Hace tiempo atrás conocí a una chica que había caído por la casa de un amigo. Ella apareció con un par de amigas y se acomodaron alrededor de la mesa del living, por donde estábamos nosotros. Mientras me preparaba algo para tomar, ella se sentó al lado mío. Tenía una guitarra en sus manos. Observé cómo ella trataba de poner la guitarra en algún lugar seguro. Miró para todos lados y encontró un sitio cerca de otras guitarras que yacían cerca de una ventana. Parecía una guardería de guitarras. La dejó cuidadosamente ahí y volvió a sentarse a mi lado. Le pregunté si quería tomar algo mostrándole que tenía los ingredientes en mi poder. Me sonrió y asintió con su cabeza. Supe que era Ana Capalbo, una esperanzadora cantautora que a fines de agosto subió a internet su nuevo material, un flamante disco de pop rock alternativo y DIY llamado 23 de agosto. Esta chica, que sueña con la Luna y el amor, que se duerme en todas partes y teme el desamor y al olvido, miraba su vaso llenarse sin saber que es responsable de uno de los más interesantes y creativos trabajos que han salido este año en la escena artística independiente. Sin embargo, antes de meternos en el disco, ¿quién es Ana Capalbo?
Ana es una chica de tez muy clara de ojos marrones brillantes. Su voz es suave y cuando canta se vuelve evocativa. Sacó un disco en el 2013 llamado Sirena. Participa en una compañía teatral y musical llamada Fletes Gustavo. Tiene 23 años y el nombre de su nuevo disco hace referencia al día de su cumpleaños. En el escenario suele usar pelucas y en la secundaria tuvo una banda con amigas llamada The Lucas. Hay algo dentro de ella que es bellamente indefinible. Es una fuerza que te motiva para que te esfuerces. Una fuerza que te aparta de la inercia conformista de la enemistad y da un nuevo sentido a las melodías pop de líricas sinceras.
El pop, como género, debería recibir ciertas aclaraciones para un mejor entendimiento del mismo. Más allá de la significación que tuvo como variedad musical en la década de los cincuentas, el pop busca lograr la empatía con la gente de una forma más amplia que otros géneros, que son más elitistas o poco interesados en la popularidad. Los que piensan de esa manera no buscar crear una obra para analizar sino usar la música como puente para transmitir sentimientos de la forma más correcta posible. El hecho que la música pop busque cierta masividad, se debe a una cosa: Mientras más gente escuche música, habrá más gente en sintonía, conectada bajo la misma sensación. Todos unidos, cantando y moviéndose al son de las vibraciones sonoras producirían un afecto colectivo alucinante. Dicho pop celebra al amor y transmite la idea de que todos somos uno y ese “uno” tiene la fuerza para cambiar las cosas. No olvidemos a John Lennon y su “Imagine“, un gran ejemplo de lo revolucionaria que puede ser la música. A nivel sonoro mezcla el sonido popular del contexto mezclándolo con ideas innovadoras y/o más elaboradas provenientes de pensar a la música como arte. También recibe una influencia de otros tipos de artes. El pop no es sólo un género para vender estilos de vidas y personajes extravagantes vacíos: Es toda una ideología. Por su parte, el lado alternativo del género implica una ruptura con el pensamiento clásico del mismo. Cómo uno busca unir a la gente y no vender cosas, uno puede explorar sentimientos en común como la tristeza, la soledad, la euforia, o conceptos también impopulares como el existencialismo o la crítica a la sociedad actual. Además en lo alternativo hay herramientas propias que son muy utilizadas por la movida underground: El DIY (hacelo vos mismo), el lo-fi y el eclecticismo como ruptura sobre lo cotidiano.
El pop y rock alternativo nacional tuvieron un hermoso período a comienzos del 2000. Bandas como Los Látigos y Adicta daban vueltas mentalidades con su sonido hipnótico y personal. Miranda! sacó Es Mentira! (2002, Secsy Music), su primer disco que a su vez es una obra maestra. También apareció Jessico (2001, Pop Art Music), sexto disco de los Babasónicos, álbum que acomodó un poco las reglas del juego en la escena local musical.
A partir del 2010, como siempre pasa con cada nueva generación, apareció una nueva ola influenciada por todo esto, también por los sonidos de los 80s, la nostalgia cultural de los 90s y por las herramientas que la internet y la masividad traen. Bandas como Banda de Turistas, Viva Elástico e Indios renovaron la escena con su sangre joven y la facilidad para componer buenas y efectivas canciones. También apareció La dinastía Scorpio (2012, Discos Laptra), discazo de El mató a un policía motorizado del 2012, mostrando que con buenas intenciones y buenos amigos, el mundo es tuyo y las vacaciones pueden ser, en verdad, permanentes.
Ya en la segunda mitad de la década del 2010, las cosas se volvieron más complejas en la contracultura. No basta la persecución política que cierra centros culturales y limita al artista al no ayudarlo a crecer, se sumó a una propia división dentro de la comunidad under. De pronto había buenos y malos, amigos y enemigos. Gente a favor y gente en contra dividiendo todo lo que tocan y condicionando al pensamiento musical.
Es necesario explicar todo esto para comprender mejor el peso que tiene una obra singular como lo es el nuevo material de Ana Capalbo. 23 de agosto es parte de la resistencia del pop que no quiere morir a manos del rock, de las corporaciones con su concepto de “producto musical” y el odio. Parece que el amor se ha escondido lejos, recluido en su soledad y en sus buenos recuerdos en donde las cosas eran más sencillas y más divertidas. El amor agoniza, pero por suerte cuenta con guerreros musicales que luchan por él para que la vida pueda fluir por un camino empático. Estos guerreros que resisten los debacles de la existencia saben que si la emoción muere, se acaba la música pop. Que si la gente dejase de buscar opciones positivas para vivir, se acabaría la contracultura. Sin gente rara no habría más ideas innovadoras y alternativas. Una última vanguardia se está gestando para salvar la música de lo que queda de esta década. Esperemos que haya más héroes dispuestos a crear con el corazón formando obras que reflejen la situación del momento de la mejor manera posible y no tanto influenciados por el dinero y la fama.
El rock y el pop de este tiempo, tomaron a la grabación casera como herramienta a la hora de expresar sus ideas. Con equipos hogareños y semi profesionales propios o prestados, conocimientos sacados de internet o de alguna mínima experiencia, grabando en casas y armando un equipo de realización del trabajo que consta de amigos y entusiastas, los artistas pudieron crear un sonido nuevo alternativo con un enfoque que puede imitar o no a la estética tradicional. Influenciados más que nada por una necesidad de expresión, a diferencia de la típica idea del rechazo al mercantilismo como ha ocurrido en otras partes del mundo o en otras épocas, se han gestado obras geniales como Bee Thousand de Guided By Voices, Yip/Jump Music de Daniel Johnston o The Downward Spiral de los Nine Inch Nails. Como dato curioso, el disco de Reznor se grabó en la casa en donde Sharon Tate fue asesinada por La familia, secta que representaba Charles Manson. Reznor se había mudado ahí en 1992. De a poco, grabar caseramente se ha vuelto un arte imposible de obviar.
El álbum de Ana fue realizado así. En menos de diez días y a las apuradas se grabó para que pudiera salir el 23 de agosto, que como mencionamos antes, es el vitalicio de la cantautora. Se dedicó a producirlo Joaquín Cañardo (Len Rocket) y se grabó en la casa de Tomás Deías Spreng, que también ha participado en la creación del álbum. Hubo muchos amigos colaborando en varias áreas como por ejemplo en los coros.
“Para hacer la grabación más dinámica (porque teníamos poco tiempo) primero hicimos el primer tema, lo mezclamos y creamos una sesión ‘preset’ donde dejamos seteados los parámetros de los instrumentos básicos y la voz. De esta manera se mantenía una regularidad sonora a lo largo del disco, porque mi idea era que tuviera una coherencia de sonido que permitiese que si bien cada canción tuviese algunos detalles distintos, no se saliesen de un esquema sonoro. Esto se hizo para darle una ilación a toda la obra y mayor solidez” dijo Cañardo hablando sobre el método de grabación que tuvieron. Hubo un trabajo con las voces que fue correcto. También grabaron coros diversos para varios momentos del disco. “Contábamos con una placa de sonido externa bastante básica que nos permitía usar un micrófono condenser y un mixer barato que tenía hace años. Así que esto fue importante porque permitía que las voces sonaran más claras que si lo hubiéramos grabado con un micrófono dinámico. Básicamente creo que este es el único detalle por el que suena con un poco más de calidad que una grabación casera habitual”. En cuanto a la instrumentación, “Las baterías las programamos en el FL Studio con los sonidos por defecto. La intención era después modificarlas y armarlas mejor, pero priorizamos grabar la mayor cantidad de canciones posibles así que terminaron siendo las iniciales que en teoría eran unas maquetas. Las guitarras eléctricas y los bajos los grabamos de línea y usamos las herramientas del Nuendo (programa con el que grabamos) y para modificar sus sonidos usamos el simulador de amplificador que viene en el programa. Después utilizamos un sintetizador Korg para grabar los teclados y descargamos sonidos de internet que introdujimos en algunas canciones”.
El disco cuenta con 11 temas siendo una de ellas un hidden track (“Playa con lluvia“) que aparece si dejás sonar entera la última canción. El arte de tapa es una foto sacada por Mechi Farias, en donde aparece Ana, con lentes y peluca violeta claro, apoyada sobre un árbol y mirando a la cámara. 23 de agosto arranca con “El mal“, canción de corte pop rock alternativo 90s, que debate sobre el bien y el mal en la humanidad. “porque el mal está en los que sufren dolor/ está en tu corazón / y entre vos / y yo”, canta Ana aclarando un punto sobresaliente: El mal se forma del dolor que le generamos a los otros. El mal no nace sino que se forma por las actitudes negativas hacia el otro. Esta canción es una buena forma de arrancar un disco. Tema potente con mensaje que despierta en uno la melancolía colérica que se esparce delicadamente mediante su voz a lo largo de 2:23 minutos. “Aries” es una canción energética de estilo pop punk con una guitarra alegre y una letra que habla de las ventajas de la experiencia y que de la tristeza no logramos escapar tan fácilmente. “Estoy deprimida como vos / nací en mala hora como vos / nunca elegirías la salvación”, nos dice volviendo agridulce al momento y uno de los puntos de mayor sinceridad demostrando cuanto ha logrado afectar la lírica de Ricky Espinosa en las nuevas generaciones. “Lunática” es un canto al amor, a la locura y al miedo. “El amor me enseña sobre el amor / y cada día menos sé”, dice Ana, que enloquece por no poder comprender como ella quiere sobre ese amor hacía su amado. Esa locura la entusiasma (“quiero conocer los planetas con vos / quiero un amor galáctico), pero a la vez la confunde. Su estabilidad emocional se llena de miedo tras una posible desilusión por tanta fantasía desmedida (tengo miedo de olvidarte / de que vuelvas / y yo viva en Marte). Gabriela Zapata aparece como cantante invitada siendo dos voces que suenan al unísono. El desamor se presenta en “La mitad del fin del mundo” (escribió un poema de amor / y lo borró) y se cuestiona el devenir luego del efecto de la ensoñación romántica (“¿y ahora como hago sin tatu en el monitor?/ ¿Sin pasto en mi ropa?). “Porcelana“, canción penúltima del álbum, parte de la letra de Gianluca Zonzini que luego fue hecha canción por ellos. Cuenta sobre una frágil chica cautivadora de nombre Ana. Esa fragilidad, parecida a la porcelana, la separa del resto (no te van a entender / no te pueden ni tocar), pero no importa: esos son los típicos problemas que aparecen cuando “sos demasiado siempre”. Hay un coro setentoso que ayuda a contar la historia. Es la canción más teatral de todas y eso se logra entender ya que el teatro es una de las aficiones de la cantautora.
En definitiva, 23 de agosto es una obra que pertenece a esas creaciones que rompen el molde de lo establecido, que busca tener un sonido propio usando las herramientas que tiene a su alcance con la idea de conmover al resto y unirlos en una misma sensación. Hablando del amor, del desamor, de la tristeza, de la fantasía y de las introspecciones existenciales, uno puede imaginarse tocando “Aries” en un fogón rasgueando los tonos y logrando que el resto calle para prestarle atención a la letra. Como dijo el reverendo Martin Luther King, un hombre no mide su altura en los momentos de confort, sino en los de cambio y controversia. Tener a la joven Ana Capalbo y a sus amigos haciendo música en un momento de violencia y condicionamientos, le otorga otro peso a la obra, uno mucho más profundo. Luego de terminar su trago, fumar un cigarrillo y escuchar las charlas de los chicos, vi como fue a buscar su guitarra. Dijo que le regalaría canciones al cumpleañero. Comenzó a tocar “Fans de Scorpions” de Babasónicos y todo encajó como debía ser. Es cuestión de atreverse pese a todo. La música tiene que ser libre para poder aprender de ella. Tus amigos son la música.
Ana Capalbo – 23 de agosto
2016 – Independiente
01. El mal
02. Aries
03. Billy
04. Lunática
05. Amantes (lo natural)
06. I Want to Kill Myself
07. La mitad del fin del mundo
08. Leo
09. Porcelana
10. Fin de fiesta