Desde sus días como integrante de la banda Tonolec, Marcela Turjanski patentó su talento como compositora y multiinstrumentista. Su carrera solista bajo el nombre artístico de Marcia Deviaje la encuentra rodeándose de nuevos sonidos y universos musicales, explorando una fusión de folk, rock y experimentación a todo motor.
En su nuevo disco, titulado Nuestras batallas, la artista argentina alza su voz para defender la inclusión y la diversidad. A través de un sonido íntimo y conmovedor, nos presenta un trabajo profundamente personal que trasciende lo individual para convertirse en un himno a la aceptación.
Pero hay otra batalla en el centro de este álbum, y es la decisión de Marcia de no publicar su tercer disco solista en Spotify, una elección que, aunque le resultó fácil, ha sido difícil de sostener. Cansada de perseguir lo que siente como una zanahoria inalcanzable, reconoce que esas lógicas relacionadas al mecanismo actual de la industria musical le ha hecho daño. Es que desde hace un tiempo que había comenzado a aburrirse e incomodarse con la lógica de depender de intermediarios para publicar su música, además de sentir que estaba exponiendo su disco a algo que no se merecía.
“Además, cuando preguntás sobre cuánto paga Spotify por cada reproducción, muchos no lo saben -cuenta en conversación con Indie Hoy-. Es una información vital para una banda emergente. Una banda grande ya tiene un público y otras dinámicas, pero para nosotras, esa información es crucial”. En trabajos anteriores, se sorprendía al ver su música disponible al día siguiente de subirla, pero esta vez ha optado por un enfoque diferente.
A pesar de esto, Marcia admite que considera que es una batalla perdida desde el principio. Por eso no busca ganarla, ya que le parece genial que la música pueda estar disponible y, como usuaria de Spotify, le encanta la plataforma. Sin embargo, como artista emergente siente que no hay un lugar en la plataforma para ella, ya que los trabajadores que intermedian insisten con que necesita por lo menos mil reproducciones por día para poder hablar sobre cómo subir su música. Y para Marcia, al igual que para muchos otros colegas, mil reproducciones diarias es una cifra exorbitante.
“Esa desconexión entre lo digital y lo real es rara -señala-. Además, te dicen que Spotify audita, que paga, pero después te sugieren meterte en playlists para aumentar tus oyentes. Y ahí preguntás cuánto cuesta. Cuando empecé a investigar, porque realmente amo este disco, quería saber dónde lo estaba poniendo. Cuando me enteré de cómo funciona todo, no me sentí cómoda”.
Por eso, si bien al principio Nuestras batallas no estará inmediatamente en Spotify, sí llegará más tarde, porque “esas son las reglas del juego hoy en día”, para Marcia. No deja de parecerle extraño que entre los músicos casi no se habla del tema, como si se tratara de un asunto tabú. Y el disco trata justamente de eso: de poner sobre la mesa lo que no se discute, no para solucionarlo, sino para iniciar la conversación.
“El disco refleja esa necesidad de decir las cosas como son, de enfrentar lo que es diferente en lugar de ignorarlo o rechazarlo -describe Marcia-. Esas pequeñas interacciones reflejan la manera en que tratamos lo diferente en nuestra vida cotidiana. El disco viene a decir las cosas de frente, no necesariamente para cambiarlas, sino para que empecemos a hablar de ellas. Justo al mismo tiempo, apareció Milei y todo el cambio de gobierno. Yo venía más callada con algunas cosas, pero eso también influyó en mi forma de ver y expresar estas batallas”.
Nuestras batallas abarca un amplio rango de sonidos que van desde el folclore hasta el punk, una amalgama que se dio de manera muy natural en el proceso de creación. Y es que Marcia es una artista que siempre ha tenido en mente la importancia de ser auténtica y dejar que las ideas fluyan sin forzarlas.
La producción del disco también la ayudó a alejarse del mundo de la electrónica y la música creada con computadoras. Junto a su productor, Baltazar Oliver, decidieron hacer algo más orgánico, y pasaron días ensayando las canciones, algo que al principio se sintió excesivo pero rápidamente se convirtió en una experiencia increíble. En cada encuentro, los músicos pudieron aportar con libertad, lo que les permitió suavizar la rigidez del proceso y disfrutar de una dinámica casi terapéutica. Este enfoque colaborativo contribuyó a la autenticidad que caracteriza a las canciones de Nuestras batallas.
“Todos llegábamos al estudio con nuestras partituras en papel, nuestras ideas plasmadas, y fue un proceso de convivencia musical muy enriquecedor– explica Marcia-. Y en cuanto a lo rítmico, siempre tuve una duda existencial sobre el binario y el ternario, el tres y el dos, y me encanta explorarlo. En este disco quise ver si realmente es posible hacer convivir esos dos mundos rítmicos, y creo que lo logramos, tanto en lo musical como en lo conceptual. Es una convivencia constante de lo distinto”.
Leer a la escritora norteamericana Susan Sontag fue algo muy significativo para el proyecto. Marcia se sumergió en sus dos diarios, especialmente en el último, titulado Renacida, que la acompañó durante mucho tiempo. Las numerosas reflexiones de Sontag marcaron e inspiraron profundamente al disco. Cuando se encontraba atascada trabajando en una canción, regresaba a esas reflexiones que había subrayado y algo se desbloqueaba. Para Marcia, Sontag es una verdadera filósofa del arte.
“Una de las ideas que más me impactó es cuando ella habla del ‘apasionante fracaso’ en el arte -cuenta-. Es como abrazar el fracaso y entenderlo como una parte fundamental del proceso creativo. Eso me resonó mucho, especialmente en relación a Nuestras batallas. Por ejemplo, no voy a perseguir los 10.000 oyentes por mes como una meta desesperada. Ya está, prefiero trabajar desde ese lugar apasionante que es el fracaso, porque hay belleza en eso también”.
También señala a Björk y Mercedes Sosa como grandes referentes en su música, encontrando una conexión entre ambasen su lucha artística y social, aunque provengan de géneros distintos. Para Marcia, la electrónica y el folklore se unen de manera natural en su trabajo, reflejando tanto su pasado familiar como su evolución musical. Desde su niñez, el folklore fue fundamental en su hogar, con su padre tocando guitarra, mientras que sus estudios formales con el bajista Willy González le permitieron profundizar en la fusión de géneros, incorporando elementos del folklore y música contemporánea.
Su inclinación por lo popular y lo experimental se nutre de su deseo de crear algo más allá de los caminos convencionales. Aunque disfruta de artistas pop, a la hora de componer busca innovar, mezclando métricas, tomando lo mejor de cada tradición y llevándolo a terrenos nuevos. La fusión, para Marcia, es una manera de romper con lo establecido y crear algo más personal, en constante diálogo con sus raíces y el presente.
Marcia también piensa el show en vivo como un cruce de distintas fuerzas. Junto a su banda, comenzó a indagar en una filosofía que influyó en la conceptualización de su performance. Para la presentación en vivo de Nuestras batallas, están explorando aspectos escénicos y tomando inspiración en espectáculos de danza y teatro, colaborando con actores y amigos para definir la puesta en escena. Con este enfoque multidisciplinario buscan crear una experiencia integral que excede lo puramente musical.
Marcia se muestra emocionada por los aprendizajes que están integrando en su proceso, tanto desde lo técnico como lo performático. La experimentación en sus espectáculos no solo está en la música, sino también en cómo el show se construye desde el cuerpo y la escena, llevando su propuesta más allá del formato tradicional de un concierto. En ese sentido, antes este año publicó Imitación a una flor, un disco con la banda sonora que compuso para una obra de teatro.
Hay también una conexión estética muy fuerte entre la música de Marcia y el cine. Desde hace años, la artista se ha convertido en una figura clave en el panorama del diseño de sonido en películas, trabajando con directores de la talla de Martín Vatenberg, Dolores Fonzi, Damián Szifrón y el dúo Duprat y Cohn en películas como Vaquero, El ciudadano ilustre y El fondo del mar, en las que demostró su capacidad para adaptarse a distintos estilos.
Para ella, el sonido se asemeja a la témpera, donde los diferentes sentidos se mezclan y entrelazan. “Lo llamo ‘objeto plástico’ -explica Marcia-. Cuando armás una foto o un cuadro, hay elecciones de color y fondo. En el sonido, es lo mismo: cada sonido se elige en base a un concepto estético personal. Eso es algo que aprendí del cine. Si freno una película, veo que cada cuadro tiene un color, y hay directores que cuidan esos detalles”.
Marcia Deviaje es una artista poliédrica que rompe las fronteras de lo convencional, buscando su lugar en un mundo que a menudo no comprende su visión multifacética. Su creatividad fluye como un río indomable, rehusando encajar en los formatos tradicionales que limitan la expresión auténtica. En su música, la diversidad se convierte en una herramienta para transmitir su visión del mundo, abrazando lo distinto.
Escuchá a Marcia Deviaje en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).