Hace poco menos de 30 años, Beth Gibbons subió a un escenario en Nueva York y cantó con su voz aterciopelada las canciones de Dummy, el aclamado primer disco de su grupo Portishead. Su performance quedó inmortalizada como uno de los momentos musicales más emblemáticos de los 90. Este año, y tras un proceso de producción que se extendió a lo largo de una década, Gibbons volverá a subirse al escenario para encabezar la gira de su primer disco solista, Lives Outgrown.
En este esperado debut, Gibbons marcha en una procesión sombría a través de los hechos ineludibles de su vida, tomando inventario en el camino de la forma en que la pérdida y el duelo la fueron transformando como persona. Amores truncos, sueños rotos, el sinsentido de la existencia, la maternidad y el implacable paso del tiempo sobre el cuerpo son algunos de los temas a los que alude la artista en las diez canciones que componen el disco.
“A passenger on no ordinary journey”, así se describe Gibbons en “Floating On A Moment”, el primer single del disco en donde siente que está viajando hacia la nada misma, incapaz de ver qué la espera del otro lado cuando siente que ya lo vivió todo. La paleta de sonidos de Lives Outgrown logra transmitir los cataclismos emocionales que la artista atraviesa a lo largo de su travesía: percusiones amaderadas y tan robustas que parecen salir del centro de la tierra, guitarras acústicas y arreglos de cuerdas e instrumentos de viento que ameritan ser escuchados en vivo.
Lives Outgrown comienza con “Tell Me Who You Are Today”, la canción que nos adentra en el mundo sonoro acústico y cercano al folk del disco. Los arreglos de cuerdas, la percusión ominosa y el uso del ruan (un instrumento tradicional chino) generan la atmósfera ideal sobre la que las armonías espectrales de Gibbons se deslizan y nos convencen de prestar atención a lo que tiene para decirnos.
En “Burden of Life”, una Gibbons atormentada canta sobre lo difícil que le resulta vivir, a la vez que le rinde homenaje a las generaciones que amaron y caminaron sobre esta tierra como ella pero que ya no están más para contarlo: “Oh, the love generations/ Generations gone for reasons”. La canción empieza con una guitarra acústica y luego logra transmitir el agobio de la artista con un arreglo de violines disonantes. De repente, la voz de Gibbons cobra fuerza e irrumpe sobre la música con la vitalidad de un brote saliendo de la tierra. Todavía hay vida en este páramo.
El reconocimiento de la propia mortalidad también aparece en “Lost Changes”, una balada con influencias de jazz que por momentos remite a las melodías etéreas de Beach House, en donde Gibbons reflexiona sobre el paso del tiempo y advierte: “Forever ends/ You will grow old”. La profundidad de los coros reverberan en el pecho y le otorgan al enunciado el peso de una sabiduría milenaria. Más adelante, en “Oceans”, la artista continúa examinando su vulnerabilidad mientras habla sobre la fatiga y el dolor que viene arraigado al cuerpo femenino.
“Reaching Out” y “Rewind” representan los momentos más emocionantes del disco. En la primera canción, Gibbons transmite deseo y desesperación mientras le ruega a un amante que la acepte de una manera que ella misma no logra: “I need your love/ To silence all my shame”. El clímax llega cuando Gibbons sostiene un vibrato agudo y potente sobre la pista frenética de cuerdas y trompetas. Sin dudas, Lives Outgrown es la prueba fehaciente de cómo la artista ha logrado expandir su increíble rango vocal, una hazaña que puso a prueba cuando asumió el rol de cantante lírica en la “Symphony No.3” de Henryk Górecki, acompañada por la Orquesta Sinfónica de la Radio Nacional de Polonia.
Por su parte, en “Rewind”, la desesperación de Gibbons es palpable cuando comenta sobre el estado del mundo y augura un destino apocalíptico: “This place is out of control/ Come too far/ Too far to rewind”. Esta es una de las canciones más experimentales del disco, con su superposición de percusiones cacofónicas y graves, y un efecto de rebobinado que se acopla a la temática. No obstante, el desenlace de la canción termina con una grabación de los hijos de Gibbons teniendo un día cotidiano. La presencia de sus hijos disipa la sensación de caos inminente y la maternidad aparece como un embudo de esperanza.
Hacia el final de Lives Outgrown, Gibbons repasa su vida y queda sumida en el más profundo desasosiego. En “For Sale”, la artista se cuestiona los esfuerzos inútiles que hacemos para tapar el vacío, y nos hace la pregunta: “How would you want life to be?/ Just ask yourself/ Would you choose love like me?”. La producción de la canción no se distingue mucho dentro del disco y por momentos los versos resultan opacos.
Gibbons logra evitar esto en “Beyond the Sun”, una melancólica canción folk que encuentra a la artista plagada de culpa: “If I had known you/ From the start/ Would I still visit/ The place in the dark?”, susurra sobre un chirrido disonante de fondo. No sabemos exactamente de quién está hablando o donde se encontraron, pero su talento como letrista se luce cuando corre el velo un poco más de lo que está acostumbrada. A la vez que la artista intenta exorcizar esa culpa autoimpuesta, la canción implosiona en un dramático arreglo orquestal que refleja su lucha interna.
En una de las pocas entrevistas que dio durante su carrera, Gibbons comenta sobre qué la conduce a encarar el proceso creativo: “Sufrir por tu arte está sobrevalorado, pero sí obtengo una especie de satisfacción después de lidiar con mi paranoia e inseguridad”. Incluso a sus casi 60 años, la motivación se mantiene intacta. Así es que Lives Outgrown termina con “Whispering Love”, donde la escuchamos finalmente hacer paces con su pasado, acompañada por una guitarra acústica y sonidos de flauta. La canción cierra con ruidos de granja, que podemos suponer provienen del estudio que construyó en los campos de Devon, Inglaterra y en donde grabó gran parte del disco. Al final, todo se trata de volver a casa.
Escuchá Lives Outgrown de Beth Gibbons en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).