise hacer canciones de ese estilo. Por mucho tiempo no salió. Traté de conseguir músicos para la banda sin tener los temas del todo hechos. Hice una animación en la que estaba yo contando un poquito cuáles eran mis influencias y cómo era la banda que quería armar y quedó ahí, no avanzó más que eso. Por mucho tiempo seguí teniendo el nombre del proyecto, sabía que iba a usar el nombre La Real Academia. Me gustaba porque era una época en la que La Real Academia Española no estaba admitiendo el lenguaje inclusivo, y me parecía divertido burlarme de eso”.
Publicar el EP debut cuando persistían las medidas de aislamiento permitió que el proyecto reciba una efusiva bienvenida por parte de su público en su primera presentación en vivo. “Por ser un proyecto que primero arrancó con las canciones disponibles para escuchar y después se presentó como proyecto en vivo, cuando toqué por primera vez la gente ya había escuchado y las cantaba -recuerda Joaquín-. Para mí era una locura eso, nunca me había pasado algo así. De repente, salí a tocar por primera vez con una banda todo cagado de miedo, y la gente está moviendo los labios sobre una canción que yo escribí en calzoncillos capaz. Es una locura pensar cómo puede pasar desde ese punto en el que uno está en la intimidad de su cuarto haciendo algo que no sabe si está bueno o no, y en unos meses podés estar en un escenario con gente que lo está cantando al mismo tiempo que vos, que les llegó, que se identificaron”.
Después del lanzamiento del segundo EP, Programa, se incorporaron al proyecto definitivamente Nazareno Garay en baterías, Tomas Aldrey y Francisco Loria en guitarras y Rocío Gibaud en el bajo, quienes se encargaron también de adaptar las canciones que habían sido creadas como maquetas electrónicas a un formato de banda. “Lo que tiene la bata de La Real es que son golpes rápidos y fuertes -cuenta Garay-. Es muy difícil hacer foco en las dos cosas al mismo tiempo. Al principio me cansaba mucho, pero después supe cómo administrar mejor mi energía. En ‘Puedo morir acá‘ no le podía encontrar la vuelta, no lo podía hacer como en el disco. En un momento decidí hacerlo con mi propia impronta”.
Este segundo disco implicó otro cambio radical: se pasó de la grabación electrónica y las máquinas de ritmo a grabar en cinta, como antes de los años noventa, en el estudio El Attic, con el presupuesto obtenido de un concurso. “Yo creo que a la gente le copó mucho el cambio de sonido que se refleja en Programa, que es más humano. Es casi lo contrario a Distracciones, que es re maquinario”, dice Rocío. Respecto del futuro de la banda, Francisco Loria concluye: “Tenemos ganas de sacar más música este año, estamos probando cosas nuevas en la sala de ensayo y también tenemos ganas de seguir saliendo a tocar, de ir a lugares que no fuimos todavía.”
La Real Academia se presenta el viernes 7 de abril a las 20 h en el festival Refresco en Niceto Club (Av. Niceto Vega 5510, CABA) junto con Playa Nudista y No Me Toques, entradas disponibles a través de Passline. Escuchá Programa en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).