Claire Cottril supo capitalizar desde muy temprana edad las herramientas que brinda internet para crear arte. Volvía de la secundaria Concord-Carlisle, se encerraba en su cuarto, prendía la computadora y alimentaba su curiosidad. Producto de ello, con 13 años ya había aprendido a tocar la guitarra con tutoriales de YouTube y había subido algunos de sus covers y remixes a Bandcamp y Soundcloud bajo los seudónimos artísticos de DJ Baby Benz, y por el cual hoy la conocemos, Clairo. Si bien al comienzo se sumergía de lleno en los ramales del cover y la mezcla, 2017 fue su año de exteriorización y reconocimiento.
Para comienzos de año ya había publicado dos singles, “2 Hold U” y “Get With U“, y antes de que termine el 2017 todo explotó con la viralización de su inconfundible hit, “Pretty Girl“, el cual había grabado para una compilación de indie rock en beneficio del Centro de Derecho Transgénero de Estados Unidos. Luego todo incrementó con el lanzamiento de su segundo hit, “Flamin Hot Cheetos“, y la salida de su primer EP, Diary 001. Para 2019 ya nos había entregado su primer álbum de larga duración, Immunity, para 2021 su segundo, Sling. En el medio, colaboraciones con Phoenix, Mura Masa y Beabadoobee, una sesión bellísima en los estudios de Electric Lady, y un lugar en el centro del lineup de festivales como Lollapalooza y Coachella. Y sin embargo, todo seguía puertas adentro de su dormitorio.
En pleno 2024 -y luego del apogeo de la inteligencia artificial, TikTok, las aspiradoras robot y los casinos online-, plantearnos cómo internet logró capitalizar a un séquito de artistas con un talento avasallante encerrados en sus cuartos resulta, antes que intrigante, revolver en lo obvio. Pero tal vez los interrogantes sean otros: ¿Cómo se planta la zona de confort cuando el exterior impera con fuerza? Y una vez dentro, ¿cuáles son las retóricas de movimiento para salir de ahí?
Ahí es donde nos encontramos con un nuevo lenguaje liderado por un solo modo, el singular. Donde antes había un proceso costoso y laborioso si un sello no te descubría, un género sin género llegó a democratizar la música para siempre y demostrar que no tenías que encerrarte en una academia o pararte por horas en la puerta de una radio para que pasen tu demo. La posta, ahora, era el Do-It-Yourself.
Y Do-It-Yourself con todo lo que conlleva. La realidad habla por sí sola, y si algo comprendimos en estos últimos diez años es que el ser autogestivo y bancarse solo en esto cuesta. La libertad creativa cuesta. Que la previa del estudio, de la radio y de los escenarios sea el mismo lugar donde descansás y te alimentás, brindó accesibilidad y comodidad: no necesitás conocer a nadie, no necesitás tocar ningún instrumento y ni siquiera tenés que mostrarte. Podés crear un mundo a solas, pero todo depende de una sola persona: vos. Ahí es donde no hay otra que agarrar la computadora para cranear y gestar. No pain, no gain.
El bedroom pop puede ser considerado el salvavidas de unos y la influencia de otros, pero ante todo, es la antesala que acuñó a los artistas revelación más grandes de nuestra generación. Desde Rojuu, Cuco y los Cupido, hasta Billie Eilish y Girl in Red palpando en las cercanías. Si de comenzar un proyecto artístico de calidad y enorme magnitud puertas adentro de un cuarto se trata, las inspiraciones se remontan hasta Dr. Dre, Daft Punk y Aphex Twin, pero acá ponemos el foco en un género que dio lugar a un boom multiespacial.
Este género, que venía latente desde 2014 y cultivó grandes artistas entre 2017 y 2019, dio mayor respuesta en 2020, cuando llegó la pandemia y aumentó la preocupación de los artistas sobre qué hacer cuando no hay qué hacer. Esto llevó a que los artistas que hoy en día colonizan las listas de los festivales más masivos subieran sus primeras canciones a las plataformas y comenzaran a ser percibidos por todo el mundo, incluso por los artistas que ellos mismos admiraban.
Detrás de toda la imperativa por no amoldarse a los tiempos de la industria y crear algo personal y autogestivo, hay un ramal de condicionantes y pautas. Uno de ellos nos conduce de manera directa a analizar la más reciente obra de Clairo, Charm. ¿Qué se hace cuando se pone un pie fuera de la zona de confort? Cottril, que hasta la fecha nos había deleitado con baladas pop pegadizas y loopeables, algunas producidas en su casa y otras trasladadas a estudios, hoy nos ofrece un álbum que, con una producción laboriosa y llena de capas, destila un solo mensaje: buscar transitar las raíces.
Esa es la pauta para comprender un álbum que busca dar un paso hacia la experimentación en su carrera personal. En Charm -publicado de manera independiente-, Claire plantea nuevos límites y paletas sonoras que evocan a los años 70, desde la decisión consciente de hacerlo todo a la antigua. Para esto, grabó el disco en cinta analógica y se confinó en el estudio con el séquito conformado por los integrantes de la banda The Arcs, Leon Michels y Nick Movshon, y también Homer Steinweiss, Nick Movshon, Dylan Nowik y Marco Benevento, todos grandes multiinstrumentistas, productores e ingenieros de sonido de larga data. De esta manera, Charm se planta como la búsqueda consciente por distanciarse de sus trabajos anteriores, pero ¿cómo logra esto?
El álbum crea atmósferas etéreas de sonidos carismáticos, íntimos y solemnes que nos recuerdan a Mama’s Gun de Erykah Badu y Rubber Soul o Revolver de The Beatles, con arreglos que incorporan instrumentos como el wurlitzer, el mellotron y el órgano. Lo interesante es que, más allá de todo, las decisiones tomadas para la gestación de este disco tienen que ver casi directamente con querer alejarse de manera abismal de todo aquello a lo que asociamos a la estética y el sonido de Clairo (computadoras, videos en baja calidad y coros pegadizos).
Así, Charm, que por momentos marca sus propios baches entre temas y se toma su tiempo para enraizar con la tierra a través de melodías poco empalagosas, se asemeja más a un álbum de crecimiento y no de sorpresa. Si bien el reciente trabajo de la artista le permite demostrar que es capaz de trascender sus propios límites e interpelar desde la complejidad, este no es un álbum para oyentes casuales. Con este disco, Clairo nos invita a vivir una experiencia integral y atenta, porque el salto desde la espontaneidad de su cuarto a la magnitud del estudio profesional fue tal que no genera el click hitero, pero sí le alcanza para hacernos sonreír a los minuciosos musicales.
Ante todo y contra todo, esta no será la gema de la discografía de Clairo, pero sí la cuota necesaria para dejarnos atentos a su siguiente paso. Charm guarda su espacio en su discografía con notas clave: es cálido, suave, físico y maduro. Desde ahí, demuestra con atrevimiento y sensibilidad que saltar enérgicamente de la zona de confort es difícil y pocas veces puede darte un hit, pero puede salir bien si sos Claire Cottril y tenés un talento avasallante para seguir desplegando. Acá es donde encontramos la transformación, la demostración de cambio y el ánimo por hacerlo desde el deseo, la sensualidad, la conexión y la sutileza del amor más suave.
Escuchá Charm de Clairo en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).