Conan Gray tiene solo 23 años, pero sus dolores acumulados y depurados en forma de canción parecen venir de mucho tiempo antes. Su segundo álbum, Superache, es un desglose exhaustivo, sincero y cándido del dolor: lejos de ocultar sus sentimientos más privados y crudos, Gray entrega lo que le pasa por su cabeza sin titubeos, permitiendo que sus seguidores se vuelvan espectadores vicarios de su vida.
“But, baby, this ain’t like the movies/ And I want a love like the movies”. Con esa frase termina “Movies“, la primera canción del disco. Luego del track inicial, que marca ese camino hacia la introspección y la melancolía, Conan recorre brevemente otro tipo de sonidos e historias. “People Watching“, “Disaster” y “Best Friend” siguen un ritmo pegajoso y una letra cliché, factores claves para convertirlas en una bocanada de aire fresco antes de la llegada de “Astronomy“.
La quinta pieza del disco es quizás la más profunda y compleja de todas. Conan empieza a entramar en la línea de la historia algunos secretos que hasta ahora no habían salido a la luz. Su compleja estructura familiar, sus sueños frustrados y su gran amor imposible, con el cual, replica una y otra vez, “son dos mundos aparte”. Si hasta ahora el cantautor venía dando pistas acerca de ciertas molestias e incertidumbres, “Astronomy” asienta y solidifica el dolor. Señoras y señores, presten atención, ¿escuchan ese sonido burdo y tosco? Un corazón acaba de romperse en mil pedazos.
En “Yours“, Gray iza la bandera blanca en signo de rendición en la batalla contra él mismo. Es una caracterización del desamor y de la inestabilidad, donde el joven californiano se culpa de haber hecho esfuerzos impensados por el tercero a quien ama, solo para que él elija no elegirlo y no quererlo. Se maldice a sí mismo alegando: “I should’ve known that it was dumb love/ 15 dozen roses/ All the things that I’ve done for you not to notice”. Curiosamente, la tapa del disco muestra al cantante acostado sobre un centenar de rosas rojas en forma de corazón. ¿Son las que nunca pudo regalar? ¿Las que recibió? ¿Florecieron en su propio corazón, hacia el interior de sus más profundos sentimientos? No se puede dar con la verdad absoluta, pero sin duda hay entre ese juego de imagen y palabras una certeza de dolor.
El viaje por Superache continúa con una tríada de canciones que vislumbran la compleja relación de Conan con su familia. “Jigsaw” es el destape de una cólera durante años oculta y silenciada. “Family Line” explica de dónde viene ese deseo de impresionar a su padre, y cuáles son los cimientos sobre los que construyó quién es hoy y su forma de amar. Es la canción más frágil del disco, donde Gray habla de violencia, maltrato, rechazo y una aflicción cargada de años de desconsuelo. “Summer Child“, por su parte, es una carta hacia su “yo” del pasado: se habla cariñosamente, advirtiendo que fue víctima de un dolor perpetuo, aún sin merecerlo. Es una pieza introspectiva y catártica que ayuda a cerrar ese círculo familiar sobre el cual se construye gran parte del álbum.
Superache termina con “The Exit“, aludiendo, literalmente, a la salida de un disco lleno de emociones. El último track es una joya indiscutible. Narra una línea de tiempo donde Conan ubica diversos sucesos destacables de su vínculo con un tercero a quien canta. La sensación de ser espectador de algo íntimo crece exponencialmente. “You already found someone to miss/ While I’m still standin’ at the exit”. Con esa frase concluye un proyecto basado en el dolor, el inevitable, trascendental, enorme y avaro dolor. Quizás sea ahí donde Conan resume lo que el sentimiento significa para él. Una persona ya logró superar lo sucedido, y otra aún sigue en la salida, arraigada a una tormenta interior que parece no cesar jamás.
Escuchá Superache en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).